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Odilo Gomez Parente

Ilustrísimo padre Fray Juan Ramos de Lora,Fundador de la universidad de los andes

Ilustrísimo padre Fray Juan Ramos de Lora,undador de la

Universidad de Los Andes

            En los cortos limites de un trabajo como el presente no me es posible reunir toda la esplendidez de la vida de un hombre tan activo y tan lleno de matices interesantes como fue la del Ilustrismo Padre Fray Juan Ramos de Lora, nacido el 23 de junio de 1722en el pueblo de los Palacios, distante unos 20 kilómetros de la ciudad de Sevilla. Fueron sus padres Manuel Ramos y Bárbara Maria de Lora de cuyas ascendencia se esperan más detalles de los que hoy se conocen.

            A los pocos días de nacido, fue bautizado en la iglesia, parroquial de los Palacios el domingo 28 del mismo mes de junio, recibiendo los nombre se Juan Manuel Antonio1 .

            La partida dice literalmente

            “En domingo veintiocho del mes de junio de mil setecientos y veintidós años  yo fray Miguel Guerrero, religioso de nuestra Señora de la Consolación, villa de Utrera, de licencia del bachiller don Bartolomé Ruiz, beneficiado y cura de la iglesia parroquial de éstas villas de los Palacios y Villafranca, bauticé a Juan Manuel Antonio, hijo de Manuel Ramos y de Bárbara Maria de Lora. Nació a veintitrés del dicho mes. Fue su padrino Juan José, todos vecinos de estas villas, a la cual advertí la cognación espiritual y obligación de enseñarle la doctrina cristiana, de que doy fe Bachiller Ruiz.Fray Miguel Guerrero” 1

            En el florecer de su vida joven, hizo profesión en la Orden Franciscana, en el convento Mayor que la Provincia de los Ángeles tenia en Sevilla bajo la advocación de San Antonio y que pertenece, en la actualidad, a la Provincia Bética. Tenía 20 años cumplidos aquel martes día 19 de

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1.-       En los libros parroquiales de l´os Palacios aún se conserva esta partida de bautismo que he     publicado en la obra “Fray Juan Ramos de Lora, obispo insigne y sembrador de           cultura”.         Edición del Ejecutivo del Estado Mérida, auspiciada por el Ministerio de Justicia. Caracas, 1972.


febrero de 1743cuando tomó la decisión definitiva de entregar su vida joven al servicio de superiores intereses sobrenaturales .

            La partida de su profesión religiosa dice así :

                 "Fray Esteban Canelo, predicador y maestro de novicios de este convento de señor san Antonio de Padua de la ciudad de Sevilla, certifico como en el libro donde re escriben los novicios que profesan está una cláusula y partida al folio 284 del tenor siguiente: En este convento del señor san Antonio de Padua de la ciudad de Sevilla, en diez y nueve días del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y tres anos, martes, a las nueve y media de la mañana, junta la comunidad a toque de campana, como se acostumbra, yo Fray Alonso Bocanegra, lector jubilado y guardián del sobredicho convento, di  la  profesión de nuestra sagrada religión Para ,religioso del coro al Hermano Fray Juan Ramos, natural de Los Palacios, siendo de edad de veinte anos cumplidos. Cumplió el de su aprobación el día diez y ocho de dicho mes a las siete y media de la mañana. Al cual, hecha la protestación que nuestras leyes disponen, la acepto y, junta­mente, hizo juramento de defender el misterio de la Inmaculada Concepción de Maria Santísima. Y para que conste, lo f irme con los Padres Discretos y dicho recién pro f eso.

                El cual traslado corresponde a su original. Y por ser verdad, lo f irme en cinco días del mes de marzo do mil                setecientos cuarenta y tres anos.- Fray Esteban Canelo- (firmado y rubricado)  2

            Coronó sus estudios con el grado de profesor en Teología, pero, en medio de todas sus aficiones sobresalió su vocación de misionero desde los principios de su vida religiosa. Por eso, muy poco después de su ordenación sacerdotal, paso a la Nueva España donde se incardinó en el Colegio Apostólico de Propaganda Fide de San Fernando de Méjico en 1749.

            Muy poco después de su arribo a la ciudad de Méjico y a su Colegio de San Fernando fue destinado a trabajar en las Misiones de Sierra Gorda, confiadas desde hacia pocos anos a los cuidados de los hijos de aquel centro misionero.

            En las Misiones de Sierra Gorda trabajo por espacio de 16 anos, derrochando en ellas generosidad y entrega desde su puesto de mando en la Misión de la Purísima de Tancoyol 3.

Sencillez y humildad franciscanas, talento descollante, practico y pers­picaz, energía indomable, voluntad tesonera y tensa, en todo mo­mento, como una flecha hacia el cumplimiento de su deber y de su vocación, bondad de sentimiento, comprensión y amabilidad. Estas fueron las notas sobresalientes de su carácter.

            En todas los momentos de su vida supo comportarse como un hijo fiel de la iglesia y vasallo leal de su soberano el rey de España. Como misionero y como prelado vigilante acertó llevar a cabo con fidelidad el mensaje evangélico que se le confió, sem­brando sin descanso los gérmenes de la fe en Nueva España, Cali­fornia y Venezuela. Como adelantado soñador del imperio español puso en marcha, a su paso, centros de cultura y civilización, cul­minando su carrera con la fundaci6n, en Mérida de Venezuela, del Colegio Seminario de San Buenaventura, semilla y germen de la futura Universidad de Los Andes.

            Fue la suya una vida que se desparramo en todas direcciones sin perder, en ningún momento nada de su intensidad, ni aún a pesar de las enfermedades que sus interrumpidos trabajos le ocasionaron, desafiando con voluntad firme las mayores oposiciones que hallo a su paso.

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2             Un estudio sobre la labor del Padre Ramos de Lora en las Misiones de Sierra Gorda, de las que fue Superior, no                 puede tener cabida en este trabajo con La detención que ello se merece. Con la ayuda de Dios,dedicare otro    estudio a  este aspecto de la vida de nuestro religioso franciscano.

             En el convento de San Fernando de Méjico todavía se conserva un retrato del Padre Juan Ramos de Lora, al óleo, de gran tamaño y de cuerpo entero y con vestimentas episcopales. Por los datos que contiene la leyenda que tiene en su parte inferior, quiero copiarla aquí : "Verdadero retrato del Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Padre Fray Juan Ramos do Lora. Nació el ano de 1724 (sic) en la ciudad de Sevilla (sic) en España. Vistió nuestro Santo hábito el convento Grande de San Antonio de la Provincia de los Ángeles, donde, habiendo profesado y concluido sus estudios, ordenado ya de sacerdote, obtuvo Patente para venir de misionero a este apostólico Colegio de San Fernando de esta ciudad de México a donde llego el año de 1749. Poco tiempo después lo enviaron sus prelados a las Misiones de la Sierra Gorda donde, por el espacio de 16 anos, trabajó con infatigable zelo en la reducción de aquellos indios. De allí lo enviaron a las de la antigua California donde permaneció. Durante cinco años..Vuelto a este Colegio,lde eligieron sus  hermanos de aquella saanta comunisdad en Discreto y vicario después de lo cual fue nombrado obispo del nuevo obispado de M´werida  en ls provincia de Maracaibo por nuestro católico monrca el señor Varlos III aque Dkios guarde para lo cuak recibió la consagración de manos del Ilustrísimo señor Don Alonso de Haeo y Leralta,dignísimo arzobispio de esta santa matropiolitana dde M´wjico dia 22 de uniio del año de 1783”

                               

 

            Con pincelada fugaz y certera lo vio así uno de sus amigos y admi­radores, Antonio Ignacio Rodríguez Pichón, en sus Apuntamientos diarios:

                “Varón de virtudes notables, bondadoso y progresista es el ,señor obispo Lora".

            Y cuando el mismo escritor debió registrar la muerte del prelado en Mérida escribió nuevamente:

            "La ciudad entera lamenta la muerte del virtuoso y sabio obispo 4.

            Alcázar de todas aquellas virtudes fueron el alma y también el cuerpo de Ramos de Lora, fornido, hercúleo, de complexión linfática, alto, grueso, ojos azules y de color rosado. Así lo han visto los que pudieron conocerle durante su vida 5.

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3              Antonio Ignacio Rodríguez Pican: "Apuntamientos diarios". Han sido publi­cados par el nieto del autor, Gabriel Picón            Febres, en su obra titulada: "El apellido Picón en Venezuela".

4              Ibidem

5              E1 presbítero Enrique Maria Castro, bi6grafo calificado del Ilustrísimo Ramos de Lora afirm6 haber recibido del otro                 clérigo llamado Palacio, hombre de prodigiosa memoria, el dato de que en el testero del antiguo comedor del viejo                 Seminario de Mérida existió un retrato al óleo del prelado donde este aparecía de cuerpo entero, dimensiones normales, alto, fornido, grueso, color rosado y ojos azules.


            Las condiciones de vida nunca fueron lo más favorables a la salud de aquel organismo. Primero debió soportar lo insano del clima de las Misiones de Sierra Gorda del que escribe el Padre Francisco Palou, misionero también en aquellas tierras: “El clima de Sierra Gorda es muy caliente y húmedo y, por consiguiente, conttrario ala salud, por lo cual enfermaron en breve, muchos misioneros de los que en pocos dias  murieron cuatro y otros se retiraron imposibilitados, a la enfermería del Colegio San Fernando”6.

 

El Padre Juan Ramos de Lora, misionero en California

            Es preciso en esta ocasión dejar sin comentario la vida del Padre Juan Ramos de Lora hasta su salida del Colegio de San Fernando de Méjico rumbo a las Misiones de California en 1767.

            La supresión de los jesuitas había llegado en sus  repercusiones hasta las retiradas zonas de California y era preciso que abandonaran aquellas Misiones. Las autoridades del virreinato de Nueva España pensaron en los franciscanos del Colegio San Fernando para sustituirlos. Era, en un principio, 14 misioneros que deberían sustituirlos. Eran, en un principio, 14 misioneros que deberían pasar, aumentado el número definitivo a 16. El guardián del Colegio pidió voluntarios para la ardua empresa, según escribió el historiador Padre Francisco Palou: “Propuso éste en comunidad convidando a todos los que se hallasen con espíeritu para tan ardua empresa y prontamente tuvo el úmero necesario de misioneros que se ofrecieron voluntariamente” 7.

            Capitaneados por el famoso Padre Junípero Serra, salió aquel grupo de religiosos franciscanos de la ciudad de Méjico el día 14 de julio de 1767 ante la mirada estupefacta de una gran multitud que había acudido curiosa a los alrededores del Colegio, después de haber recibido de su superior la bendición y haberse despedido de sus compañeros del Colegio San Fernando hasta la eternidad. Así lo cuenta el Padre Palou, uno de los que formaron aquel grupo de evangélicos almogávares: “Y siendo el llanto de todos general y copioso, considerando sería aquella despedida para la eternidad, besamos la mano al Reverendo Padre guardián y salimos dicho dia en que se celebra San Buenaventura, acompañándonos el resto de la comuidad hasta fuera de la ortería, cuyo compás hallamos lleno de gente para vernos marchar”8.

Ya el virrey tenía todo depuesto y preparado para el largo viaje de más de 200200 leguas que hay desde Méjico al puerto de San Balas en el Pacífico.

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6.         Francisco Palou, O.F.M.: “Relación histórica de la vida y apostólicas tareas del venerable Padre Fray Junípèro Serra..” Madrid, 1944. Edición de España Misionera”, vol., 1, pp. 41-42.

7.                   Francisco Palou, O.F.M: (6), p. 64.

8.                   Francisco Palou, (6), p. 65.


            Pasaron los misioneros por las ciudades de Queretaro y Guadalajara y llegaron al puerto de Tepic, después de 39 días de viaje, el 21 de agosto. Allí estuvieron detenidos durante varios meses por falta de embarcación que pudiera transportarlos a California. El día 2 de marzo salieron de Tepic hacia el puerto de San Blas, Finalmente pudieron hacer el viaje el 14 de marzo de 1768 en el paquebot "La Concepción", el mismo en que habían llegado los 16 jesuitas expulsados de aquellas misiones 9.

 

Al fin en California

            Llegaron los misioneros al puerto californiano de Loreto el 1 de abril, Viernes Santo de aquel año 1768, después de una feliz travesía. Fueron agasajados por el gobernador 10 Gaspar de Portola du­rante aquellos pocos días. El Padre Junípero Serra hizo la distribución de los puestos de trabajo hacia los cuales salieron los 16 misioneros, después de haber celebrado juntos allí en Loreto los tres días de Pascua, según escribe el cronista de la expedición Padre Francisco Palou ,

            Ante la mirada un tanto extraña de aquellos misioneros debió presentarse la escena de aquellas tierras cargadas de Leyendas an­tiguas. Los viejos conquistadores habían sonado hollarlas con sus pies, alucinados por la leyenda que ponía allí minas de oro y de perlas innumeras.

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9.        En carta del dia 2 de catzo de 1768 escribi6 el Padre Junípero Serra al virrey Francisco Carlos de Croix: "Los religiosos                del apostólico Colegio de San Fer­nando de esa corte de , Méjico, destinados por vuestra Excelencia a las misiones de California que antes administraban los Padres jesuitas, después de la larga detención de cerca de siete meses en este pueblo de Tepic en espera de Paso y Orden para nuestro deseado embarque, estamos ya gracias a Dios con el gran

                consuelo de estar de marcha para el puerto de San Blas. Como que mañana es nuestra salida de este pueblo para allí, l            uego de llegados, embarcaros en el barco llamado” La Concepción” que últimamente vino de la misma California con              los Padres de la Compañía (Carta del Padre Junípero Serra al virrey de Nueva España, en "Writings of Junipero      Serra", por el Padre Antonine Tibesar, O.F.M. Washington, 1955, vol. 1, p. 34) .

10.     El individuo que atendió en el puerto de San Blas a los misioneros franciscanos al momento de embarcarse rumbo a California fue el comandante de aquel Departamento Manuel Rivero Cordero el 11 de enero de aquel año 1768. Con fecha 20 de mayo escribió  este señor a Méjico informando: "...el dla 11 de este mes arribo a este Puerto el paquebot de su magestad “La Concepción” a cargo de su arráez Joaquin Robles. En el he recibido carta de don Gaspar Portolá avisando ... y de la llegada do los religiosos, escribiéndome, igualmente, .cu Comisario Fray Junípero Serra, dando las gracias del buen pasaje y feliz navegación sin haber padecido incomodidad alguna..." (Marcia! Gutiérrez Camarena: 'San Blas y las California?'. Méjico, 1956. p. 74) . E1 ori­ginal de la carta esta en Archivo General de la Nación, Ramo Historia, tomo 328, p. 55.

A fin de disipar el pequeño error existente en la mente del autor de esta obra aludida baste decir que la suplencia de los franciscanos fue simultanea con el retiro de los jesuitas de las Misiones de 1a Baja California,

11.            Francisco Palou, [6, p. 67.


            Era la isla de la reina Calafia, pintada en "Las Sergas de Esplandián" como la tierra próxima al paraíso terrenal. Mucho de maravilloso hubo durante años en la ruta que llevaba a California, tierras mas allá de las siete ciudades vislumbradas por el franciscano Fray Marcos de Niza, en la, un tanto, fantástica Cíbola.

            Fue en el año 1687 cuando el misionero jesuita Eusebio Kino demostró que California no era isla y, desde entonces, fueron desvelándose poco a poco los misterios de aquellas tierras de leyenda y los hombres medio llegaron a convencerse de que no existían ni podían existir tesoros en aquellos parajes secos y punto menos que est6riles. "Donde no hay agua no hay tierras, sino puras Piedras y arenas. Y donde hay tierra no hay agua, sino grandes profundidades". Así informaba el jesuita Baegert al describir la desolación de aquellas estepas de la Baja California. No existía oro, ni plata, ni agricultura, ni casi árboles, ni mucho menos bosques en aquel suelo volcánico. Los nativos vivían de la escasa yuca que producía aquella tierra y de las semillas de zácate. Y, cuando esto no les bastaba, eran su manjar exquisito los ratones, lagartijas y gusanos. Después que el misionero cat6lico hizo revivir un poco aquellos eriales, eran los nativos el terror de perros, gatos y caballos y su paso constituía el azote de siembras y plantaciones que, no bien apuntaban tiernas yernas, desaparecían como si una formación de hambrientos animales herbívoros pasaran por ellas.

            Aquellos hombres y mujeres de fisonomía muy parecida a los meji­canos Vivian desnudos en jacales o míseras chozas que mentían res­tos de una época de la prehistoria. Adoraban como a dioses los cuervos sagrados señores de aquellos horizontes y dueños de los picachos que recortaban el cielo. Aquella tierra sin ríos caracterizába­se por un paisaje de tonos cenicientos, poblada de matorrales, cardones y biznagas. Por entre aquellos peñascos y por entre aquella vegetación ingrata giraba el coyote y también el indio omnívoro, armado de arco y flechas, en busca de alimento,

            En algunos sitios existían también zonas productivas a las que nunca el nativo había querido o no había acertado a arrancarle el fruto de su vientre fecundo. Pero aún estas zonas eran de tan escaso relieve que Baegert llegó a afirmar que Dios había lanzado sobre aquellas tierras una especial maldición.

            Esta era la tierra y estos los hombres que vivían en ella cuando llegaron al puerto californiano de Loreto aquel grupo de religiosos franciscanos del Colegio de San Fernando el día 1 de abril de 1768. Allí encontraron al gobernador Gaspar de Portolá dispuesto a dispensarles los mejores agasajos que pudiera tener a mano, como así lo ejecut6 durante los dos o tres días que los religiosos permane­cieron en el lugar 12.

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12 . Francisco Palou [6], p. 67.

 


            Aquellos 16 misioneros franciscanosfueron desparramados y separa­dos unos de otros a distancia de muchos kilómetros por toda la geografía de la Antigua California. En Loreto, como centro de operaciones quedose el Padre Serra. Los demás debieron caminar para llegar a sus respectivas Misiones, no pocas leguas de camino.

            Hacia el norte, partiendo de Loreto, estaba la Misión de San José do Comomdu a 11 leguas de distancia, seguida de Ia Misión de la Purísima Concepción otras 10 leguas mas al norte. Mas a] norte 40 leguas estaba Ia Misión de Guadalupe, seguida por ]a Misión de Santa Rosalía a distancia de otras 18 leguas mas y por la de San Ignacio a otras 20 leguas y por la de Santa Gertrudis a otras 30 leguas mas para terminar en la Misión de San Francisco de Borja, distante otras 40 leguas de la anterior. Aquellas distancias eran en aquellos días como separar a los religiosos para que no se vieran sino de tarde en tarde o nunca.

            Partiendo de Loreto hacia eI sur, estaba, a distancia de 9 leguas, ]a Misión de San Francisco Javier y distante de esta, 112 leguas mas al sur estaba la Misión del Pilar o de Todos Santos, seguida por la Lisian de Santiago de los Coras a 40 leguas de distancia mas al sur. Terminaba la tierra con IA Mision de San José del Cabo 10 leguas mas al sur 13

 

Misión del Pilar o de todos Santos

            Esta fue la Misión que cupo en suerte al Padre Fray Juan Ramos de Lora. No podía quejarse, porque, si no era la mejor de todas, era de ]as mejores. Sin embargo, ci paisaje, al igual que tondos los paisajes de California, era triste y hasta diriase que desolador. Y, tal vez por eso, comenzó el Padre Ramos de Lora a sentir por el Un amor franciscano lleno de ternuras y dispuesto a todos los sacrificios.

            Un compás de espera se impuso en el inicio de Ias tareas apostólicas de todos aquellos misioneros, por cuanto ]levaban el encargo (así lo escribe el Padre Palou) de no haber ninguna innovación mientras no Llegase el Visitador General que lo era José de Gálvez, residente en Nueva España con amplísimas facultades desde el ano de 1765. Toda la preocupación de este político era California y los hombres en quien eI había puesto toda su confianza eran los franciscanos del Colegio San Fernando de Méjico.,entre ellos el Padre Fray Juan Ramos de Lora

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13.           Este y no mayor era el numero de Misiones al momento de llegar a California los religiosos franciscanos en 1786.     Pudiera dar motivo a equivocaciones la relación que trae el Padre Mariano Cuevas, señalando hasta 18 Misiones con i nclusión de algunas cuya fundación fue posterior. (Historia de la iglesia en Méjico. El Paso, 1928, tomo 4, p. 351) .


 muy posiblemente antiguo amigo suyo y de su familia.

            Después do una larga travesía llego Gálvez a la bahía de Cerralbo, en el sur de California, el 6 de Julio de 1768. Allí inici6 muy pronto urea serie de operaciones y trabajos llevados a la practica con gran entusiasmo.

            Como hombre auténticamente religioso era un admirador de los franciscanos, de su trabajo y de sus métodos misionales; por eso y sin ninguna clase de simulación, pudo ofrecerse incondicional­mente en carta del 12 de Julio al Padre Junípero Serra y a su equipo misionero "con el verdadero a f que les profeso".

            Aquella intima compenetración dio excelentes resultados muy pron­to. El dinámico Visitador General recorri6 en una y en otra dirección el territorio californiano para darse cuenta del estado social v de las necesidades existentes en aquellas zonal, contando, en todo caso, con !a ayuda inapreciable y desinteresada de los misio­neros franciscanos.

            La Misión de Todos Santos, teatro donde Laboraba incansable el Padre Juan Ramos de Lora, debió contemplar en repetidas ocasio­nes a la persona del Visitador General dirigiendo su puesta en mar­cha. Mientras José de Gálvez estuvo en California fue el Padre Ramos de Lora su hombre de confianza. Los contactos entre arribos debieron ser frecuentes. Los bi6grafos del misionero, entre ellos el presbítero venezolano Enrique Maria Castro, aseguran que el hom­bre político se arrodillo mas do una vez a los pies del misionero en plan de confesi6n.

 

Características de la Misión de Todos Santos y de sus indios

            Antes de pasar adelante, sea permitido decir algo sobre la impresión que esta Misión mereci6 a los que Ia conocieron. En primer lugar citare las palabras del propio Padre Juan Ramos do Lora,

"La Misión de Todos Santos, situada en este Departamento (sur), inmediata a la costa del mar Grande y distante de la dicha de Santiago cerca de 40 leguas y de Santa Ana unas 14 o 15, es de las me­jores que hay en la California por tener tierras útiles, bastantes para lavores y aguas abundantes para el riego. Las pestes y enfermedades que estos anos han corrido en la provincia han quasi acabado sus indios... Tiene esta Misión dos ranchos o estancias de ganado mayor ambas, la una de cría de cavallada y mulada y también algún ganado bacuno que mantiene en ella debajo de pastoría, y la otra es de ganado bacuno... En ella hay también, aunque

en corto número, algún ganado menor para cría de ovejas y de cabrio. La iglesia de esta Misión es buena y mui aseada"14

                También conviene describir los indios quo moraban en la Misión. Un testimonio calificado es el de Manuel Espinosa de los Monteros quien los vio así: "El exterior de los indios de Todos Santos persuade en ellos un particular candor y bondad, pero el que sabe penetrarlos a fondo, los advierte luego llenos de no poca malicia. Absolutamente abominan de toda doctrina y cultura. Su ambre es insaciable. Su floxera, sin termino. Solo aman la ociosidad y pastan como brutos errantes en el campo. El Ilustrísimo señor Gálvez, con aquella alma tan grande que Dios le ha comunicado, los llamaba racionales de segunda especie, expresión que, aunque sig­nifique mucho, solo puede conocer todo su valor quien haya cono­cido los indios californianos"".

                Otros testimonios podrían aducirse coincidentes en esta misma apreciación. Para muestra de la brutalidad de aquellos indígenas baste esta otra frase del mismo autor: "Todos padecen un mal gálico y así están siempre llagados, y no solamente omiten avisar al Padre sus enfermedades, sino que, positivamente, resisten su curación, aunque se solicite por aquel. Vi y oí de uno que llego a engusanarse de manera, que, con un palo come a una bestia, se le sacaban los gusanos. Y fue tal el descuido de su propia vida que, si par accidenté no se advierte su lastimoso estado, se lo comen los gusanos"".

                No es del caso multiplicar citas como estas. Lo maravilloso fue que, a pesar de todas las miserias, aquel santo misionero que era Fray Juan Ramos de Lora, tenia todo su casino puesto en aquellos infelices. Y con el amor que les profesaba, estuvo siempre dispuesto a su defensa.

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14.-  Padre Juan Ramos de Lora, 0.F.M.: "Informe sobre el estado de la California y sus Misiones". Archive, General de la     Nación                 (Méjico), Sección "Misiones", Vol. 12, fol. 119. Este informe elaborado por el Padre Ramos de Lora sobre    las Misiones de California a ruegos del mismo virrey de Nueva España merece un estudio aparte que, Dios queriendo,         realizare algún día para exaltación mayor, si cabe, de la figura de nuestro misionero.

15                  on palabras de una carta de este político escrita en Méjico el 18 de junio de 1772. AGN., Sección "Misiones", vol. 12, fol. 31.

16 AGN., 1. c., fol. 31. Para aducir un testimonio extraño a los momentos en que trabajaron los franciscanos en la Baja             California valga el del virrey Revi­llagigedo el cual pint6 así a los indios: "Los indios de la Antigua California son   naturalmente ociosos y estudios, voluptuosos, embusteros, desconfiados amantes de la vida libre y brutal que gozaban     en los montes antes de su reducción". (Clavijero, Francisco Javier: "Historia de la Antigua California". Méjico, 1852,        citado por Cuevas, [13), p. 354.)

           

            "El Ilustrísimo Señor Visitador y el gobernador Don Matías de Armona, irritados con la             índole    depravada de los indios, hubieran hecho en ellos un exemplar y severo castigo, sino lo hubiera contenido el Padre          Ramos de Lora con rendidas suplicas que disminuían los delitos de sus           índios" 17

            Era el Padre Ramos de Lora viejo y perspicaz misionero, cono­cedor como pocos de la índole de sus indios; por eso trataba, en todo momenta, de ganarlos y tenerlos contentos. No solo los estimaba, sino que los "acariciaba, dándoles, a más de su comida regular, algunos bocaditos o cariños para, con esos arvitrios, hacerse dueño de su corazón y poder así ponerlos en estado de cultura y disciplina" 18.

 

Estampa de un misionero

            Los reiterados testimonios de sus contemporáneos conceden al Padre Ramos de Lora una experiencia singular en asuntos de indios. Dieciséis años laborando en las Misiones de Sierra Gorda fueron mas que suficiente noviciado para imponerse en todos los problemas que a un hombre y a un misionero pudieran ofrecer la intrincada sicología de  aquellos racionales montaraces y selváticos.

            Pero fue en la Misión de Todos Santos de California donde nuestro misionero puso de relieve toda su dimensión de gigante entre sus otros compañeros. Espinosa de los Monteros habl6 y testimonio en esta forma cuando le preguntaron por la opinión que tenia del Padre Juan Ramos de Lora.

                        "Conocí y trate íntimamente a! Reverendo Padre Fray Juan Ramos de Lora, cuya virtud y pru­dencia, juicio                                y actividad y amor a los indios le ganaron, con mucha justicia, el concepto y reputación de un cabal                                     misionero apostólico.

               El Ilustrisimo Sector Visitador, con todos sus dependientes, le distinguido y amó como                pedía su merito. Yo, debiendo en calidad de teniente de governador, observar la conducta de todos, no halle en la del referido religioso otra cosa que virtudes que admirar. Y sin ofensa de los demos misioneros, CREI que el mencionado excedía a todos y que debía proponerse como modelo en su destino. Su piedad para con los indios fue notable y así jamás pudo pensar ni permitir que otros los trataran mal y antes, positivamente, solicita siempre que se les diera el mejor trato, Canto en lo espi­ritual, como en lo temporal. Los mayordomos nunca hicieron otra cosa que cumplir exactamente las ordenes de este religioso y este ninguna daba que no fuera llena de acuerdo, de prudencia y de caridad" 19

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17         AGN., Sección "Misiones" [141, fol. 30v. Las palabras copiadas son de Manuel Espinosa de los Monteros en su ya             citada carta.

18         AGN., [14), fol. 31v.

19     AGN., [141, fol. 30.


            Por su parte, Fernando Rivera y Moncada, destacado hombre público en aquellos momentos, consideró al Padre Ramos de Lora, hombre “experimentado en misiones, práctico en el gobierno y manejo de indios...”20

            Matías de Armona, gobernador que había sido en California, escribió: “Caa uno de los misioneros franciscanos de California tienen en mi estimación el lugar que los doce Discípulos u órganos de la voz del Redentor del mundo a diferencia que éstos (misioneros) sobre tener que persuadir en idiomas extranjeros, riegan primero la tierra con el sudor y la sangre para cubrir y alimentar a sus neófitos al abrigo del presidio que la religión del rey destina para su custodia y progresos”21

 

Transformación de la Misión de Todos Santos

            Convencido el propio Visitador General José de Gálvez de que en la Misión de Todos Santos contaba con el más formidable de los misioneros, llegó a poner en ella toda su atención y todas su esperanzas y no para hasta hacer en ella una total transformación para convertirla en la principal Misión de toda la California del Sur. Contaba la Misión con buenas tierras y con riego para cultivarlas, pero la clase de indios que allí moraban no eran a propósito en los planes del Visitador por las atávicas enfermedades de que estaban afectados. Considerando que en la misiones de San Luis y de la Pasión, carentes en absoluto de tierras, existían indios en abundancia, pensó en hacer un trasiego o trashumación, enviando a los indios de Todos Santos a otras partes y trayendo allí a los de las otras dos citadas Misiones, poniendo con ello, aun cuando sin pretenderlo, los gérmenes de una serie de incidentes que muy malos ratos harían pasar tiempo adelante al celoso y hábil misionero Padre Juan Ramos de Lora. Y es que aquellos indios jamás pudieron olvidar las asperezas de los montes donde anteriormente había vivido y, con frecuencia, tomaron la decisión de huirse a ellos, obligando al misionero a tener que ir en su busca, aun conociendo que ellos, montaraces y esencialmente vengativos, tratarían de vengarse de aquella sujeción a que se veían sometidos, y no tendrían jamás para nada en cuenta los desvelos y cuidados que el celoso misionero ponía en atenderlos, alimentarlos y curarlos.

            No fue suficiente todo el cuidado, amor y profundo conocimiento que el Pare Ramos de Lora tenía de los indios para retenerlos que en la Misión, hasta el punto que Todos Santos se fue quedando sin muchos de ellos, sobre todo desde el momento en que incitó

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20. AGN., (14), fol, 26v. Carta de Fernando de Rivera y Moncada. Méjico, 22 de abril de 1172.

21. AGN., (14),FOL. 106 V. Carta De Matías de Armona, Veracruz, 8 de julio de 1772

 

 


allí su desacertado mandato el gobernador Felipe Barri, como luego se verá 22.

            Muy pronto de llegado a California inició el Visitador General las operaciones preparatorias para la expedición a la California Norte. Uno de los primeros religiosos que se le ofrecieron para formar en ella fue el Padre Ramos de Lora. Nunca quiso aceptar José de Gálvez aquel ofrecimiento y, temerosos de que la proposición llegara a conocimiento del Padre Junípero Serra y que éste dispusiera otra cosa, se apresuró a escribirle el mismo Visitador General el dia 22 de julio de 1768 en los siguientes términos:

            “Como El Padre Fray Juan Ramos de Lora, con su celo ardiente y apostólico, se me ha ofrecido al viaje, si nuestra    Reverendísima se lo permite, le advierto que nunca me parecerá acertado que este Padre deje ahora la Misión de Todos Santos, porque, poblada competentemente, la Misión de Todos Santos, porque, poblada competentemente, es la más importante de toda la California por su fertilidad, y se necesita de un misionero tan hábil y práctico como el que t           iene para que la haga florecer en breve tiempo...”23.

            Magnífica era la opinión que el Visitador General tenía del misionero y no quería que éste abandonara aquella Misión, la mejor de toda California del sur, que era, hasta el momento, la uníca California civilizada o en vías de civilización.

            Aquella opinión optima teníala José de Gálvez de todos y de cada uno de aquellos religiosos misioneros. Por eso, convencido como estaba de sus calidades, determinó dejar en manos de ellos, además del gobierno espiritual, también el temporal y económico. Así se lo expresó al Padre Junípero Serra, en carta de 22 e julio de 1768, escribiéndole que era su “animo de encargar y cometer la dirección de las Misiones en lo   reconómico  y temporal a los

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22. En relación con algunos de estos puntos informaron más tarde en 1770 los religiosos del Colegio San Fernando al virrey:”El señor Visitador General sin duda se fundaría para señalar el sínodo, en que los decretos que dio para la reforma de la península, llevando indios de las Misiones que los tenían sobrantes y falta de tierra a otras que carecían de indios y le sobraba tierra. Informaron los Padres de las Misiones podían mantener a las familias señaladas y ve4stirlas. Pero este fundamento no subsiste, porque no se ha podido practicar. A la Misión de Todos Santos se mandaron, en efectos, los indios de las Misiones de San Luis Consagra y la Pasión a la de Todos Santos (sic la repetición) pero luego empezaron a marchar en cuadrillas a los montes de sus nativas Misiones y otros se atrevieron a pasar en balsas por el mar Grande a la isla de la Magdalena. Esto no lo ignoró su Ilustrísima, pues pasó en persona a dicha Misión (Todos Santos) a ver si lo podría mediar, para cuyo fin hizo el ademán de querer ahorcar a uno que se conocía cabecilla inquieta, pero el fruto que se sacó de esta amenaza fue que burlaron aquel mismo día la comida a su Ilustrísima, siendo así que el ministro de esta Misión que es el Padre Fray Juan Ramos de Lora, y tiene mucha práctica es el manejo de indios, no ha podido conseguir la permanencia de los mudados” (Informe del Colegio San Fernando al virrey de Nuevas España Méjico 26 de julio de 1770, en Archivo del Instituto de Antropología e Historia, “Fondo Franciscano”, Legajo 66, ff. 3-8. Las palabras transcritas corresponden al folio 3r.)

23.   Tomo esta cita de una obrita del P. Lino Gómez Canedo: De Méjico a la Alta California. Méjico, 1969. No puedo en este                        momento citar con precisión la página por no tener a mano este libro.


            temporal a los Reverendos Padres que las administraban en lo espiritual"24'.

            Sin pretender, ni mucho menos, restar meritos a los misioneros jesuitas que habían fundado y con esmero cuidado aquellas Misio­nes durante años, la verdad es que conocieron estas sus días de esplendor con la presencia de los misioneros franciscanos, tal vez porque el espacio de tiempo transcurrido desde sus comienzos y el desenvolvimiento de las mismas así lo exigía. Tampoco puede silen­ciarse la nueva organización que el Visitador José de Gálvez dis­puso para ellas. Lo alejado de aquellas zonas, la pobreza de la tierra y el pronunciado salvajismo de sus habitantes no habían sido notas favorables al logro de grandes progresos en años anteriores.

 

Tormenta en California

            Fatídico para las Misiones de' California fue el momento en que arrib6 a aquellas tierras en calidad de gobernador don Felipe Barri. Hombre inexperto, incapaz y, sobre inexperto e incapaz, ambicioso de mando y de dineros, muy pronto se dej6 sentir sobre la marcha de aquellas Misiones su presencia en el presidía de Loreto. El agente de sus ambiciones fue en la zona del sur de California su teniente de gobernador Bernardo Moreno.

            Toda la preocupaci6n que atormentaba a estos dos hombres era ver a los misioneros encargados del régimen temporal de las Misio­nes, medida que había llevado a cabo, según ya queda apuntado, el Visitador General don José de Gálvez. Efecto de ello fueron una serie de medidas desacertadas con injerencias indebidas en aquellas Misiones. Y como la principal y la mas productiva de todas ellas era Ia de Todos Santos, contra ella dirigieron toda su actividad demoledora. Naturalmente, la victima fue el misionero que lo era el Padre Juan Ramos de Lora.

            La actividad de aquel]os hombres y mas concretamente la del teniente de gobernador, fue la de soliviantar a los indios de la Misión, cosa que no les resultaría difícil, dado lo descontentos que estos estaban por la forma un tanto forzada como había sido reducidos a vivir en ella.

            Las victimas directas de las quejas de los indios, provocados de propósito y luego fácilmente creídos por el teniente de gobernador, fueron los mayordomos de la Misión. No bien eran despedidos los unos, ya los indios iniciaban sus quejas contra los nuevamente introducidos. Por su parte, el Padre Ramos de Lora que defendi6 siempre a sus indios, no podía menos de hacerlo con las personas de los mayordomos en los que reconocía su recto proceder.

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24. Palabras tomadas de la Obra citada en la nota. Anterior.


            Al fin, toda aquella tirantez terminó en un expediente contra los mayordomos de la Misión de Todos Santos en el cual quedaba muy mal parada la actuación de aquellos misioneros franciscanos y, muy concretamente la del de Todos Santos.

            Pero Dios que escribe recto con falsilla torcida hizo que aquel expediente haya sido ocasión para que nosotros podamos conocer magníficos detalles que, de otra forma, no hubieran podido llegar a nuestro conocimiento.

            El Presidente de las Misiones del Sur, Padre Francisco Palou, se vio en la precisión de enviar a Méjico uno de sus súbitos para que informara de todo al virrey y al superior del Colegio de San Fernando. Y como todo aquello había nacido en torno a la Misión de Todos Santos, el mas apropiado para ser enviado, seria su propio misionero. Muchas fueron las largas dadas por el gobernador Felipe Barri para impedir a, al menos, retardar la salida del Padre Ramos de Lora y solo gracias a la buena manía que este se dio, fue posible su viaje de California hacia Méjico La fecha en que lo inició, fue el 15 de enero de 1772, según el mismo Padre Ramos de Lora escribe en mas de una ocasión "25.

            El expediente aludido y los informes del gobernador Barri ya habían llegado a Méjico a manos del virrey cuando Ramos de Lora lleg6 al Colegio San Fernando. Después de haberlo examinado el fiscal de la real Audiencia, opin6 en su informe del 17 de marzo que la Sumaria fuera remitida al guardián del Colegio para que diera respuesta a los varios puntos de la misma y los instruyera debidamente. Partidario de esta misma solución, así lo practic6 el virrey mediante decreto del 25 de marzo y carta de envió del dia 1 de abril.

            Entre los individuos que tomaron parte en la aclaración de los va­rios puntos estuvieron Fernando de Rivera y Moncada, Manuel Espinosa de los Monteros y, sobre todo, el gobernador que había sido en años anteriores en California, don Matias de Armonia.

            El propio Padre Ramos de Lora hizo una información sobre todo aquello, rica en detalles y matices, lo que, sin duda fue ocasión para que el mismo virrey Antonio Maria Bucareli le encargara, poco después, la elaboración de una mas detallada información sobre el estado de las Misiones y pueblos de California.

            Aquel expediente, una vez debidamente instruido, fue pasado a manos del virrey con decreto del guardián del Colegio San Fernando de 8 de agosto de 1772. La actuación final del mismo tuvo lugar el 27 de octubre con dictamen del fiscal favorable a la conducta de los misioneros, al mismo tiempo que optaba porque se reprendiera al gobernador Barri su proceder..

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25.           Consigna este dato en su Respuesta a la sumaria hecha por el gobernador Felipe de Barri. (AGN., SecciOn Misiones,              vol. 12, fol. 39).


            Con ello se conformo el virrey en decreto del dia  30 de aquel mismo mes y así se hizo, según de ello ha quedado constancia en el expediente original.

            Así termin6 aquella contradicción, Y mal lo hubiera pasado el poco honorable gobernador silos religiosos hubieran reclamado contra su proceder tan poco correcto. Pero ya no interesaba ni una cosa ni otra desde el momento que las autoridades tenían determinado que aquellas misiones de California pasaran a manos de religiosos dominicos ante la imposibilidad que el Colegio manifestaba de atender tan gran número de puestos misionales en ambas Califor­nias Sur y Norte.

 

Ascensos del Padre Juan Ramos de Lora

            Grande fue el ascendiente que el Padre Ramos de Lora tuvo entre cuantos le conocieron, los cuales conservaron vivo su recuerdo a trabes de los anos. Tiempo despu6s de los sucesos que acabo de referir fue destinado de gobernador de California, Fernando de Rivera y Moncada el mismo que testimoni6 a favor de nuestro misionero en la sumaria del gobernador Barri, y desde allí escribía sin olvidarse de enviar saludos para su recordado Padre Juan Ramos de Lora. .

            Pero también el ascendiente y aprecio del Padre Ramos de Lora existió entre los religiosos sus mismos compañeros, lo que no siempre ocurre. Un indicio de este aprecio es el hecho de haber logrado en la votaci6n del 19 de diciembre de 1767, 19 votos para Comi­sario de todos los Colegios apost6licos de Propaganda Fide, superada en aquella ocasión únicamente por los 23 votos obtenidos por aquel otro gigante que se llamaba Padre Junípero Serra. Pero coma esto ocurría en unos momentos en que ambos misioneros estaban haciendo su viaje rumbo a las misiones de California y a muchos k-il6metros de Méjico v de su Colegio de San Fernando, fue escogido para el puesto de Comisario y Prefecto de las Misiones el Padre José García. hijo del mismo Colegio, aun cuando sola­mente había logrado a su favor 15 votos 27.

            A su regreso de las Misiones de California en 1772 muy pronto fue elegido el Padre Ramos de Lora Vicario y Discreto del Colegio San Fernando, según dato que suministra un documento del 3 de diciern‑

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26.           Así escribía, en efecto en carta de 9 de marzo de 1780 desde Raún al padre Rafael Verger: “Mis más finas y cordiales memorias a los Reverendos Padres Fray Miguel Campa, Fray Juan Ramos y Padre Sancho”. (AGN., Historia de Méjico, segunda serie, vol. 1, ff. 307-308v. Ha publicado esta carta el Padre Ernest J. Burrus, S.I. en: “Diario del capitán comandante Fernando de Rivera y Moncada, tomo 2, po. 500-502. Madrid, 1967).

 

27.        Datos tomados de la obra De Méjico a la Alta California (23).


mbre de aquel mismo año, consistente en unas amplísimas facultades que le concedió el Padre José García en su calidad de Comisario de las Misiones y Prefecto de aquel Colegio 28. Allí siguió trabajando como uno cualquiera de sus compañeros en los años siguientes, sin tener pensamientos de que su nombre pudiera sonar más allá de los muros de su Colegio. Pero Dios parece seguía el curso de sus pisadas y conocía cada uno de sus movimientos. Y era este mismo Dios quien tenía en sus designios levantarle y sacarle de entre aquellos muros. Su nombre sonó un día en el Consejo de Indias cuando se trató de presentar al rey candidatos para el obispado recién creado de Sonora y en Consulta elevada al rey Carlos III con fecha 29 de mayor de 1780 fue puesto en segundo lugar su nombre después del otro también franciscano padre Antonio de los Reyes, misionero del Colegio de Santa Cruz de Querétaro. Fue éste tuertamente recomendado por el confesor real ilustrísimo Fray Joaquín de Eleta, O.F.M. arzobispo titular de Tebas y , por lo mismo elegido por el monarca el 24 de agosto.

 

Al fin Obispo

            Muy bien pudiera pensarse que, después de haber sido propuesto una vez para obispo misionero, quedaría el Padre Ramos de Lora en puertas para cualquier otro nuevo obispado indiano.

            Estaba en gestiones en la corte hispana en aquellos mismos días la creación de un nuevo obispado en Mérida de Maracaibo (Venezuela). Casi todos los trámites necesarios para ello habían sido recorridos el 10 de julio de 1780, fecha e que la Cámara de Indias pasó a manos del rey el acuerdo favorable. Acusó recibo de la correspondiente Consulta el secretario del monarca el día 15 siguiente con una nota escrita por este mismo:

            ”Que la Cámara Consulte personas para este obispado”. Y a continuación anotó la     secretaría: “Fecho en 18 de            julio de 780”29.

            De una larga lista de nombres escogió el Consejo de Indias una terna final que presentó al monarca en Consulta de 31 de agosto de 1780. En ella no figuraba el nombre del Padre Juan Ramos de Lora. Incluso parece que entre los miembros de aquel alto organismo de consulta no existía conocimiento del nombre desconocido del misionero franciscano, ya que, entre las anotaciones que aún pueden verse puestas en los documentos, hay una que dice: ¡A este religioso

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28. Constan estos datos de una Patente del Padre José García a favor del Padre Ramos de Lora que se conserva en Archivo Arquidiocesano de Mérida (Venezuela), Sección Gobierno Eclesiástico, Carpeta 1 donde existe también otra Patene               del mismo tenor firmada por el Padre Matías Sanz en 1750 a favor del mismo Padre Ramos de Lora, muy  poco   después de su llegada al Colegio de San Fernando

 

29.           Pueden verse todos los pasos dados en este particular en mi obra : “Fray Juan Ramos de Lora, obispo insigne y      sembrador de cultura”, 81), pp. 3-18


nadie le conoce aquí...”Sin embargo, otra mano, seguramente posterior, añadió esta otra anotación “Fue propuesto en segundo lugar por la Cámara para el nuevo obispado de Sonora”30.

            Para los conocedores del procedimiento seguido en el nombramiento de obispos y de cualquier otro cargo en aquellos días, resultará un poco extraño lo ocurrido en esta ocasión. Casi siempre el rey elegía al presentado por el Consejo en primer lugar, quedando a salvo su libertad de soberano para elegir otro de los candidatos en segundo o tercer puestos dentro de la terna presentada. Lo que muy raras, rarísimas, veces ocurrió fue que el monarca eligiera a uno cuyo nombre no figurara en el terna. En todo caso, pedía al Consejo que presentara nuevos nombres, si los presentados no eran de su agrado. En este caso actuó fuera de los acostumbrado y de su puño y letra escribió el 28 de septiembre en el mismo documento donde figuraban los otros nombres de la terna: “Nombro a Fray Juan Ramos de Lora” 31.

            ¿Qué había pasado?. ¿Quién fue el que candidato e hizo destacar con tanta eficacia el nombre del franciscano ante el rey para que éste actuara fuera de lo acostumbrado y se inclinara a favor de fray Juan Ramos de Lora como futuro obispo de Mérida?. Sus antiguos biógrafos inclinase a ver en esto una directa intervención del omnipotente Ministro José de Gálvez, antiguo Visitador General en tierras de California y allí íntimo amigo del franciscano 32. Su intervención, sin embargo, no aparece clara en ningún documento. Puede que este sea el procedimiento en las actuaciones de los grandes diplomáticos como, sin duda lo era José de Gálvez. Lo que si aparece documentado es que Gálvez remitió con fecha 8 de septiembre de 1780 al confesor del rey Fray Joaquín de Eleta, arzobispo de Tebas, la Consulta que el Consejo de Indias había elevado al monarca en 31 de agosto anterior con la terna de los nombres propuestos para el nuevo obispado de Mérida. En el documento de remisión no hay alusión ninguna al nombre de Ramos de ora. El confesor real devolvió la Consulta con una nota marginal de su puño y letra redactada en estos términos:

            “Excelentísimo Señor: Siendo, como es este obispado de Mérida de Maracaibo de nuvea                erección necesita de sujeto de toda satisfacción y, teniéndola yo más que de todos los que   vienen Consultados del Padre Fray Juan Ramos de Lora,me parece es el más digno y benemerito para este de Mérida el mencio­nado Fray Juan Ramos de Lord' "33

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30.           Ob.cit., p. 18 donde podrán verse otros detalles y otras anotaciones del Consejo de Indias

31.           “Fray Juan Ramos de Lora”(1), p. 18.

32.           Uno de los que así opinaron fue el amigo del Ilustrismo Ramos de Lora en Mérida, Antonio Ignacio Rodríguez Picón,             el cual escribió en sus Apuntamientos: “Varón de virtudes  notables es el señor obispo Lora. Su elección se debe a             Don José de Gálvez, Ministro de su majestad el rey. En visita por el virreinato de Nueva España conoció el señor de     Gálvez de misionero a monseñor en la Alta California y supo apreciarlo en todo lo que vale”.(“El apellido Picón en             Venezuela” (4).

33.              Fray Juan Ramos de Loran, (1), p. 18.

 


            Fue este el primer documento oficial en donde aroma el nombre de nuestro hombre. 8Fue esta una idea surgida espontáneamente en el influyente confesor del rey, o seria mas bien, una escrita a sugerencias políticamente presentadas por el Ministro del Despa­cho Universal de Indias, José de Gálvez? Muy bien pudiera pensarse que haya sido este el modo como este movi6 los hilos de su política influencia, prefiriendo, mas que influir directamente sabré los miem­bros del Consejo de las Indias con una labor de dudosa eficacia, hacerlo entre bastidores a través de la influyente persona del con­fesor real. Lo que aparece como cierto es que Gálvez no trabajo este nombramiento en el Consejo de Indias, como lo hace suponer el hecho de que, en unas de las anotaciones puestas por los del mismo Consejo, se haya dejado constancia de quo allí nadie conocía el nombre de Ramos de Lora. Si acaso Gálvez trabaj6 la candida­tura del franciscano ante el Consejo, su labor no había logrado nada, ya que la terna presentada por el Consejo estaba integrada por otros nombres.

            La convicción generalizada fue de, que Ramos de Lora debi6 su promoción a José de Gálvez. El mismo Ramos de Lora alude a ello en su carta del dia  2 de marzo de 1781 en la que le dio a su amigo y pro­tector gracias correspondientes por su actuaci6n. En este mismo sen­tido abundaron los religiosos del Colegio San Fernando en la carta que dirigieron a Gálvez el 14 del mismo mes de marzo 34.

            Este misma fue la convicción de sus antiguos biógrafos y de cuantos le trataron en Mérida. El presbítero Enrique Maria Castro, en Ia biografía del obispo, alude a las intervenciones de José de Gálvez ante el Consejo de Indias desarrollando, coma Lino de sus argu­mentos, las palabras del evangelista San Mateo: "Es una lástima grande que esta luz este escondida debajo del celemín y no salga a brillar sobre el candelabro..." Ya dejo apuntado que no es probable que estos esfuerzos los haya realizado José de Gálvez ante el Consejo de Indias.

            Otro de los que opinaron a favor de la intervención de Gálvez y que muy bien pudo oírlo de boca del Ilustrísimo Ramos de Lora, fue el escritor merideño, coetáneo del prelado en Merida, Antonio Ignacio Rodríguez Picón En sus Apuntamientos diarios dei6 escrito:

            "Varón de virtudes notables es el señor obispo Lora. Su elección se debe a don lose de                Adives, Ministro de su                 majestad el rey. En visita por el virreinato de Nueva España,conoció el señor de Gálvez de misionero a Monseñor en         la Alta California y supo apreciarlo en todo lo que valel” 35

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34          Ob. Cit., pp. 20-21. Allí pueden leerse ambas cartas aludidas, la del Padre Ramos de Lora y la de los religiosos de San                 Fernando.

35        El apellido  Picón en Venezuela[4] ;Las anotaciones breves y certeras de Rodríguez  Picón ocasión habrá de ir       apuntándolas en los respectivos lugares

 

 

 

 

FALTA PAGINA 23

            Sea e tlodo wedsto lo que fuere,lo cierto es qwue quien promocionó  Fray JNuan Ramos de >Lora al puesto de obispo de Mérida de Maracaibo fuel el Ilustrísim Fray Joaquín de DEleta aún cuand nose puedan negar las posibles gestions realizadas dn su favor oo su su antiguamigo yadirador en tierras californianas.Incluso hay otro mmotivo para pensar en la intrervención indirecta de Don osé de Gálvez en las palabrads l arzobispo Frai JNoquín de Deleta< AL MANIFESTAR AUE GN-ÍA SATISFACCIÓN ELOSMÉRITOS DL Padre Juan Ramos de Lora más qwue2 de ningún oytto de lls que figuraban enla Consukta hedja al reu porf el Consejio.No veo como pueda admitirse aquella satisfacción a través deun conociminetgo directo que el confesor real puidrfa tdener del misionero franciscano

e cuaslmanifastó abitametgfe tener conocimiento de los n¡méritos

No e screible  este conocimidntgo dntre individuos tan didtantea.Lo que si parece seguro eas quel confesor del rey tenía aquelala satisfacción or la buebas realacon wue le había pasad DonJOsé de GÁLVEZ<  SOBRE LA VIDA Y MÉRITOS DEL PADRE Juan Ramos de lora

            Ocurriera d eunao de otra mnanera,LO CIERTO FUE QUE LA DECISIÓN DEL MONACA DE NLOMBRAR A Frau Juan Ramosa de Lora párale obispado de M´wefioda pasó de inmato al Consejo de Indias en cuyos documdngos protocolarios se acjuda el rea.  Decretp el día 29 de septie,mbrfw de 1780,al díasiguient de la real solucób.El día 30 comunicò el Consej a Fray Juan en carta que le,remitio pot via secreta la real determinación al tfiempo que le urgía una rápida contstación para elevarla al conocimsnrf del soberano 36

            Esta carta dekl Conzsejo de las >Indias nio debió llegar a manos ddesu destnatario antes del fin ek mes de  febrero delao siguiente de 1781 fecha en la qe sztab a el adfe Frat Juan de morad rene Colegio an Fernando deMéjioco dexdedonde contestó el día 2 demarzo en cata dirigida Don osé de Gálvez<.El hecho de que desata carta no esté escfjra< de puño y ltra el mszkl Pafra Fray Juna  de quien es unicame nte ña nconfundible firma,hace pebsar que tyala noticia no se quedó en secreto desde aquellos momentos 37

            Una veaen poder el rey la carta,la remitió éstde o medio del ministro Don José ed Ga´lvez al Consejo delas Indias con ddecreto fwexcha en El Escorfual el día 19 deoctubre de 1781 38.l día 22 de aquel mismo mea acordó el Consejo:

            “Cúmplse lo qu su majestad manda

            Tantoel rey como el Conseo delas Inxias debieron quedar muy a<gradablmete impresionados opior los t´dermisn delicados y humide llegó rdartcada la carta del Padre Juan Ramos de Lora aceptando el nombramiento para tan alta dignidad, admirable a los angeles, como exclamara en uno de los primeros documentos escritos una vez llegado a su diócesis de Mérida de Maracaibo.

            He aquí los términos de aquel exquisito documento:

             "La dignidad a que la real, clemencia se ha servido sublimarme, cotejada con la miseria de mi demérito, me ha dado bastante ocasión de confianza, por lo que, sin acertar a rendir las debidas gracias a su majestad y las correspondientes a vuestra Excelencia, cumpliendo con la real orden de 30 de septiembre de 1780, solo debo manifestar a vuestra Excelencia que, desde que por la divina gracia acepte su vocación en el Instituto de mi seráfica sagrada Orden, me resigne a no tener voluntad propia, rindiéndole a Dios y a mis superiores que le re­presentan, y siéndole tan inmediata y principal nuestro Católico Soberano, como que me falta libertad y albedrío para resistir lo que conozco que podré' por mi desempeñar No puedo hacer otra cosa que sacrificarme a la obediencia, confiado en que aquella misma gracia divina que movido la promoción, ayudara mi debilidad para el correspondiente desempeño de tan altas obligaciones.             Dios guarde la importante vida de vuestra Excelencia machos arios. Colegio de San         Fernando de Méjico y marzo 2 de 1781. - Fray Juan Ramos de Lora.-Excelentísimo Señor José Calvez" 39

 

 

Tramitaciones para el nombramiento

            En el citado decreto real de 19 de octubre de 1781 ordenaba el rey a su Consejo de Indias que procediera a pedir a la Santa Sede ]as correspondientes bolas. Para ello, y como resultado de la labor del Consejo, firmo el monarca una Cedula el 27 de abril de 1782 en­cargando al embajador español ante la Santa Sede que las gestionara.

            Manifestaba en la citada Cedula el monarca que, habiendo recono­cido

                "cuanto conviene hacer elección de persona de literatura, buena vida y ejemplo para el             expresado obispado, la he hecho de Fray Juan Ramos de Lora, religioso francisco en el            Colegio de misioneros de San Fernando de Méjico, por la cabal satisfacción que tengo de        su idoneidad y suficiencia y par que espero que Dios nuestro Señor sea servido con esta             provisión, aquella santa iglesia [será] bien servida y administrada y mi conciencia descargada en esta pare» 40.

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39.              Ob. cit., p. 20.

40.             Ob. cit., Estos varios detalles pueden verse en las paginas 26 y 27.

 


            Este documento fue remitido al embajador de España en Roma el 23 de mayo de 1782. Al mismo tiempo fueron remitidos a la corte pontificia todos los informes sobre la persona del candidato cuyo nombre debió ser una magnifica recomendación para que el nom­bramiento pudiera seguir su curso sin tropiezos. El nombramiento tuvo lugar en el Consistorio de 23 de setiembre de aquel mismo año 1782. Profundamente significativas son las palabras con las cua­les accedió el Sumo Pontífice a tal nombramiento.

               "Después de una larga deliberación con nuestros Hermanos los Cardenales de la santa iglesia romana a fin de buscar una persona de utilidad y fruto Para ponerla al frente de esta misma iglesia (Mérida), dirigimos, por fin, los ojos de nuestra mente a Ti que eres conocidamente profeso en la Orden de Frailes Menores de San Francisco, Maestro en teología, nacido de legitimo matrimonio y de honrados y cristianos padres en la diócesis de Sevilla, de sesenta y un años de edad y constituido desde hace ya bastantes anos en el orden del santo presbiterado, que has dada pruebas de celo, de piedad y de prudencia en el desempeño de las santas misiones..., constándonos, además, por testimo­nios fidedignos del celo religioso, de la limpieza de vida, de la honestidad de costumbres, de la providencia en las cosas espirituales, de la circunspección en las temporales y de otros dones de muy varias virtudes, después de meditadas con la debida reflexión estas cosas y, después de recibido el asesoramiento de nuestros Hermanos en relación con lo destacado de tus méritos, proveemos por autorizad apostólica en la persona la referida iglesia de Mérida y lo nombramos su obispo y pastor y Te cometemos plenariamente en lo espiritual y temporal el cuidado y la administración de la mis­ma..."41.

            Aun a través de su estilo protocolario transcienden estas anteriores palabras una intima y profunda satisfacción del Sumo Pontífice en el momento de nombrar al Padre Ramos de Lora obispo de la nueva diócesis de Mérida.

            El embajador español en Roma se apresuro a remitir a la corte de Madrid con carta del 2 de octubre de 1782 las bulas originales y sus copias, las cuales fueron remitidas al Consejo de Indias con carta del 20 del mismo mes por Juan Fernando de Aguirre. El Consejo, después del estudio y análisis de su contenido, acordó remitirlas en 23 del mismo mes al fiscal cuya respuesta del 6 de diciembre fue favorable al pase de las mismas. El veredicto final de la Cámara es del 16 de diciembre, sigue puede comprobarse por el certificado del oficial José Antonio Cornejo de 15 de enero de 1783. 42

            Las bulas y sus copias fueron entregadas por la secretaria de la Nueva España al apoderado del Padre Ramos de Lora en Madrid, Alejandro Freile, el 27 de enero de 1783, según nota puesta por el mismo apoderado al momento de recibir los documentos .43

41.

Ob.

ci.t,,

pp.

28 y 327.

42.

O b.

cit.,

pp.

39-43.

43.

Ob,

cit,,

p,

40.

 

'

 


            Del dia 15 de enero de 1783 fueron las ejecutoriales firmadas por el rey a favor del padre Ramos de Lora a quien fueron remitidas por José de Gálvez a través del virrey de Nueva España con carta del dia  29 de marzo de 1783.

            El dia 17 del mismo mes de enero firm6 el rey una serie de Cedulas que deberían ser remitidas a todas las autoridades interesadas en la erección del nuevo obispado "44.

            La carta de Gálvez con las bulas pontificias y la ejecutorial para poder tomar posesión del obispado llegaron a manes de Ramos de Lora el 9 de junio de 1783, según el mismo lo escribió en carta de contestación de 29 del mismo mes 45.

            Aquel fue un día de júbilo para el Colegio de San Fernando de Méjico. A esta ocasión podría muy bien referirse lo narrado por los biógrafos del futuro prelado, tomándolo de antiguos testigos que probablemente /o habían escuchado de boca del mismo Ramos de Lora. Enrique Maria Castro afirrn6 que Ramos de Lora se encontra­ba muy tranquilo en su celda conventual remendando su pobre habito franciscano cuando, de pronto, se dejo oír un repique de campanas en el gran torreón de la iglesia. La algarabía de los bron­ces conventuales sonaba a algo insólito para los vecinos del Colegio de San Fernando y aún para los frailes que pudieran estar ignorantes de la causa, por cuanto no existía motivo alguno conocido de tan festiva manifestación. Muy probablemente fuera uno de los administrados el propio Fray Juan Ramos de Lora.

            Antes de que soltara de su mano la aguja con que remendaba el habito, dejosé oír por el claustro el bullicio alegre y desacostumbrado de los religiosos que se acercaba-n. El eco sonoro de los nudillos de una mano en la puerta de su celda sacarónle de su ocupaci6n. "Ave Maria Purísima", debi6 decir Ramos de Lora desde adentro; y con la rapidez que pudo abri6 la puerta. Allí estaban en fraternal reunión todos los religiosos de aquella comunidad amiga para feli­citarle efusivamente. En nombre de todos, hablo el superior y dijo: "Saluda reverente at Ilustrísimo obispo de Mérida de Maracaibo".

            El humilde obispo preconizado hincóse humildemente en presencia de su prelado y de sus hermanos y compañeros y, ante ellos come testigos, protest6 que no era digno de tal cargo. Incluso afirman su bi6grafos que manifest6 sus deseos de renunciar y verse libre de aquella honorífica distinción. Anim6le el prelado, diciendo que si el no lo había buscando, era evidente que allí estaba el dedo y mano de Dios. Litigase la santa voluntad, Señor, debió musitar el humilde y obediente Padre Juan Ramos de Lora en aquel momento Y la voluntad de Dios se haría y el virtuoso franciscano tendría que despedirse para siempre de sus cosas queridas:de su Colegio, el de los imborrables recuerdos y de aquellos sus hermanos y compañeros de fatigas apostólicas.

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44     Ob. cit. Las ejecutoriales, en piginas 45-47 y las Celulas, en paginas 47-

45    Ob. cit., pp. 52-53.


            Ya no volvería a ver ni Sierra Gorda ni California, porque millares de leguas le separarían de aquellos recordados rincones de Nueva España donde él dejaría un pedazo de su alma.

 

Preparando su consagración

            Una vez recibidas las bulas pontificias y todos los demás documentos necesarios, procedió el Padre RL a dar los pasos necesarios para su consagración episcopal.

            Algunas gestiones había realizado ya con anterioridad para obtener una ayuda de costa para los gastos más precisos. El 12 de diciembre de 1781 había presentado al rey su apoderado en Madrid Alejandro Freile una petición en tal sentido, la cual fue remitida por José de Gálvez al Consejo de Indias con carta de 18 del mismo mes. El Consejo envió la petición a la Contaduría General y al fiscal del Consejo  que informaran sobre ella. La contaduría envió su informe el 14 de enero de 1782 y el fiscal el suyo el 2 de febrero, ambos igualmente favorables. Especificaba el fiscal que la ayuda se concediera “sobre vacantes mayores y menores de la iglesias inmediatas o, en caso de no haber cabimiento en ellas, que se satisfagan de cualquiera caudal de real hacienda en las cajas de Santa Fe o Caracas con calidad de reintegro..” 46.

            A vista de los términos de la Cámara, acordes con lo propuesto por el fiscal, accedió a ello el rey con estas palabras: “Como parece y así lo he mandado” 47.

            A consecuencia de estos acuerdos, se le ordenó al Intendente de Caracas con fecha de 7 de abril de 1782 que hiciera efectivo el pago de 4.000 pesos en aquellas reales cajas de la existencia de vacantes mayores y menores 48. El apoderado del PL en Madrid le comunicó equivocadamente en carta de 22 de junio de 1782 que la citada cantidad había sido concedida sobre las cajas de Méjico. Esta información equivocada dio origen a una serie de gestiones en la capital de Nuevas España, colaborando a ello, en gran parte, el hecho de que nada se le comunicó de oficio y con claridad a Ramos de Lora 49.

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46.           Ob. Cit. Los aludidos documentos pueden verse en páginas 22-26. Las palabras del fiscal, en página 24.

47.           Ob. Cit., p. 26.

48.           Ob. Cit., o. LXII, Nº 274.

49.           La fecha de la carta de 22 de junio la da el mismo Ramos de Lora en su carta a Gálvez de 29 de junio de 1783.

                 (Ob. Cit., p. 52)    “Con fecha de 22 de junio de el año anterior de 82 me comunicó mi apoderado Don Alejandro        Freile  haberse servido su             majestad mandar se me librasen en las reales cajas de esta capital (Méjico) 4.000 pesos de               ayuda de costa para la habilitación de mis despachos, impetración de bulas pontificas y transporte a mi nueva   diócesis de Mérida y habiendo solicitado en las oficinas correspondientes la real orden de Cédula que se me    asegura haberse expedido a principios del mismo año de 82, no se valla que haiga llegado”. (Ob. Cit., p. 52).

 


            Dirigióse este en carta del 20 de junio al virrey de Nueva España, exponiéndole la necesidad que tenia de aquella cantidad cuya concesión tenia por segura, aun cuando no se tenia conocimiento del paradero de la real orden correspondiente. "En tales circunstancias me veo con. la indispensable obligación de satisfacer no solo la re­ferida libranza, sino también otros inexcusables gastos que me han sido y son consiguientes a el desempeño de las confianzas que, para la presentación a la mitra, tuvo a bien su majestad hacer sin algún merito ni oficios de mi parte . Los destinos de esta ayuda son tan urgentes como los de los alimentos, pues de ella pende la habilita­ción de mi transporte y el cumplimiento de las obligaciones contraídas... Yo no tengo algún otro arbitrio ni persona a quien ocu­rrir, ni seria justo la solicitase cuando, con casi evidente certidum­bre, se que la piedad del rey ha ordenado se libren los 4.000 pesos que de ayuda de costa me asign4 su bondad contra las reales cajas de esta ciudad..."50.

            No existieron dificultades a este ruego de Ramos de Lora, en parte sin duda por darse la circunstancia de ser, a la sazón, virrey Matías de Gálvez, hermano del omnipotente José de Gálvez y buen amigo del preconizado obispo. Por eso, al día siguiente de formulada par este la petición, dio orden el virrey para que le fuera entregada la cantidad solicitada "con tal de que asegure en el modo que mani­fiesta las resultas de lo que determine su majestad a quien se dará cuenta, con copia, de ese papel y decreto" 51.

            El Consejo aprob6 plenamente lo ejecutado por el virrey en este punto con fecha 31 de octubre de 1783, al mismo tiempo que acord6 informar de todo a Fray Juan Ramos de Lora y dar nueva orden al Intendente de Caracas a fin de que reintegrara a las reales cajas de Méjico los 4.000 pesos. La orden al Intendente de Caracas tiene fecha de 31 de octubre y en contestación manifest6 en 31 de mar­zo de 1784 haber dada cumplimiento a la misma. El virrey Matías Gálvez acuso recibo de la comunicaci6n que se le dirigió, en carta de 24 de marzo de 1784. También con fecha de 31 de octubre se le comunic6 todo a Ramos de Lora.

            Así terminó aquel pequeño incidente a que había dada origen una falta de información precisa de su apoderado en la corte española 52.

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50.          Ob. cit., p. 48.

51.            Oh. cit., p. 50. De acuerdo con lo decretado, escribi6 el virrey Matías de Gálvez a su hermano una carta el 26 de junio,               dándole cuenta de todo lo hecho y actuado, "atendiendo al carácter de este prelado, a los ningunos arbitrios que, Par            razón de su Instituto religioso, le acompañan y a ser importantes y ejecu­tivos los fines en que deben invertirse los        cuatro mil pesos".

52.       Algunos de los datos apuntados en este aparte pueden leerse en la obra tantas veces aludida, pagina 51. La aprobación         al virrey de Nueva España, en AGI., Santo Domingo, 948, (Ob. cit., p. LXII). La contestación del virrey, en AGI., 1. c.               (Ob. cit., p. LXIII, N? 286). El acuse de haber recibido la nueva comu­nicaci6n que se le hizo a Ramos de Lora consta       en AGI., 1. c. (Ob. cit., p. LXII, NQ 284).

 


            Laas gestiones para que el Padre Ramos de Lora puidiera recibir la consagración episcopal fueron desasrollándose sin mayordes complicaciones.El día 15 de enero de  1783 firmó el rey las ejecutoriailes del nuevo obissado,consideradas necesarias para que las  autorfidades le recibieran al desempeño del allto cargo,siéndole remitijdo el correspondientee documento por Don José de Gálvez a través del virrey su hemano cn carta del dia 29 de marzo,según dato faccikitado poel mizmso Pafdre Juan Ramos en carta del dia 29 de junio .Otro dato apuntado es que las bulas le habian sido entregadas junto con las ejecutorfiales el dia 9 del mimso mes de junio 53 

                “Certigficamos y damos fe que en conformidad de l bula de nudestrfo Santísimo padre y Seor Piio apa VI,dada en Roma en Santa maría la mayoren 24 de setiemnbre del año psado de 1782 y de su pontificadoek año octavo y de la real Cedula ejecutorial de su magestad, que Dios guarde, fecha en el real sitio del Pardo a 15 de enero de 1783, que presenta el Ilustrísimo Señor Don Fray Juan Ramos de Lora, electo obispo de Mérida de Maracaibo y del Consejo de su majestad..., ha­biendo precedido el juramento de fidelidad y obediencia a la Santa Sede .. y estando en la capilla de nuestro palacio, sito en esta villa [Tacubayaj hoy dia 22 de junio de este presente afio y dominica segunda Post Pentecostés, infra octavam Corporis Christi,entre siete y ocho de la manana, procedimos a dar y dimos al nominado Ilustrísimo Senor Don Fray Juan Ramos de Lora la sagrada consagra­cion en debida forma" 58.

            A la consagraci6n episcopal asistió lo mas distinguido de la ciudad de Méjico. El obispo consagrante hizo constar con su testimonio que asistieron, fuera de los que allí nominalmente cita, "otras muchas personas distinguidas y religiosos de los dos enunciados conventos".

            Uno de estos conventos, no cabe ni dudarlo, fue el de San Fernando. Alli estaban todos aquellos viejos amigos y hermanos aplaudiendo, fervorosos, la exaltación de su compañero de trabajos y fatigas apostólicass.

            Después de lo escrito queda completamente descartada Puebla de los Angeles como lugar de la consagración episcopal de Ramos de Lora. Este acto tuvo lugar en la capilla del palacio arzobispal de Méjico, situado en la villa de Tacubaya, no lejos, entonces, del centro de la capital de Nueva España, formando, formando hoy, parte del distrito metropolitano de la ciudad de Méjico.

            Después de su consagración, quiso el Ilustrísimo Ramos de Lora enviar los justificativos del acto a España, lo que no pudo realizar, sin embargo, hasta el 19 de julio con carta de este mismo día .

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56            Ob. cit., p. 56. El excelentísimo Fray Juan Ramos de Lora tenia facultad de elegir libremente el obispo consagrante.   Te concedemos (decía la bula de nombramiento) que antes de que lo introduzcas en el régimen  administración de la dicha iglesia de  Mérida emitas en manos do cualquier obispo, el que Tu prefieras, en amistad y comunión con la Silla Apostólica, la profesión de fe católica según la fórmula que va en nuestra adjunta bula". (Ob. cit., p. 328) . Otra de las bulas dice: 'Te concedemos a Ti que eres presbítero el que puedas recibir el don de la consagración do cualquier obispo católico, el que Tú prefieras, teniendo el la gracia y comunión con la Silla Apostólica y estan­do asistido en este acto de dos personas constituidas en dignidad eclesiástica". (Ob. cit,, p. 330) . Otra de las bulas esta dirigida al obispo consagrante esco­gido par Ramos de Lora. "Por lo cual Te mandamos par documento apostólico que cuides de recibir del electo Juan la profesión de fe de acuerdo a la formula indicada". (0b. cit., p. 36).

Certifica el ilustre prelado y luego virrey de Nueva España, Haro Peralta, el cumplimiento de todos los requisitos necesarios y pedidos tanto per el Sumo Pontífice, coma por el monarca hispano.

57      Ob. cit., p. 55. Para ser exacto debe decirse que el 19 de julio escribió la carta que deposita en la secretaria del virrey      "Para cuando se despache el aviso de este mes que ya esta próximo".


Preparando el viaje a su obispado

            Es preciso descartar la ida de Ramos de Lora a Santo Domingo y su posterior regreso a Nueva España, como parece apuntar García Chuecos. Lo único a que aludió el prelado fue a la remisión de los documentos al la real Audiencia de la Española cuyo permiso consideraba necesario para poder tomar posesión de su obispado. Escribió en carta de 29 de junio de 1783:

                        Lo quedo esperando todo para poderlo remitir, con el juramento que debo hacer, a la Audiencia de Santo Domingo por el correo ordinario, para que no se retarde su despacho, y ponerme en camino para mi destino, en donde esperaré las órdenes y despachos de la sobredicha real Audiencia para tomar posesión de el obispado58.

            En cédula de 10 de noviembre de 1783 expresó el monarca hispano deseos de que el Ilustrísimo Ramos de Lora pasase a España a recibir allí la consagración episcopal, como parecen insinuarlo las siguientes palabras. “Por tanto, os ruego y encargo dispongáis lo necesario para vuestro viaje y consagración en este reino59.

            Si los deseos del monarca eran que el Ilustrísimo Ramos de Lora pasase a España a consagrarse, la manifestación de los mismos llegaba ya demasiado tarde, cuando ya el prelado, no sólo había recibido la consagración, sino que estaba de viaje rumbo a sus obispado de Mérida y muy lejos de la ciudad de Méjico.

 

Etapas del Viaje

            El Ilustrísimo Ramos de Lora realizó su viaje desde Méjico a Maracaibo, iniciando los preparativos de salida muy luego de su consagración. Ya en carta de 29 de junio de 1783 escribió a José de Gálvez:

            “Yo quedo bueno y sano de el todo, ya días hace, de mis pasados achaques y con bastante robustez para emprender          mi viaje”.

            A los preparativos del viaje aludió en carta posterior del dia 19 de julio.

            “Ahora que ya estoy disponiendo mi salida de esta capital para mi destino, no obstante que      pienso no poderme                 embarcar por el mal tiempo hasta octubre, me prevengo de antemano y  dejo escrita ésta en la que incluyo            los                 sobredichos documentos para los fines a que se deben dirigir”61.

            Resulta admirable el tesón de aquel hombre bastante cargado de años, agravados por el peso de molestias enfermedades que tenían minado su hercúleo organismo. El hallarse sano, de momento, le alentaba a efectuar el vije sin  que le arredrara la perspectiva de lo largo  y difícil del mismo.

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58. Ob. Cit., p. 52

59. Ob. cit., p. 333.

60. Ob. Cit., p. 53.

61. Ob. Cit., p. 54


             Tampoco le retenía el sentimiento que pudiera causarle el dejar aquellas tierras regadas con el sudor de su cuerpo y en donde quedaban muchas y buenas amistades de las que debería despedirse para siempre ya que su edad de 61 años y el largo viaje que iba a emprender no podrían suministrarle otras esperanzas.

            Sobre el momento exacto de su salida de Méjico no existe dato alguno, ni tampoco sobre las etapas del viaje. Únicamente aludió él mismo a las penalidades que debió sufrir en la etapa de Méjico a Veracruz, en carta de 16 de agosto de 1784 escrita a José de Gálvez:

            Por las adjuntas copias conocerá vuestra Excelencia que, habiéndoseme agravado    varios males de que           adolecía, con el viaje de Méjico  a Veracruz, me vi allí en la                necesidad de solicitar cirujano que en la mar me      asistiese y previniese las incidencias que   podían sobrevenir de varias úlceras que me habían casi imposibilitado            las piernas”. 62.

            Por la fecha de las licencias concedidas en Veracruz al médico cirujano Sebastián Guzmán para que pudiera acompañar al Ilustrísimo prelado durante el viaje, es conocida la de la estancia de éste en aquella ciudad. Las licencias fueron franqueadas el 10 de noviembre de 1783 63.

            Otro dato que fija la fecha de su estancia en la ciudad de Veracruz es el certificado hecho el dia 12 de noviembre por el juez receptor del juzgado eclesiástico de aquella ciudad Joaquín de Hoyos y Zarasti de las copias realizadas de las bulas pontificas. Este hecho de mandar sacar allí estas copias hace pensar que su estancia en aquella ciudad debió prolongarse durante varios días. Por lo menos consta que allí estuvo durante los días 10, 11, y 12 de noviembre, siendo sin duda el mal tiempo a que aludió en mas de una ocasión la causa de aquella detención.

            Salidos de Veracruz, el mal tiempo les obligó a tomar rumbo a La Habana.

            A causa de los malos tiempos, arribamos a la Habana””,

            Sigue escribiendo en la citada carta. del dia 22 de diciembre es el permiso dado por el marqués de Camacho en la Habana al cirujano Sebastián Guzmán para que pudiera proseguir acompañando al obispo.

            No se conocen más detalles de su peregrinación marítima. Únicamente se sabe por la aludida carta de 16 de agosto de 1784 que resultó penosa y larga.

            Nuestra penosa y larga navegación nos detuvo demasiado en la mar y reagravó mis males que han permanecido hasta el presente en que me hallo algo restablecido con sola la asistencia del Doctor Sebastián, aunque no he podido adquirir perfecta salud64.

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62. Ob. Cit., p. 99

63. Ob. Cit. Pp. 337-338.

64. Ob. Cit., p.99,


            El mal recuerdo de aquel viaje transoceánico afloro reiteradamente en su correspondencia epistolar, como puede verse en cartas de 3 de abril y 31 de julio de 1784 65.

            No consta si el viaje lo realizó totalmente en una cola embarcación o Si cambió durante las distintas etapas del mismo. Lo cierto es que su llegada a Maracaibo tuvo lugar en el paquebot denominado "Nuestra Señora del Rosario".

            Sobre la fecha exacta de la llegada (dato, por lo demás, de muy escasa importancia) no existe acuerdo en los documentos de aquellos días, pues al paso que unos hablan del día 15, otros hablan del 16 de marzo de 1784.

            Señalan el día 15 el gobernador de Maracaibo Francisco de Arce en su carta de 6 de abril y el gobernador de Caracas Manuel González, en otra suya del 27 del mismo mes, avisando ambos al rey la no­ticia del arribo del prelado. La carta del primero sirvió de fuente de dato al segundo 66.

            El mismo día 15 da como fecha el secretario del obispo Vicente Climent Gil en carta de 27 de marzo al vicario y juez eclesiástico Juan José Paredes. "El Ilustrísimo señor obispo de Mérida de Maracaibo, mi amo y señor, me manda... noticie a vuestra merced llegó a esta ciudad el 15 del que acaba, donde permanecerá hasta recuperar su quebrantada salud" 67.

            En carta de 21 de marzo comunico el Ilustrísimo Ramos de Lora al obispo de Caracas Mariano Martí su llegada a Maracaibo, dando como fecha el da 15 de aquel mes 68

            Existen también datos a favor del día 16 de marzo. Uno es la carta de 3 de abril escrita por el mismo Ramos de Lora a José de Gálvez. "Habiendo llegado a esta ciudad el 16 de marzo del presente año o, después de un penoso y dilatado viaje que me ha causado no poca indisposición de salud ..." 69.

            El dato que más fuerza parece hacer a favor de este día 16 es la carta del administrador de la aduana de Maracaibo, José Trinidad Frías, a Rafael Sulbar6n, en donde le dice: "Habiéndose advertido que en la entrada del paquebot Nuestra Señora del Rosario en 16 de marzo del año pasado..."'70.

            En presencia de estos varios testimonios discordantes entre si uno piensa en darle una solución afirmando que muy bien pudo haber llegado el barco el día 15 sin haber realizado aquel día la salida a

65.          Ob. cit., pp. 69 y 82.

66.          Ob. cit., p. 64.

67.          Ob. cit., pp. 335-336.

68.          Ob. cit., p. 74.

69.          0 b. cit., p. 69.

70.            Chalbaud Cardona [55], tomo 1, p. 57.


       Tierra sus ocupantes, posiblemente por haber llegado en horas muy avanzadas. Solo así se explicaría que, de hecho llegó el prelado a Maracaibo el día 15, si bien para los efectos, la llegada se consideró el día 16 que fue el de la salida a tierra.

            El equipaje que traía consigo el Ilustrismo obispo no fue muy grande a juzgar por lo que apuntaron posteriormente con rigor inaudito los encargados de la real hacienda en Maracaibo. Y lo que más extraña aún es que se le hayan cobrado los correspondientes derechos no en este momento de su llegada, sino posteriormente. Esto hace pensar en una pequeña venganza de las autoridades del puerto contra el prelado después de haber este abandonado la ciudad de Maracaibo para trasladarse a Mérida. ¿Podrá esta mi suposición tener visos de probavilidad? Ni siquiera el prelado vio libres de los impuestos los 24 ejemplares que había traído consigo, como el mejor tesoro, del Arte de Nebrija, sino que debió pagar por cada uno un alto impuesto de cinco reales71.

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71.                 Por curioso, más que por otra cosa quiero publicar aquí el documento donde quedó constancia de todo aquello, aun cuando ha sido publicado ya por Chalbaud Cardona(55), tomo 1, pp.58-59. El docuemnto dice::”Ajustamiento de los derechos reales que debe contribuir el Ilustrísmo y Reverendísimo señor obispo diocesano Don Fray Juan Ramos de Lora conforme a lo prevenido en real Orden de 5 de noviembre de 1770 por los géneros y efectos que condujo en el paquebot”Nuestra Señora del rosario” que entró en este puerto en 16 de marzo de 1784:

12 piezas bretañas anchas contrahechos a 5 y medio pesos................................528

6 dichas id. Angostas legítimas, a 38 y medio reales..........................................228

2 dichas de roan contrahecho, a 17 pesos............................................................272

3 dichas de bramante con 247 varas a 3 y medio reales.....................................864,50

2 dichas, sarasa ordinaria, a 15 pesos.................................................................240

4 dichas, estopilla id. A 8 pesos.........................................................................256

1 dicha, lanilla negra en.....................................................................................152

40 varas, damasco encarnado, a 20 reales         .............................................800

2 docenas de Artes de Nebrija, a 60 reales.........................................................120

                                                                                                                                   3.460,50

Deducción

 

Por el 5% de almojarifazgo deducido de la cantidad de 3.460

   reales de plata...........................................................................................      ..173

Por el 4% de alcabala de mar de la misma cantidad.......................................  138,50

Por el 2% de armada barlovento id. id..................................................... ..       86,50

                                                                                                                    ––––––––––

                                                                                      Reales de plata                         398

 

                               Importan los reales derechos de este ayuntamiento trescientos noventa y ocho reales de plata. Maracaibo,           julio 21 de 1785.-José Trinidad Farías.-Ejecutóse con mi intervención. Por ocupación del señor Contador                          princiapla, su oficial mayor.-Fecha ut supra.-Juan Mancebo y Castañeda.

 

                                                                                                                                                                                                           

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                

Toma de posesión del obispado

            También la toma de posesión tenia sus reglas a las que seria pre­ciso someterse de acuerdo con los postulados del real patronato existente sobre todos los obispados de Indias. Para ello había dado el rey su real Cedula ejecutorial dirigida al gobernador y capitán general de la isla. Española, al regente y oidores de la real Audiencia de Santo Domingo

            "y a otros cualesquier jueces y justicias de ella y de la provincia de Maracaibo". En lo esencial a nuestro propósito dice este real documento: "Y despachadas sus bulas, se han presen­tado por su parte (de Ramos de Lora) en mi Consejo de la Cámara de las Indias, suplicándome que, conforme al tenor de ellas me dignase mandar darlas el pase y expedir et correspondiente despacho para que pueda servir su obispado y poner sus provisores, vicarios y otros oficiales. Y, en su vista y de lo expuesto por mi fiscal, lo he tenido a bien, mediante lo cual (y precediendo el que el nomi­nada Fray Juan Ramos de Lora haga el juramento acostumbrado, conforme a lo dispuesto por ley 1, titulo 7, libro 1 de la recopilación de esos reinos de guardar y cumplir todo lo concerniente a las reglas y derechos de mi real patronato y de que no irá ni vendrá en cosa alguna contra lo comprendido en el, y asimismo, que observad la ley 13, titulo 3, libro 1 de la Nueva Recopilación de estos reinos de Castilla, no estorbando la cobranza de mis dere­chos y rentas reales, ni la de los novenos que en los diezmos del mencionado nuevo obispado me pertenecieren, sino que, antes bien, los dejará pedir y cobrar a la persona o personas a cuyo cargo fuere su administración  lisa y llanamente, sin contradicción  alguna), os ordeno y mando a todos y a cada uno de vos que, reconociendo las

  La real Orden a que se atuvieron los encargados de la real hacienda de Mara­caibo para cobrar al Ilustrísimo Ramos de Lora tan elevados derechos habiales sido comunicada por el Intendente de la provincia de Caracas José de Abalos en el siguiente oficio:

"Con fecha 5 de noviembre de 1779 me dice el Excelentísimo señor Don José  Gálvez lo                           siguiente..

 El rey se ha servido declarar por regla general que todos los equipajes de los provistos para dignidades y empleos y demás personas que pasan a Indias deben reconocerse exactamente en las aduanas de los puertos de España y los de esos dominios y exigirse en unos y otros por los efectos que embarquen los derechos establecidos en los aranceles del nuevo Reglamento, a excepción de las ropas hechas y de use de las mismas personas y su familia y criados y de los pontifícales de los arzo­bispos y obispos destinados a las mitras de América e islas adyacentes a ellas. Se lo prevengo a vuestra Señoría de real Orden para su inteligencia y puntual cumplimiento en la parte que le pertenezca".

“En su consecuencia, prevengo a vuestras mercedes su cumplimiento en los casos que se ofrezcan y que me den aviso del recibo para mi inteligencia. Dios guarde a vuestras mercedes muchos años. Caracas, 22 de marzo de 1780. — José de Arbalos".

Si bien se estudia este documento, debería entenderse de las mercancías que pasaran de España a Indias. No se habla, en ningún momento, de las que pudieran circular entre los distintos puertos de Indias. De todos modos, los encargados de la real hacienda obligaron a Ramos de Lora a pagar y el no puso objeciones al pago, aun en momentos en que contaba con muy escasas posibilidades económicas.


bulas originales o su traslado autorizado en forma jurídica, observéis su tenor, dando y hacienda dar al expresado Fray Juan Ramos de Lora la posesión del referido obispado y le tengáis por tal obispo y prelado de el y le dejéis hacer su oficio y que use y ejerza su jurisdicción por si y par sus vicarios y oficiales en aquellos casos y cosas que, según derecho y bulas pontificias y leyes de mis reinos ,lo puede y debe ejecutar y que se le acuda con las rentas, diezmos y réditos y demás cosas que, como a tal obispo de Mérida de Ma­racaibo, le pertenecieren y se le asignaren con forme a su ere­cción"72.

Para reponerse algún tanto de las fatigas de su largo viaje y, sin duda, para dar tiempo a fin de que las autoridades de la provincia de Maracaibo pudieran, a su gusto, examinar los documentos que el mismo había presentado y pudieran también disponer todo lo necesario para darle la posesión del obispado, tomó el Ilustrísimo Ramos de Lora el breve descanso de uno o dos días.

De las ceremonias dispuestas para el acto del juramento no ha que­dado rastro. Únicamente existe el auto en que se dio constancia del oficio presentado por el obispo con exhibición de los documentos necesarios y petición para que se le hiciera entrega del obispado. Por el mismo auto consta que el prelado hizo el juramento en presencia del notario José Miguel Balbuena. Par una carta del go­bernador Francisco de Arce ha quedado constancia de haber tenido esta ceremonia lugar en la iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo de Maracaibo 73.

El documento donde ha quedado constancia del juramento hecho por el Ilustrísimo Ramos de Lora dice:

"AUTO. — Maracaibo, 18 de marzo de 1784.

Vistas las bulas pontificias libradas en Roma por nuestro Santísimo Padre Pío Papa VI en 24 de septiembre de 1782 y el real despacho dada en El Pardo en 15 de enero del 83 con que requiere al gobierno el Ilustrísimo señor don Fray ,Juan Ramos de Lora, del Consejo de su majestad y meritísimo obispo de esta diócesis de Mérida de Maracaibo y acreditan habérsele conferido, en su consecuencia, la sa­grada consagración en 22 de junio del referido ano do 83 en la villa de Tacubaya por el Ilustrísimo señor don Alonso Núñez de Haro y Peralta, arzobispo do la iglesia metropolitana de la ciudad de México, en el reino de la Nueva España, en debido obedecimiento de la expresada Real Cedula que a los jueces y justicias de esta provincia dispensa la facultad de dar al expresado Ilustrísimo señor don Fray Juan Ramos de Lora la posesión de esta diócesis, previo el reconocimiento de las indicadas bulas pontificias y el acto que en 18 del corriente practicó ante el presente escribano, prestando el juramento que pautan las leyes 7, libro 7,

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72"         Fray Juan Ramos de Lord' [1), pp. 45-47. Este documento ha sido publicado repetidas veces.

73        El detalle de la iglesia parroquial corista en carta del gobernador Francisco de Arce deL DIA  6 de abril de 1784. (Ob,                   cit., p, 64) . El otro detalle del notario consta del documento que se copiara seguidamente.


            titulo 7 de estas municipales y la 13, titulo 3, libro 3 de la Recopilación castellana, se le da la expresada posesión, en cuya consecuencia se le acudirá con las rentas y emolumentos concernientes a su sagrada dignidad en el distrito a que se extiende la real voluntad del soberano y habrá y tendrá por obispo y prelado de el y ejercerá por si, por sus vicarios y oficiales la jurisdicción que, por las predichas bolas y leyes de estos dominios, le es permitida. Y para que en las ciudades, villas y lugares de la comprensión de esta provincia y las de Coro y Trujillo estén inteligenciados del real precepto expuesto en el real rescripto de 15 de enero del año próximo pasado y cumplan con su tenor, se les impondrá de él con copia autorizada. Y se devolverán al referido Ilustrísimo Señor presen­tante los documentos insinuados con testimonio de su anterior oficio y de esta Providencia, para los efectos que le convengan y trate de practicar cualquiera otra diligencia que conceptuare oportuna, dejando para resguardo de este gobierno un testimonio íntegro de todo. Y para que en la contaduría de ejército y real hacienda se tome razón de la. real Cédula de 15 de enero ya citada y afiance la mesada eclesiástica en los términos que prescribe, se pasará a ella original. Y en el próximo correo se dará cuenta a su majestad de quedar en posesión de este obispado dicho .señor Ilustrísimo Fray Juan Ramos de Lora. — Francisco de Arce. — Licen­ciado Don Juan Esteban de Valderrama-Proveyólo el señor Don Francisco de Arce, coronel de los reales ejércitos, gobernador,comandante general de esta ciudad y provincia, con dictamen del señor licenciado Don Juan Esteban de Valderrama, teniente de gobernador y auditor de guerra, quienes por ante mi lo firmaron. Doy fe — Ante mi. José  Miguel Balbuena, escribano público y de gobierno.

En el mismo día  pasé al palacio de su Señoría Ilustrísima y puse en su noticia el auto precedente, de que doy fe.-Balbuena, escribano.

En el propio día, yo el escribano, pase a la real contaduría y, estando en ella el señor contador principal de ejercito y real hacienda Don Joaquín de Esparza, puse en su noticia el auto precedente y le entregue los documentos que en el se expresan Para la toma de razón  prevenida, de que doy fe. — Balbuena, escribano.

En la real contaduría general de mi cargo se tomó razón del real titulo y diligencias concernientes que anteceden. — Maracaibo y marzo 20 de 1784. — Joaquín de Esparza y Arráiz.".74

Estado religioso y político de la Gobernación de Maracaibo en 1784

            He tornado como punto de referencia el año 1784 por tratarse del en que llego a su diócesis el Ilustrísimo Fray Juan Ramos de Lora.

            1. Estado político. En Mérida fue erigido el primer corregimiento el 10 de diciembre de 1607. En el estuvieron comprendidos, desde entonces, además de los territorios de Mérida, los de San Cristóbal, La Grita, San Antonio de Gibraltar, Pedraza y Barinas.

            En el año 1622 fue creada la gobernación y capitanía general de Mérida y el Espíritu Santo de La Grita de la que tome posesión en 1625 su primer capitán Juan Pacheco Maldonado.

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74. Chalbaud Cardona (55), pp. 48-49. En este, como en otros reiterados casos, no ha dicho el autos el lugar de donde ha tornado este documento.


 Mediante real Cédula de 31 de diciembre de 1676  fueron separadas de la gobernación de Caracas y agregadas a esta de Mérida la ciudad y tierras de Maracaibo, quedando, desde aquel momento, constituida esta última gobernación por las ciudades de Mérida. La Grita, San Cristóbal, Gibraltar, Pedraza y Barinas con sus respectivas jurisdicciones.

            Al ser creado en 1717 el virreinato de Santa Fe, pasaron a formar parte del mismo las provincias de Guayana, Caracas y Mérida.

            Fue hacia el año 1750 cuando el gobernador de esta provincia de Mérida, Antonio de Vergara Azcárate Dávila, trasladó su residencia, de hecho, a la ciudad de Maracaibo, comenzando a llamarse, desde entonces, y no más que de hecho, provincia de Maracaibo.

            Mediante real Cédula de 8 de septiembre de 1777 fue creada, con toda probabilidad, la capitanía general de Caracas, pasando entonces a formar parte de ella las provincias de Guayana y Maracaibo.

            Este era el estado político de aquellas tierras al momento de tomar posesión del nuevo obispado de Mérida su primer obispo Fray Juan Ramos de lora.

 

2. Aspecto religioso. En el aspecto religioso la evolución de las cosas estuvo presidida por una mayor constancia. En un principio fue Mérida una Vicaria dependiente del arzobispado de Santa Fe de Bogotá, creado esto por bula de pío IV en 1562 y confiado al franciscano Fray Juan de los Barrios. Cuando en lo político fue agregado Maracaibo a Mérida en 1676, continuó, en lo religioso, dependiente del obispado de Caracas.

            Además de otras iglesias, existían en la ciudad de Mérida los convento de Santo domingo (1567), San Ignacio (1628), Santa Clara (1651) y San Francisco (1657). Este  último y el de los jesuitas estaban suprimidos antes de la llegada del Ilustrísimo Ramos de Lora.

            En los demás pueblos del nuevo obispado, o en sus jurisdicciones, trabajan como misioneros o doctrineros dos dominicos, los agustinos, los capuchinos y, en algunos puestos, también los franciscanos de la Provincia de Santa Fe. Fuera de ellos existían conventos de franciscanos en La Grita, Maracaibo, Coro y Trujillo.

            La  diócesis de Mérida nació sufragánea de la metropolitana de Santa Fe y así continuó hasta el 24 de noviembre de 1803 cuando el Sumo Pontífice, en bula de aquel día, creo la arquidiócesis de Caracas con asignación de las diócesis de Guayana y Mérida en calidad de sufragáneas. Continuó esta situación hasta 1923 en que el Pontífice Pío XI elevó la sede merideña a la categoría de metropolitana con las diócesis de Maracaibo y San Cristóbal como sufragáneas, comenzando entonces la sede de Mérida a ser madre de varias hijas que aún hoy siguen reconociendo su categoría de metropolitana 75.

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75 He recogido los anteriores datos en las obras de Hector García Chuecos: “El real Colegio Seminario de San  Buenaventura          de Mérida”. Caracas, 1963 y en la Chalbaud Cardona: (55), tomo 1, pp. 61-67


            El aislamiento de estas tierras ahora integrantes de la nueva diócesis merideña, fue posiblemente la causa de que los prelados de Santa Fe hayan llegado a ellas sólo de tarde en tarde y recorrido muy de prisa sus principales pueblos, dejando para sus visitadores que nombraban, a veces, el recorrerlos con mayor detenimiento. Pero ni aún así les era posible darse idea del estado de aquellas gentes diseminadas, en la mayor parte de los casos, por entre breñas y barrancos.

            Desde el año 1739 no había pisado aquellas tierras ningún obispo, pudiendo este lapso de, al  menos  45  años  dar  una  idea  del  estado  de  abandono  en que estaría el nuevo obispado 76.

 

            Cuando pensamos en las dificultades que puede tener un obispo que es llamado a crear un nuevo obispado en tierras de misión, se nos ofrecen gigantes y sin número y no pensamos en las que pueden ofrecerse en un obispado creado en tierras habitadas por bautizados habituados a un sinnúmero de fallos y abusos.

            Llegaba el Ilustrísimo Fray Juan Ramos de Lora a su obispado con una muy larga experiencia de lo mucho que supone la reducción y cristianización de gentes cimarronas y salvajes, difíciles de someterse a las disciplinas y hábitos de las gentes civilizadas. También conocía el modo de luchar y defenderse frente a las autoridades que se arrogaban lo que n o les pertenecía. Lo que ya no supondría tanto eran las dificultades que tendría ahora en su nuevo obispado donde no tendría que luchar contra salvajes y contra la ignorancia, sino contra personas que se llamaban cristianos, pero cargados de vicios y resabios. Muy pronto se daría cuenta y hasta confesaría que era cosa más fácil convertir y sostener en la fe a gentes recién catequizadas que no reformar a los que, habiendo sido bautizados, han conocido después los atractivos de la perversión o retroversión a su antiguo libertinaje. Con referencia a esto mismo escribió el prelado en carta de 21 de junio de 1790:

            Y lo que de allí resulta es que, separado el sacerdote de cualquier pueblo de estos, como los indios están mas necesitados que otros de continua asistencia del párroco y repetida instrucción y doctrina, desde luego que les falta ésta, se pierde todo lo andado, y trabajado con ellos. Y, aunque después vuelva, es lo mismo que haber de volver a comenzar y quizá peor, por la dificultad de acostumbrarlos otra vez a aquella concurrencia y sujeción que han dejado77

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76.     En relación con la jurisdicción de San Cristóbal escribía en 1782 Andrés José Sánchez: “Esta jurisdicción es de la diócesis y arzobispado de Santa Fe de Bogotá y no se sabe haya visitándola Ilustrísimo prelado desde el año 739, que pasó por ella el Ilustrísimo Señor Galavís de tránsito para Santa Fe, careciendo los más de estos vecinos, de aquel tiempo a esta parte, del santo sacramento de la confirmación...”(Informe sobre la villa de San Cristóbal, en “Fuentes para la historia colonial de Venezuela”. Biblioteca de la Academia nacional de la Historia. Caracas, 1970, Nº 93, pp. 483-487. La cita corresponde a la página 487).

77.     Fray Juan Ramos de Lora”(1), p. 258

 


                        Muy pronto de su llegada a las tierras del obispado pudo darse cuenta de los males cuya raíz tendría necesidad de atacar en serio. Las costumbres morales habían caído en una relajación lastimosa. Las celebraciones religiosos, aún las más sagradas, habían degenerado, a veces en licenciosas orgías. Muchos de los pueblos carecían de sacerdote, o ya por el reducido número de los existen4es, o ya por la mala paga que las autoridades responsables hacían de los sínodos la mala paga que las autoridades responsables hacían de los sínodos acordados desde antiguo, lo que venía también a incidir en la misma escasez como causa formal muchas veces.

                        No pocos de los sacerdotes vivían en un lamentable estado de abandono y dejación de sus obligaciones y no pocas veces en forma escandalosa y deteriorante de las públicas costumbres, haciendo recordar, el ejemplo evangélico de la sal que había perdido todo su vigor de conservación.

            El estado de la moral pública y muy concretamente en Maracaibo era deplorable. Una prueba de ello pueden ser los datos que, durante su visita, tomó y escribió el obispo Mariano Martí algunos años antes, concretamente en el decurso de 1774. Las denuncias de inmoralidad y de pública mancebía contra las autoridades civilices y religiosas fueron frecuentes en aquella ocasión comenzando por el gobernador de la provincia y terminando por clérigos sueltos y frailes sin freno 78.

 

En su parte material habían llegado las iglesias a un estado lastimoso por la desidia de los sacerdotes y la mala administración de sus mayordomos. Los bienes de estas mismas iglesias, al igual que lo de obras pías, capellanías y hospitales, habían sido, en una mayoría de caos, depredados y malversados por jueces y administradores venales que se aprovechaban del abandono de los sacerdotes responsables o se valían, por desgracia, del apoyo y connivencia de los mismos. Y por encima de todo y dando a todos aquellos abusos una especie de aprobación y validación, estaba la autoridad que todo lo disimulaba o toleraba, confabulada en los abusos unas veces, o temerosa de imponerse sin posibilidad de éxito otras. Por esto,dentro de la administración de los bienes de las iglesias, hospitales, capellanías, y obras pías y mandas testamentarias existía un libertinaje tolerado.

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78               Pueden verse las reiteradas acusaciones como una machaconería que da náuseas en el Diario de Visita escrito por el obispo de Caracas Mariano Martí con ocasión de la visita pastoral girada a sus diócesis. (Ediciones de la Academia Nacional de la Historia de Caracas. “Fuentes para la historia colonial de Venezuela, tomo 95. caracas, 1969, pp. 157-251)

Aprovecho la ocasión para exponer mis reparaos a una edición tan  descuidad como la que se hizo de los escritos de este gran prelado caraqueño. Valía la pena haber hecho otra cosa. En el texto de la obra existen muchas lagunas que pudieran haberse rellenado con un poco de trabajo. Y digo esto como conocedor de las facilidades que ofrece la restauración del texto original casi  íntegramente. Una de las cosas que debieron evitarse fue esta repetición machacona y nauseabunda de las acusaciones que se repiten y se repiten, casi sin cambio de palabras, por el prelado en su Diario de Visita.

 




            A vista de todo ello, valiente y corajudo debería ser el hombre que se atreviera a intentar la solución y el arreglo de aquella serie de entu4ertos inveterados, con visos de derechos adquiridos en base a una violación impunemente reiterada de las cosas más sagradas. A otros prelados y gobernadores, en parecidas circunstancias, les costó la vida en forma violenta el intento de arreglar lo que estaba desarreglado.

            Aun cuando sea brevemente, es preciso examinar lo que el Ilustrísimo Ramos de Lora hizo, ka forma en que lo hizo, las medidas que se vio precisado a poner en práctica y los dolores de cabeza que ello le ocasionó. Sólo así, teniendo en cuenta los precedentes apuntados y las circunstancias que concurrieron en cada uno de los casos y la paciencia y tolerancia del prelado, es posible evaluar el alcance de sus medidas.

 

Preocupación del Ilustrismo Ramos de Lora ante el estado de su diócesis

            Del pésimo estado de las cosas en la diócesis de Mérida muy pronto se percató el Ilustrísimo Ramos de Lora, unas veces por vista de ojos y otras por informaciones que él calificaba de fidedignas. En el edicto sobre capellanías, firmado en Mérida el 3 de septiembre de 1785, manifestó a sus feligreses:

             Sabed que, desde nuestra llegada a esta nueva diócesis, hemos ido sucesivamente conociendo el deplorable estado        en que se hallan casi todos los fundo o capitales de los beneficios simples, de capellanía y obras pías, así colativas         como no colativas, instituidas o bien para el  sustento de ministros eclesiásticos o para la decencia de varias iglesias.

                Muchas veces ha consistido, según hemos advertido, en el descuido de los jueces y ministros, otras en el de los capellanes, mayordomos y administradores y otras muchas en la perversa avaricia de algunos que, abandonando su alma, dejan al olvido, suprimen ao roban las fundaciones y seguridades para poderse apropiar las hipotecas o, creyéndolas ya olvidad, reconocida la desidia de los a quienes incumbe su cuido, roban o se apoderan de todos o parte de los bienes que se hallan afectos a fichas fundaciones pías. Muy lejos de advertir aquella ruina o mala conciencia de los mal poseyentes, los jueces interesados cooperan a su usurpación cuando no han participado de aquellos desamparados bienes...

                               En diversas ocasiones hemos dado las providencias que nos han parecido más conforme a efecto de        remediar tanto mal, y más en aquellas partes donde nos parecía ser mayor la necesidad, pero ahora que ya vemos es      casi una en todos los lugares de nuestr diócesis, hemos determinado proveer, valiéndonos de la autoridad        eclesiástica que en Nos     reside, de este remedio que queremos se extienda a todos los partidos de esta     comprensión...” 79.

            Poco después de su llegada a Maracaibo , en carta de 31 de julio de 1784, informó a la corte por medio de su amigo José de Gálvez del mal estado del hospital de aquella ciudad y la ruina en que se presentaban los de Gibraltar y Perijá, adivinando ya lo que luego ocurrió efectivamente que, una v3ez alejado él de Maracaibo, volverían las cosas a sufrir los mismos defectos 80.

            En otra carta de 6 de mayor de 1785, poco después de su llegada a Mérida, informó del estado lastimoso en que estaban su hospital e iglesia.

                Desde mi llegada a esta ciudad he ido sucesivamente advirtiendo, con harta pena mía,              las miserias de este país. El hospital tenía aún fábrica material en que recogerse algunos              tales cuales enfermos que podrían sus cortas rentas mantener... Pero lo que más me mueve a compasión es que... no me ha quedado arbitrio para el remedio de esta iglesia que debe suplir y hacer las veces de catedral en tanto que se fabrica la nueva... De aquí es hallarse esta fábrica en deplorable estado en su construcción material, ornamentos y demás preciso para su decencia...” 81.

            Estos temas vuelven a asomar reiteradamente en sus cartas posteriores. En una del mes de octubre escribió representando la infeliz situación del hospital de Mérida y de los restantes del obispado.

            Este defecto se extiende a todos los hospitales situados dentro de esta nueva diócesis, de          modo que no hay                uno que justamente merezca el nombre de tal. De esta suerte son los           establecidos en Maracaibo. Coro. Trujillo y               aquí (Mérida) que son los únicos lugares               donde los hay82.

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79        Chalbaud Cardona 855), tomo 7, p. 144.

80“          Fray Juan Ramos de Lora” (1), pp. 82-83.

81            ob. Cit., p. 108.

  82             Ob.cit., p. 123

 

 

 

            En otra carta de 21 de junio de 1790 informó en relación con las iglesias de la diócesis:   

            Las iglesias están en la misma o peor miseria, carentes no sólo de los ornamentos convenientes, sino aún de lo más necesarios...”83

            No podría remediar nada de estos males, ni mucho menos adelantar los proyectos que le bailaban en su alma, si no intentaba antes poner orden en aquel caos administrativo de la diócesis.             Era el Padre Ramos de Lora un hombre eminentemente práctico y, por eso, perfecto conocedor de la necesidad de estas medidas. En varios de su primeros decretos, una vez llegado  a su diócesis. Era Ramos de Lora un hombre eminentemente práctico y, por eso, perfecto conocedor de la necesidad de estas medidas. En varios de sus primeros decretos, una vez llegado a su diócesis, fue su idea fundamental la defensa y regulación del cobro de los diezmos y de la cuarta capitular. Pero muy pronto se dio cuenta que los culpables no hacían.

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83             Ob. Cit., p. 257.

 


         nada por aclarar su situación. Un caso fue el de algunos administra­dores de obras pías que no acudieron a su llamado durante su es­tancia en Maracaibo, tal vez a la espera de su marcha a Mérida para seguir lo mismo. Pero antes de salir de Maracaibo dejo el obispo comisionado al clérigo Francisco del Pulgar con plenas faculta­des judiciales para actuar en su ausencia, medida que no agrado' a los afectados directamente por ella por lo que pusieron el grito en el cielo, protestándola como contraria a derecho. De las compli­caciones a que esto dio lugar es un testimonio la real Cedula de 25 de julio de 1787 donde el rey dio plena razón al prelado84 .

            La defensa de todo aquel patrimonio de su diócesis fue lo que movió la pluma del prelado a escribir un edicto de tonos tan enérgico como el que se refiere a las capellanías que arranco frases dema­siado fuertes a un escritor nada extremoso coma Eloy Chalbaud Cardona que llego a tildar al prelado de energúmeno 85.

            Las medidas puestas en marcha consistieron única y exclusivamente en encargar a los vicarios y jueces eclesiásticos que nombrasen un eclesiástico, el mas idóneo, para que, en calidad de juez, cuidara de la administración de aquellos fondos, con mandato a los curas, ca­pellanes, mayordomos y administradores para que, dentro del plazo de 10 días, presentasen relaciones juradas de todos los capitales, fundos y beneficios a su cuidado, con especificación de los asegura­dos, de las disminuciones y del estado de las fincas, con exhibición de las escrituras, obligaciones, reconocimientos, certificaciones y demás diligencias hechas.

            También mando, esta vez bajo pena de excomunión mayor latae sentenciae, que dentro del mismo plazo de 10 días

              "todos los que, de cualquier manera, tengan noticia de el (edicto) manifiesten quan­tos documentos hayan usurpado o robado o, caso de haberlos consu­mido, de  ellos relación, coma también de los bienes que perte­nezcan a hipotecas o fundos de capellanías, obras pías o que, de qualesquier suerte, se reputen por censos espirituales que se estén pose yendo en mala f e ... 0, teniendo noticia que otras qualesquier personas han ocultado, suprimen o inicuamente poseen otros fundos o parte de ellos o instrumentos, deberán denunciarlos bajo la misma censura en que, por el mismo hecho de que, pasados los referidos diez días, no hubiesen manifestado lo que sabré este asunto supie­sen, incurrirán sin que, de ninguna suerte, puedan ser de ella ab­sueltos pasta que se denuncien dichos bienes, censos, hipotecas e instrumentos. .

            "Y si, pasados los dichos 10 días, los declarados en virtud de este edicto por públicos             excomulgados, con animo endurecidos, imitan­do la dureza de Faraon, se dejase estar en        dicha excomunión y cen-

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84 . Ob. cit., pp. 125427.

85. Chalbasid Cardona [55], Como 1, p. 134.


sura, porque, creciendo la culpa y contumacia, debe crecer la pena, queremos sean los así comprendidos anatemazitados y malditos de Dios y su bendita Madre, amen; que se vean huérfanos sus hijos, y sus mujeres viudas, amen; que el sal se les oscurezca de día y la tuna de noche, amen; que anden mendigando de puerta en puerta, y no hallen quien les haga Bien, amen; que las plagas enviadas par Dios sobre el reino de Egipto vengan sobre ellos, amen; que la maldición de Sodoma, Gomorra, Datán y Abirón que, por sus pe­cados, los tragó vivos la tierra, vengan sobre ellos, amen. . ."86

            En otro de los apartes del decreto pedía a las justicias reales que protegieran a los vicarios o comisionados y encargados de este punto.

Actividad desplegada en Maracaibo por el prelado

            Inmediatamente de haber tornado posesión del obispado, obispado dióse por entero el prelado a la tarea de poner en orden las muchas cosas que no lo tenían, y muy pronto debió darse cuenta que poner en marcha una diócesis en tales condiciones seria una tarea prolongada y, sobré todo, muy ardua.

            Era preciso, en primer lugar disponer y ordenar el aspecto religioso, regulando la vida y disciplina de los eclesiásticos, no pocos de los cuales vivían en una forma desarreglada y nada conforme a las exigencias de su estado. Tampoco podría el celoso prelado desen­tenderse de regular la vida de los legos que no eran menos súbditos suyos que los clérigos. Para el logro de todo esto tendría que re­correr un camino erizado de dificultades. Y aún lo hubiera hecho si tuviera quo hacerlo solo y sin los obstáculos que le irían presen­tando algunas de las autoridades civiles acostumbradas a las inve­teradas costumbres de entrometerse en la marcha de los asuntos religiosos de la exclusiva competencia del poder eclesiástico. La batalla que, en este punto, tendría que librar el animoso obispo no tenia como objeto el litigio de competencias, tan de boga en aquellos días, sino el liberar a la jurisdicción religiosa de las injerencias e intromisiones de la autoridad civil. En este punto tenia el nuevo prelado una personalidad muy acusada y hasta diríamos que meticu­losa y exigente.

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86.         Copio íntegramente este decreto Chalbauld Cardona [55), tomo 1, pp. 143-149. Estas ultimas frases son las que arrancaron a este autor las duras palabras con que censuró la conducta del prelado.

Nunca mejor que en esta ocasión pudo decirse que a grandes males, grandes remedios. La conducta rebelde de algunos súbditos tenia puesta a prueba el poder y la energía del obispo. La experiencia posterior demostr6 que, a pesar de toda La energía con que el prelado atorni116 y limitó la actuación de aquellos individuos inescrupulosos, no le faltaron a estos recursos para burlar sus dis­posiciones hasta que intervino la autoridad del rey apoyándole y ordenando a sus representantes que apoyaran las decisiones de la autoridad eclesiástica.


                 A pesar de todas las dificultades y contratiempos, su celo ardiente llevóle a la realización de magnificas creaciones. Había llegado car­gado de ideales nobles y anhelos muy elevados por realizar algo que valiera la pena y, a pesar de todo y del corto tiempo de su pontificado, conseguiría ver a la hora de su muerte en su haber una serie de logros estupendos.

                        Aún antes de reponerse de las molestias de su largo viaje y de las enfermedades que durante el mismo le habían aquejado, envió por intermedio de su secretario Vicente Climent Gil a todos los vicarios y jueces eclesiásticos de su obispado y con fecha de 27 de marzo de 1784 una comunicación, confirmándolos en sus cargos y en to­das las facultades de que venían disfrutando y en el mismo grado" sin innovación alguna hasta que se digne su Señoría Ilustrísima ex­pedir otra disposición"87.

                        En los primeros días del mes de abril dio contestación a las varias comunicaciones reales que había hallado en Maracaibo al momento de su llegada. En una de aquellas cartas firmadas el 5 de abril aun hizo referencia a los "varios males que padezco, agravados por la molesta dilación de mi viaje a esta ciudad"88.

                        A pesar de sus enfermedades, pudo ir escribiendo el primer docu­mento, llamado por el Pastoral, que firmó el 15 de abril. En esta Pastoral, después de hacer una breve relación de los pasos dados para la creación del nuevo obispado de Mérida, se presentó con humildad pero decididamente ante sus súbditos como pastor y pre­lado ordinario, noticiando "a todos que ya desde ahora en adelante residen en Nos toda la jurisdicción ordinaria, la autoridad y demás derechos que se requieren para el universal gobierno espiritual de este nuevo obispado" 89.

                        Manifestó dar prelación, sobre todos los demos asuntos, a la administración de los santos sacramentos. "Y porque la administración de los santos sacramentos es el negocio arduo, mas principal e importante de cuantos se comprende en la dilatada esfera de nuestra episcopal jurisdicción.,., por tanto, decimos y declaramos que todas las facultades, privilegios y licencias de que respectiva­mente gozan los eclesiásticos de nuestra jurisdicción de ambos cle­ros, secular y regular, ya sean para poder celebrar el santo sacrificio de la Misa, o ya para predicar al pueblo, o ya para oír confesiones y absolver de pecados y censuras comunes o reservadas, o ya para

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87.            "Fray Juan Ramos de Lora" [1), p. 336.

88.            Ob. cit., p. 71.

89.     Este importante documento ha sido publicado ya varias veces. El primero en hacerlo fue Monseñor Antonio Ramón Silva en su obra:”Documentos para la historia de la diócesis de Mérida". Tal vez el ultimo en publicarlo haya sido Chalbaud Cardona [55J, Como 1, pp. 50-55.En atenci6n a creerlo sufi­cientemente divulgado, solamente he transcrito parte del mismo, la mas im­portante, en mi obra "Fray Juan Ramos de Lora", [1), pp. 71-74.


conmutar votos o dispensarlos, o para habilitar incestuosos, reva­lidar matrimonios, queremos y es nuestra intención que, en todo, sigan en su fuerza y valor según el tenor y forma, limitación o ex­tensión con que se las concedieron los Ilustrísimos prelados a quie­nes hasta ahora han estado sujetos"".

            Pero como la recta administración de los sacramentos supone ido­neidad en sus administradores y obligación en los prelados de exigirla, añadió seguidamente:

                "Pero como, al mismo tiempo, no debemos ni podemos hacernos desentendidos de la    estrecha obligación que tenemos de informarnos, de ver y certificarnos de las cualidades, providad, idoneidad y suficiencia de los ministros a quienes confiamos el cuidado de nuestra grey y rebaño y con quie­nes compartimos la carga de nuestro pastoral cargo y espiritual mi­nisterio, ordenamos y mandamos a todos los precitados eclesiásticos de nuestra jurisdicción y habitantes de nuestra diócesis que, sin perdida de tiempo, luego que este edicto se publique y notifique, presente cada cual ante sus vicarios respectivos los títulos, licencias, testimonios y demás documentos que tuvieren, en virtud de los cuales se hallan administrando o sirviendo sus ministerios o empleos para que Nos los remitan y den quenta de todo lo necesario en estos particulares"91.

            Para tener idea clara del estado de su diócesis ordenó allí mismo mas concretamente a los párrocos:

            "Y en cuanto a los curas párrocos les ordenamos y estrechamente mandamos que, sin perdida de tiem­po y lo más pronto que puedan, formen y Nos remitan por nuestro secretario una fiel, exacta y cumplida relación del número de pue­blos de que se compone su parroquia o curato, las haciendas, los hatos y las estancias y los ranchos que en el que se comprendan, con las distancias de unas partes a otras, de sus términos y extensión, del número de feligreses que en las sobredichas partes se cornpre­henden y tienen".

            Fue así como muy pronto pudo tener a mane una serie de datos, documentos e informes que le permitirían iniciar sus actividades pastorales en el sector o parte mas importante cual era la reforma de aquel clero alejado, en muchos casos, del mas estricto cumpli­miento de sus obligaciones.

 

Decretos varios

            Después de este primer documento public6 una serie de decretos, algunos de los cuales conocemos. En uno del 12 de mayo de 1784 regula la recaudación de diezmos. En otro del 19 del mismo mes segrego de la vicaria de la ciudad de Coro, para agregarlos a Ia jurisdicción_ de Maracaibo, los pueblos de Casigua, Borojo, Daba­juro, Zazarida y Capatarida.

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"90          Fray Juan Ramos de Lord', 11] , pp. 72-73.

91           Ob.cit., p. 73.


            Para contar con unas normas fijas a que atenerse, impuso en su dió­cesis, en decreto del 8 de julio, las sinodales que regían en la diócesis de Caracas. En otros dos decretos de 9 de julio ordeno en el primero depositar judicialmente los diezmos pertenecientes a la cuar­ta capitular, regulando en el segundo el destino del seis por ciento del real subsidio, dando así cumplimiento a reales órdenes en su poder92.

            En otro del dia 10 de julio reguló la exposición del Santísimo Sacra­mento; en otro de 12 del mismo mes dicto severas disposiciones relativas a los bailes, comedias y demás diversiones, poniendo en vigor para su obispado las disposiciones que sobre estos puntos venían siendo observadas en el de Caracas; en otro del 19 de agosto ordeno

            "que, en adelante todos los que hayan de cantar o tañer instrumentos en las iglesias de             nuestra diócesis, han de ser eclesiásticos o, a lo menos, deben para aquel acto, vestir sus             hábitos93.

            En otro del dia 24 de septiembre concretó el modo de asistir los clérigos en las iglesias con otros puntos relativos al traje clerical, a las con­ferencias semanales y a la confesión y comunión. En otro del 12 de octubre prohibió con las mas severas penas de excomuni6n mayor que ningún clérigo

            "de cualquier orden que sea, traiga consigo, ni de noche ni de día, espada, daga, puñal,            pistola, ni otro genero de arena que sea ofensivo o defensivo, publica o privadamente" 94.

            Cuando decretaba el Ilustrísimo Ramos de Lora esta serie de puntos tenia, sin duda, la convicción de la necesidad de hacerlo así en atención a que, para el, eran los clérigos y mucho mas los presbíteros aquella sal evangélica capaz de sazonar la viña del Señor; por eso, mucho le importaba que se conservase en toda su vitalidad regeneradora.

            Otra serie de decretos firmados por el prelado dimanaban de la convicción que la mezcla de lo humano y de lo divino, en exceso, conlleva la degración de lo divino, de donde nace el menosprecio que, de lo mas sagrado, puede originarse en las almas sencillas. Y aquellas gentes que moraban y llenaban el obispado de Mérida eran plantas nuevas en la fe y sumamente delicadas y en peligro de perder todo lo que habían recibido. Tutelar y custodiar aquel tesoro de la fe era el oficio de todo buen pastor .

92.

Ya en Carta de 3 de abril de 1784

eontestó el

prelado a! marques de Sonora

 

que pas aria "a dar las providencias

conducentes

a fin de que se saris f aga tans

 

piadosa contribucidn".     ("Pray Juan

Ramos de

Lora",   [1), p.     70) .

93.

Chalbaud Cardona [551, tomo 1, p.

137.

 

94.

Ob.   cit., p.   132.

 

 

95.

Puede leerse el texto de estos aludidos

decretos, algunos de los muchos fir‑

 

mados por el liustrisimo Ramos de Lora, en Ia

obra de Monsenor Antonio

 

Ramon Silva [891 y, algunos de

ellos, en Ia

de Chalbaud Cardona         {551,

 

tomo 1, pp. 129-164.

 

 

 


II

Reforma de las costumbres religiosas

            Si la fe se había mezclado con la escoria de unas evidentes degene­raciones, era preciso, reformar este punto con toda urgencia y por todos los medios. En un decreto firmado el 27 de septiembre de 1784 y actuando en base a "la experiencia y a los informes de varios que desean el bien de las almas", dicto normas referentes a las comedias, bailes y otras diversiones para evitar los "enormísimos excesos que se cometen", concretando:

                "Y lo que más nos llena de amargura es saber que se valen de las cosas más sagradas   para ponerlas por pretexto de sus escandalosas diversiones en los mismos días festivos”96.

                Aquí esta lo que ya indicaba antes, la mezcla de lo humano con lo divino, siempre en desdoro de lo divino.

            Lo que lastimaba el corazón del pastor vigilante no eran las diver­siones, sino el modo y las circunstancias de las mismos fuera de las ciudades, no pocas veces y de noche, con acompañamiento de lico­res fuertes y con mezcla indecorosa de personas de ambos sexos, ac­tuando en comedias lascivas y con el "concurso de puertas y ventanas".

            El desorden debía ser alarmante e inveterado, según parece demos­trarlo el hecho de haber condenado estos mismos excesos hacia pocos años el obispo Mariano Martí con motivo de la visita realizada en aquellos pueblos, entonces pertenecientes al obispado de Caracas"97.

  Donde con mayor exceso se cometían estos abusos era en la ciudad de Coro (cosa que pudiera parecer increíble) y fue a este punto a donde el Ilustrísimo Ramos de Lora dirigió todo el peso de su auto­ridad para evitar lo que ya había intentado el obispo Mariano Marti sin lograrlo.             "

   Mandamos con todo el lleno de nuestra ecle­siástica autoridad, bajo pena de excomunión           mayor una pro trina canónica monitione praemissa, con apercibimiento a que procederemosmos con todo rigor de derecho y penas establecidas contra los contumaces y rebeldes que, en toda la vicaria de Coro, donde son mas usados estos delitos, de ninguna suerte haya bailes en que se junten personas de diverso sexo, en honor de Cristo Señor nuestro, de la Santa Cruz, de Maria Santísima ni otro santo alguno, estando pre­sente algun altar en que se halle colocada la imagen del santo que se celebra. Y la misma pena comprenda a los que hiciesen tales diversiones permaneciendo en la casa el cadáver de algún niño que haya muerto, con [motivo de] el santo bautismo, por ser así conforme a la mente de la iglesia que prohíbe semejantes profanaciones a las imágenes sagradas"98.

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96.          Chalbaud Cardona [55], tomo 1, p. 138.

97.     Pot. el Diario de Visita escrito por el obispo Mariano Marti puede llegarse en conocimiento de hechos como la denuncia contra clérigos que, en Maracaibo, asistían a bailes vestidos de prusiana de varios colores y de chupa. Fuera de esto, hay constancia de acusaciones contra algunos clérigos por inmorales y tratantes en comercio ilegal, sin que pueda decirse que siempre fueran ciertas las acusaciones. Sin embargo, la insistencia en ellas que se ve en el citado Diario pone en evidencia una llaga que existía, en mayor o menor escala. El mismo prelado escribe en relaci6n con los bailes: "Acá se hacen unos bailes indecentes y entre ellos, una contradanza que llaman "la coxa" con que un hombre y una mujer se enlazan los Brazos y las manos". (Mariano Marti [78), p. 223).

Con pena de excomuni6n prohibió que, ante los altares y pesebres que se construían en hogares particulares, se hicieran "de noche bailes, danzas, visitas, músicas ni otros festines en que concurran hombres y mujeres, con que se excusara también el congreso que regularmente hay en las ventanas o corredo­res..." (Mariano Marti: [78) "Providencias, tomo 99, p. 141) . A esto mismo aludi6 el Ilustrísimo Ramos de Lora cuando habló del "concurso de puertas y ventanas".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

            Para dar prueba de su gran comprensión, no se precipito a prohibir toda diversión indiscriminadamente, contentándose, entonces, con encargar a los sacerdotes que procuraran evitar los excesos denun­ciados, sobre todo, en la jurisdicción de la ciudad de Coro, donde resultaban mas sensibles las violaciones de la moral cristiana.

            Y no fueron estas las únicas actuaciones del Ilustrísimo Ramos de Lora para poner orden en su diócesis. Con energía debió proceder contra los moradores de la ciudad de Pedraza que se negaban a obedecer al cura que les había puesto allí. El cabildo de la ciudad protesto por escrito ante el obispo por la excomunión que les había impuesto, en caso de desobediencia al cura, y pedía que ordenara a este no inquietase con novedades a los vecinos.

            También el cabildo y los clérigos de Pamplona enviaron sus cartas manifestando su animo de no sujetarse a la autoridad del nuevo obispo. Este punto era mas delicado, por cuanto en ello intervenía el apoyo que a este proceder daba el arzobispo de Santa Fe, que­joso del modo de actuar del gobernador de Maracaibo, pero, en el fondo, deseoso de quedarse con aquellos territorios que se habían adjudicado a la nueva diócesis de Mérida.

            Tampoco algunos de los clérigos sueltos de Maracaibo estaban dis­puestos a obedecer al prelado, sino que protestaron contra sus de­cisiones de obligarles a prestar atención interina a algunos de los pueblos carentes de curas. Ni corto ni perezoso los suspendió a divinis. A otros tres mando poner presos por sus delitos graves, incluso el de homicidio en uno de ellos. Y no solo se negaban a ir a los curatos a donde les había destinado, sino que, incluso, se

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98.        Puede leerse este edicto en Chalbaud Cardona 1551, tomo 1, pp. 138-141. La cita, en la pagina 139.

Entre los decretos de vista a la ciudad de Coro había determinado el obispo Marti: "Por cuanto con indecible dolor nuestro hayamos entendido que en la presente Ciudad, con color de devoción, se levantan altares en varias casas los días de la Santa Cruz, Santísima Trinidad y santos particulares, con cuyo motivo concurren gentes de ambos sexos a los velorios, originándose de ellos juntas y bailes y otras consecuencias perniciosas al bien de las almas, orde­namos y mandamos a los padres de familias que, con ningún pretexto ni motivo, permitan en sus casas los dichos altares y velorios." (Mariano Marti: [78), "Providencias", tomo 99, p, 68).


negaban a concurrir a sus parroquiales los días festivos, como se lo había ordenado mediante edicto publico. Sobre esto y sobre la pro­hibici6n de llevar medias blancas habían aquellos clérigos apelado al metropolitano de Santa Fe, el cual dio mas tarde toda la razón al obispo. Este, con fecha de 4 de enero de 1785, informó de todo a la corte "99.

            Mientras tanto el prelado contemplaba la casi inactividad de las autoridades civiles a las que tildaba de remisas en apoyar sus me­didas, lamentando que, en la mayoría de los casos estas medidas no lograban apoyo y se quedaban sin eficacia por tal inhibición. En la citada carta de 4 de enero ya Ramos de Lora manifestaba su convicción de que seria preciso dejar las cosas en el estado que tenían por no ir contra las costumbres de la tierra y no introducir innovaciones y novedades.

            Otro de los motivos que ocasionaban retardos era la no compare­cencia del comisionado real para la demarcación de los limites del nuevo obispado.

            Por si las dificultades fueran pocas, tuvo que verse el prelado con los procederes del vicepatrono real, que era el propio gobernador de Maracaibo, ante la conducta que venia observándose de cobrar por la colación de los beneficios eclesiásticos la exagerada cantidad de 39 pesos cuando en Caracas se cobraban únicamente 6. El mismo exceso se venia efectuando en la revisión de las cuentas a los ma­yordomos de las iglesias. El rey dio mas tarde la razón plenamente al prelado100.

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Aun cuando entre las cartas del Ilustrísimo Ramos de Lora no publique esta aludida, puede concluirse el contenido de la misma por los varios resúmenes que hizo el Consejo de 1ndias. ("Fray Juan Ramos de Lora [1], pp. 107, 300). En esta carta hablo el prelado de todos estos puntos señalados aquí.

99.          En relación con el punto de los derechos exagerados que se venían cobrando, inform6 Ramos de Lora a la corte de Madrid en carta de 16 de agosto de 1784. (Ob. cit., pp. 86-88). También remitió un oficio sobre lo mismo al gobernador al que este contestó con suma deferencia el 27 de octubre de aquel año, aunque sin condescender, en nada, a la petición del obispo. (Ob.,cit., pp. 103-105).

Durante el corto lapso de tiempo que dará el gobernador Francisco de Arce, las relaciones con el prelado fueron óptimas y a ello hizo alusión más tarde este. Pero su muerte fue origen de un cambio radical que clur6 todo el tiempo del interinato de Salvador Muñoz y que luego se continuo con el adve­nimiento del ardoroso militar Joaquín Primo de Rivera. Ya en carta de 14 de octubre de 1786 manifestaba el obispo "haberse propuesto este gobierno interino contradecir, en cuanto le es posible, las provisiones que tome) en esta provincia". (Ob. cit., p. 166). En otras de 14 y 18 de noviembre reiter6 la pasión que el gobernador Muñoz sentía contra el. (Ob. cit., pp. 175, 179 y 180). Según el prelado, toda la enemiga del gobernador nacía de la oposición que el había hecho al matrimonio de una hija del propio gobernador con Jaime Moreno, violador public) de otra muchacha con promesa de matrimonio. Par tratarse de una cosa publica, el proyectado matrimonio seria un escándalo y un atropello que jamás el prelado podría permitir.


Iniciación de la visita canónica en el obispado

            Muy posiblemente en los archivos eclesiásticos de la ciudad de Ma­racaibo pueden existir datos sobre la visita que inicio el prelado en aquella ciudad aprovechando, sin duda, las circunstancias que le forzaban a permanecer allí, entre las que destacaron el mal tiempo que le impedía hacer el viaje a Mérida.

            Por el momento no tengo datos para hablar de los pasos dados por el en este particular durante los meses del ano 1784, pero sin duda, tenia muy presente esto que consideraba como uno de sus primarios deberes de obispo. Cuando el 16 de enero de 1785 publico el edicto que pudiéramos considerar coma de apertura de la visita que proyectaba o que ya, para entonces, tenia muy adelantada, se ex­preso en esta forma, dirigiéndose a sus diocesanos:

            "Sabed que los Santos Padres, alumbrados por el Espíritu Santo, justa y santamente ordenaron que los prelados y pastores de la universal iglesia fuesen obligados una vez cada año y todas las demás que se necesitasen a hacer por si o por sus visitadores general inquisición de la vida y costumbres de sus súbditos, así clérigos como legos, lo cual fuese enderezado a la salud de las almas que consiste en estar en gracia y caridad y apartadas de pecados, mayormente de los públicos con que Dios nuestro Señor más se ofende".

            Este decreto contiene un minucioso interrogatorio que serviría de normas a todos los súbditos para informar al prelado en todo lo referente a pecados públicos.

            "Exhortarnos y requerimos y en virtud de santa obediencia mandamos a vos y a cada una de las personas lo que supiereis y hubiereis oído decir de cualesquiera pecados públicos, los vengáis a manifestar, decir y declarar ante Nos. Conviene a saber: Si los rectores, curas, beneficiados, capellanes o sus tenientes u otros clérigos hacen cada uno lo que le toca ... Si tratan con caridad a sus feligreses ... Si están en algún pecado público e infa­mados con alguna mujer... 0 si andan de noche o de día con armas o hábitos indecentes o de legos... Si sabéis o habéis oído decir que algunos seglares... están en algunos pecados públicos... Y porque siendo todo lo referido en ofensa de Dios nuestro Señor, debe ser corregido y enmendado, mandamos dar el presente por el qual, en virtud de santa obediencia y bajo pena de excomunión mayor, or­denamos que, dentro de nueve días primeros siguientes a la publicación y fixación de este nuestro edicto... digáis y declaréis ante Nos lo que supiereis y hubiereis oído decir de lo mencionado y de otros cualesquier pecados públicos, manifestándolos para que proveamos to conveniente" 101

101. Trae el texto integro de este documento Chalbaud Cardona {55), tomo 1, pp. 141-143. Tengase muy en cuenta la insistencia con que el prelado reitera que no extiende la pesquisa de visita mas que a los pecados públicos. Creer lo contrario, será formarse una idea falsa del proceder recto y límpido del Ilustrísimo Ramos de Lora.


            La urgencia que el prelado puso al plazo de las posibles denuncias indica el interés que tenia en dar cima a la visita en Maracaibo antes de su salida, que ya tenia programada, para Mérida.

            No se conservan los testimonies de aquella primera etapa de la vi­sita canóniga, lo que hubiera suministrado interesantes detalles. Sin embargo, no es difícil suponer que algunas de las medidas tomadas con posterioridad a esta fecha del decreto fueron efectos de los co­nocimientos que fue adquiriendo con motivo de la misma.

            Lo que si aparece cierto es que apuró todo lo posible las actua­ciones como visitador y que fue esto una de las causas principales que le detuvieron en Maracaibo mas de lo que seria su intención. Por no detener mas su viaje a Mérida, se veía en la necesidad de comisionar al clérigo Francisco del Pulgar para que terminara al­gunas actuaciones judiciales, procedimiento que dio motive de que­jas contra el 102.

Maracaibo pretende para si la silla episcopal

            No puede censurarse el afan que las ciudades puedan tener por incrementar sus valores ni el use de todos los medios lícitos que para ello pueda tener cada una a su alcance. Por su parte, Maracaibo había logrado ya en años anteriores hacerse dueña del asiento de la gobernación, después de privar a Mérida de esta prerrogativa que había sido suya. Ahora intentaba privarla también de ser centro de la silla episcopal, ansia que había aumentado desde el memento de la llegada del Ilustrísimo Ramos de Lora. Pudiera pensarse que sus moradores consideraban ahora a Maracaibo con todo el derecho para ser también asiento de la silla episcopal desde el memento en que lo era del gobierno civil.

            El 6 de abril de 1784 enviaron el ayuntamiento de la ciudad y el gobernador sendas peticiones al rey para inclinar su anima en el

102. De 23 de noviembre es una carta remitida a la corte de Madrid dando cuenta de haber iniciado la visita canónica en Maracaibo y evacuándola en todo lo principal. Únicamente había dejado de finalizar la visita de algunas Obras Pias, porque sus mayordomos no habían presentado las cuentas de las mismas en los plazos que se les habían señalado. Y el mismo retardo quedaba pendiente en relación con la visita de algunos testamentos y capellanías. Mucha debió sentir el prelado no poder dar fin a todos estos puntos personalmente, pero el tiempo no le permiti6 otra cosa. En carta de 4 de enero de 1785 apuntó que si no hacia el viaje de inmediato, no podría hacerlo hasta dentro de un año a causa de los malos tiempos que luego sobrevendrían. Esto demuestra, una vez mas, el interés que el prelado tuvo de pasar a Mérida y no detenerse por más tiempo en Maracaibo.

Por lo demás, es dable conocer el contenido de la citada carta del prelado y las resultas posteriores a que dio lugar, por la cedula de 25 de julio de 1787 en que el rey dio contestación a ella, aprobando lo hecho por Ramos de Lora y ordenando al gobernador, en otra de la misma fecha, que no se negara al Obispo el auxilio que pedía. ("Fray Juan Ramos de Lora" (11, ID. 125-127).


sentido de que Maracaibo quedara siendo sede de la diócesis. Si se va a dar crédito a una versión mas legendaria que hist6rica, trataron, incluso, los hijos de Maracaibo de predisponer el animo del ilustre prelado y retraerlo de su decisión de pasar a Mérida, pintándole con los mas negros colores la vida en esta ciudad. Parece que hasta se acudió al procedimiento de exagerarle los males que causaba el temperamento de Mérida, propicio al mal de coto o paperas, llegan­do al extremo do pintar a los habitantes de esta ciudad, con unos apéndices así de largos que colgaban desde la garganta hasta poco menos de la cintura.

            Sin embargo, nada serviría para asustar a quien había soportado y estaba soportando enfermedades aun mayores, ni tampoco retraerían su Animo las dificultades, cuando ya las había sentido de todo ge­nero. Por lo demás, no había aceptado el aquel puesto de Obispo como evasión del trabajo ni del sacrificio.

            Al margen de todas aquellas pretensiones y sin inclinarse ni a favor ni en contra de las de Maracaibo, permaneció Ramos de Lora en esta ciudad durante el ano 1784, obligado, en parte, por sus enfer­medades, pero mas que nada por la estación y el mal tiempo que no le permitieron hacer el viaje a Mérida. Además, era su propósito imponerse de las cosas, como buen gobernante, antes de salir de Maracaibo,

            Lo que nunca hubiera hecho el prelado fue permanecer en Mara­caibo ni un día mas solo en atención a las gestiones que la ciudad había iniciado. La enfermedad aparece en mas de una ocasión como la causa que le retenía allí. En carta de 27 de marzo de 1784 escri­bió el secretario Vicente Climent Gil que el prelado permanecería en Maracaibo "hasta recuperar su quebrantada salud" 103. Pero la en­fermedad continuo molestándole a lo largo de todo aquel año. En carta de 5 de abril manifestaba el prelado deseos de su pronto paso a Mérida, no bien se restableciera de sus enfermedades.

            "Inmediata­mente que me restablezca de varios males que padezco, agravados por la molesta dilación de mi viaje a esta ciudad, procurare, lo po­sible para que, en cuanto esta de mi parte, se cumplan las piadosas intenciones de su majestad104.

            En carta del 9 de junio aun escribió: "Me hallo con algun quebranto en la salad a causa de mi molesto mal que, en estos dial, se me

agravó algo ..." 105

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"Fray Juan Ramos de Lora (11), p. 335.

103.    Ob. cit,, p. 71. Las intenciones de su majestad eran, en este caso, que se hiciera el reparto de los bienes de los jesuitas que habían sido expulsados. Ahora bien, como los jesuitas habían vivido en Mérida, era 1ógico que el prelado tuviera que pasar a esta ciudad para dar cumplimiento a los deseos del monarca. Procurar poner cuanto antes en ejecución aquellos deseos era, pues, lo mismo que trasladarse cuanto antes a Mérida.

104.           Ob. cit., p. 78.


            Muy probablemente su médico personal que le había acompañado durante su viaje y continuaba en Maracaibo debió trabajar por retenerle allí a vista de los males que le afligían.

            Una de las causas que también le detuvieron en Maracaibo mas de lo que hubiera sido su prop6sito inicial fue la visita canónica que allí inicio en fecha no bien precisada. Y muy a su pesar de dejarla sin concluir, tome la decisi6n de salir para Mérida cuando ya el pe­ligro de los malos tiempos no daban lugar a mas esperas. En carta de 4 de enero de 1785 manifestó ya su deseo y hasta la decisión de viajar antes que diese principio el periodo de las Iluvias, por cuanto, si no aprovechaba aquellos días que faltaban, debería detenerse en Maracaibo un año mas "por lo malos que se ponen los caminos y lo peligroso de los rios en tiempo de aguas"

            En fin, que muy buenas razones hubiera tenido el Ilustrísimo Ramos de Lora para permanecer en la ciudad del Lago y no desplazarse a Mérida, caso de haber sido partidario de radicar allí su sede epis­copal. Pero, enfermo decidió un día su marcha, demostrando con ello que ni la enfermedad era motivo a retenerle. "Con el fin de dar expediente a las reales órdenes de su majestad... ya algo restablecido de mis antiguos males, de la ciudad de Maracaibo el 9 de febrero último y llegué el 26 a esta" 107.

 

Reacción de otras ciudades ante las pretensiones de Maracaibo

            Lo que sigue sea dicho como un incidente en esta narración. Sabe­dores de las iniciativas de la ciudad de Maracaibo en orden a re­tener la sede del obispado, los cabildos de Mérida y Barinas, el pri­mero con fecha de 30 de abril y el segundo de 19 de mayo de 1784, enviaron al arzobispo de Santa Fe sus respectivas peticiones para que no se innovara en lo de establecer la mitra episcopal en Mérida, según estaba ordenado, exponiendo, de paso, los inconvenientes que conllevaría el fijarla en Maracaibo, entre los cuales era uno el que la localidad de Pamplona y otras similares quedarían, en tal caso, a un extremo del obispado, con muchas leguas de distancia, cuando Mérida estaba en el centro y contaba con un clima sanísimo y con abundantes medios de vida,

            Tenia invocadas Maracaibo a su favor razones coma la de hallarse

            "al margen de su laguna y en medio de las ciudades y lugares mas poblados de que se debía componer aquel obispado y desde donde] podía facilitárselas mejor los auxilios necesarios"108. Esgrimía tambiénn otras razones, como la de haber sido elegida anteriormente en

106.               Ob. cit., p. 300.

107.         Ob. cit., p. 114. La insistencia con que reitera el deseo de dar cumplimiento a las reales 6rdenes, indica la preocupación del prelado por pasar a Mérida como medio necesario de poder hacerlo.

108.               Ob. cit., p. 287.

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1781 cabeza de la jurisdicción civil y lo mucho que facilitaría la conversión de los indios motilones el radicar en Maracaibo la sede episcopal.

            Era cierto que Maracaibo estaba constituida en un lugar importante y estratégico para la vida del comercio y de relaciones, pero también lo era que la ciudad de Mérida constituía el corazón de una inmensa zona geográfica que se extendía desde la ciudad de Pamplona, perteneciente al arzobispado de Santa Fe, hasta las de Barinas, Trujillo y Coro, con las intermedias de Cúcuta, San Cristóbal, La Grita, Perijá, Maracaibo, Gibraltar, Pedraza y San Jai­me, con sus respectivas jurisdicciones. Y si Mérida era este Centro geográfico, dar al obispado otra sede, seria colocar esta a un ex­tremo de aquella zona donde estaban encuadrados pueblos tan dis­tantes. En vista de todo, las pretensiones de ]a ciudad de Mara­caibo eran tan inaceptables Como pudieran serlo las de Coro que también había reclamado para Si la silla episcopal, tal vez apoyada en la razón de haberla tenida ya antiguamente.

            Aun cuando el Ilustrísimo Ramos de Lora jamás manifestó simpatías con estas aspiraciones, si escribió en Carta de 4 de enero de 1785 la inacción en que estaba a causa de las mismas, en orden a la creación de su catedral. Era la suya una posición de prudente es­pera, no mas, y nunca podrá afirmarse, Como parece lo hizo el biógrafo del prelado Enrique Maria Castro, que con esta o con otras apariencias haya podido el obispo demostrar preferencia por las pretensiones de Maracaibo, ni mucho menos firmado sus peticio­nes enviadas al rey. Por lo demás, conocía el prelado lo irreversi­ble de la decisión de radicar en Mérida la catedral y la sede del obispado. Era acuerdo del Sumo Pontífice y era decisión de la corte hispana. Para acordar el sitio mas adecuado habíanse tenido en cuenta diferentes informes y muy distintos pareceres, todos los cuales habían coincidido en señalar a la ciudad de Mérida Como el mejor asiento de la silla episcopal. Las bolas pontificias, crea­doras de la nueva diócesis, estaban muy claras y sus términos eran concluyentes a favor de Mérida.

            Los hechos posteriores vinieron a demostrar que el prelado había sido prudente en la espera quo había tenido, por cuanto el Consejo de Indias y el rey dieron entrada a las peticiones de la Ciudad de Maracaibo, aun cuando solo fuera para desecharlas. El Consejo considero este punto en 24 de agosto de 1785 conclu­yendo:

            "Que se desatendiese in solicitud del mismo gobernador y ciudad de Maracaibo sobre que se fijase allí la silla episcopal de aquel obispado, mandando que no se hiciese novedad en cuanto al Lugar acordado para situar dicha silla, ni se admitiesen más recursos sobre el particular con ningún  pretexto" 109

            Este acuerdo del Consejo de Indias fue renovado en Consulta ele­vada al rey con fecha de 5 de noviembre de 1789 y definitiva‑

109. Ob. cit., pp. 291 y 296.

                  

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                   mente zanjado el asunto y cerrado todo posible debate mediante una real resolución de 20 de diciembre de 1789 y de una real Cedula de 12 de marzo de 1790 en que se consagró el anterior acuerdo del Consejo de Indias 110.

 

Viaje de Maracaibo a Mérida

            La gran prueba de que el Ilustrísimo Ramos de Lora no dio mayor importancia a las pretensiones de las autoridades de Maracaibo por radicar allí la silla episcopal fue el hecho de haberse decidi­do a realizar el viaje tan pronto coma le fue posible con el fin, entre otros, de dar realidad a la erección de la catedral de su obispado en Mérida.

            Aun cuando no completamente restablecido de su enfermedad y de las dolencias consecuentes a la misma, quiso aprovechar que ya el verano tropical tocaba a su fin, pasado el cual las aguas no le permitirían el viaje a Mérida, como de todo ello estaba advertido su Ilustrísima.

            Cuentan algunos biógrafos que un buen día se presento en Mara­caibo el clérigo merideño Francisco Antonio Uzcátegui dispuesto a llevarse consigo al prelado. Ni creo en tanta intrepidez en el clérigo, ni creo que Ramos de Lora hubiera jamás accedido a una cosa que el no tuviera planeada y bien pensada de antemano. No existe documento alguno que esclarezca este punto y mucho menos que lo certifique. Lo cierto es que el prelado tenia progra­mado ya el viaje, como queda apuntado con sus mismas palabras. Lo quo si pudo ser cierto fue que el clérigo merideño tuviera dispuesto en alguno de los puertos del sur del lago Maracaibo, todo lo necesario para el viaje y en sus bolsillos suficientes doblo­nes de oro (así se le quiere pintar) para sufragar los gastos del mismo.

            Fue el día 9 de febrero de 1785 cuando el Ilustrísimo Ramos de Lora inició su marcha. de Maracaibo a Mérida.

            A falta de detalles sobre el viaje, mi recordado profesor de la Universidad de Caracas, Humberto Cuenca, en narración de tintes poéticos, no carentes de matices interesantes, contempló al prela­do merideño saliendo de Maracaibo montado en briosa mula, en­gualdrapada con montura de gala en aquella mañana de verano tropical, para describirle luego, durante aquel caminar "por entre laderas y riscos, pituelas y frailejones, seguido de una larga comitiva de clérigos y esclavos" 111 La verdad fue que ni salio en mu‑

110.          Ob. cit., p. 291.

111.        Humberto Cpenca: [Así había dejado la nota en un principio a la espera de lograr aclarar la obra en que este autor aduce la cita, peso me ha sido impo­sible conseguirla. Durante mi estancia en Venezuela saque estos apuntes de la obra de mi biblioteca. Luego la presté a un amigo y me quede sin ella sin poder aclarar este punto. Pido excusas al lector. Por lo demás, respondo de la veracidad de la cita en esta y en posteriores notas].

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la enjaezada ni realizó aquel camino seguido de clérigos, ni mucho menos, de esclavos. Si los clérigos no existieron en gran numero, Ramos de Lora tampoco hubiera permitido la teoría de esclavos en su comitiva. Y, de permitirlos, no será en condición de esclavos.

            Un oculto documento afirma que el Ilustrísimo Ramos de Lora hizo su viaje en una balandra puesta a su disposición por la real Compañía Guipuzcoana. El documento hace constar que "habiendo salido en una balandra que le equipo de la real Compañía de Guipuzcoa, no pudo vencer hasta los 13 ó 14 días de caminata, después de muchas zozobras y riesgos que experimento112 Únicamente este dato incidental permite saber que también esta etapa del viaje del prelado no estuvo carente de molestias.

            El final de su viaje por la laguna pudo ser la aduana de Moporo, Pero es mas probable que haya llegado a San Antonio de Gibraltar desde donde tendría necesariamente que iniciar una etapa para tierra, esta vez si que montado en caballería enjaezada o no. Es posible que haya sido aquí en San Antonio de Gibraltar donde esperaba con sus caballerías el clérigo merideño Francisco Antonio Uz­cátegui.

            Es ahora el momento de contemplar la austera estampa del fraile, con el habito franciscano pegado a sus doloridas carnes, andar aque­llos caminos trepantes por entre picachos y abismos, cortados a menudo por serranías o por caudalosos ríos de rápida corriente.

Sigue escribiendo Cuenca:

            "Las bestias avanzan con paso lento. Pisan los suaves vellones del frailejón... Cursos de             torrentosas aguas interrumpen con frecuencia la marcha y un viento helado despeina los             flancos de los páramos ... " 113

            Fueron 17 las jornadas de aquel camino. El 26 de febrero salió el prelado de la localidad de El Ejido para llegar aquel mismo día a Mérida a horcajadas sobre caminera mula, con sus piernas lastimadas y dolientes a causa de las viejas llagas que, a modo de condecoraciones, le recordaban sus gestas misioneras.

112.             AGI., Santo Domingo, 397. "Representación del cabildo civil de Maracaibo al Comisario General Franciscano de las Indias en relación con los estudios en el convento franciscano de Maracaibo. Maracaibo, 30 de octubre de 1786". Digno de un estudio es este punto en unos momentos en que la ciudad del Lago luchó por la conservación de un centro de formación como el que tenia en el convento franciscano y al que no había apoyado en ninguna ocasión ni en ninguna forma la ciudad. Ahora que veía coma el centro estaba en peligro de desplazarse a Mérida con la atracción poderosa de la presencia del Ilustrísimo Ramos de Lora, fue cuando movió todos los resortes para que los estudios continuaran, pero sin ofrecer nada para sostenerlos. EI día que se haga un estudio, se conocerá la gran importancia que en todo el occidente venezolano tuvo la presencia de este centro franciscano de estudios de latinidad, filosofía y teología y los muchos hombres que se formaron en él.

113.             Humberto Cuenca (111).

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            Cerca ya de la ciudad y cumpliendo deseos del prelado paro sus pasos la comitiva. Desde allí la contemplo con mirada tranquila. Hoy en aquel mismo sitio levantase, gracias al entusiasmo del pueblo merideño, dignamente representado por un joven y talentoso gobernador civil., la estatua gigante que conmemora el 250 aniver­sario del nacimiento del obispo.

Posiblemente desde aquel mismo sitio pudo Ramos de Lora darse cuenta por la algazara de la ciudad donde no faltarían los estallidos de la pólvora, del recibimiento que todos estaban dispuestos a tri­butarle a su llegada. Los 9.000 habitantes de Mérida y sus contornos simulaban en aquellos momentos, con su movimiento, un hormiguero humano. La gran masa estaba agolpada en la plaza mayor, lugar obligado de cita en el caso de los mayores acontecimientos cívicos. Iba a ser la primera vez que todos aquellos religiosos moradores tendrían el placer y la dicha de ver un obispo, su obispo 114

            Con un poco de imaginación pinto así aquella escena Humberto Cuenca:

            "La llegada se anuncia en la plaza mayor con toques de caja y por voz de pregonero. Los esclavos han desyerbado las calles con sus varas de madera. Los músicos tocan sus violines y guitarras. Caballeros de ajustadas casacas montan sus bestias con los más costosos aperos. Hermosas damas descorren las discretas celosías para presenciar el desfile a puertas y ventanas abiertas. Y las parejas populares inician las primeras contradanzas..."115.

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Quiero dejar consignado aquí que fue otro obispo franciscano de la sede de Coro que propuso por vez primera al rey la necesidad de dividir esta diócesis. Me refiero al Ilustrísimo Fray Antonio de Alcega, el cual expuso esta idea en su carta de 20 de junio de 1608. La idea fue recogida años después por las primeras autoridades de la incipiente ciudad de Mérida las cuales hicieron llegar al rey su petición en 13 de agosto de 1616. En aquellas fechas expresáronse así aquellas autoridades meridenses: "Ha parecido a este cabildo ser conveniente dar de ello aviso a vuestra majestad y reducir a me­moria y recordación el parecer que, en años pasados, envió a vuestra majestad su antecesor don Antonio de Alcega acerca de la división de obispados y que seria bien se asentase en esta tierra con algunos pueblos de los inclusos y  comprendidos en su obispado de Venezuela que estaban desacomodados y desde Ciudad de Mérida y otros cinco lugares de su corregimiento Para que de todos ellos, unos y otros, se hiciese un obispado añadido, colocando la iglesia catedral en esta ciudad que está en igual distancia de las demás". (AGL; Santa Fe, 67) .

Respecto del número de habitantes para aquellos momentos no es posible aumentarlos demasiado. Antonio Ignacio Rodríguez Picon dejó consignado en sus Apuntamientos diarios lo siguiente: "28 de junio de 1800. Remití al señor gobernador el padrón de esta Ciudad y su jurisdicción... y contiene 9.919 almas con exclusión del vecindario de Ejido, de los indios y del estado eclesiástico". (El apellido Picón en Venezuela, [4].

 

Otro padrón enviado por el mismo en 18 de febrero de 1804 ascendió a 10.537 individuos, según lo hace constar también. Teniendo en cuenta el constante aumento de la Ciudad, no pudo tener en 1785 mas de las 9.000 almas, aun contando las de sus inmediaciones.

114.             Humberto Cuenca (111).

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            Cabe imaginarse a los niños aupados sobre los hombros de sus mayores para mejor poder ver la llegada y el paso de la comitiva. Aún los varones más serios elevarían su cuerpo sobre la punta de sus pies para poder, a su gusto, contemplar la escena.

            Y sigue la pluma fantasiosa de Humberto Cuenca y mi placer en citar sus palabras:

            "La comitiva pasa sobre las empedradas lajas y se detiene en la plaza mayor. El obispo echa pie en tierra y el teniente de justicia mayor besa su anillo. Recibe el saludo de las autoridades del ayuntamiento que concurre precedido de heraldos y maceros, de clérigos, de los funcionarios civiles y militares y de todos los vecinos que observan el rostro grave de este ascético monseñor"116

            Aquella escena debió quedarse grabada para siempre en las pupilas y en el alma de todos aquellos merideños, que pensando poder ver un obispo revestido con toda la magnificencia y grandeza de un príncipe, le contemplaron humilde al par que majestuoso, con el habito franciscano, como única librea, ciñendo su cuerpo fornido, obeso y corpulento.

            Allí mismo en la plaza mayor terminó el recibimiento oficial y multitudinario que las autoridades y el pueblo de Mérida tributaron a su obispo Fray Juan Ramos de Lora. Aquella noche durmió el prelado en la casa que le tenían preparada. No era suntuosa, sino pobre y de cortas posibilidades, pero era la mejor que había en Mérida donde todas eran pobres con la única dimensión entonces conocida que era la horizontal117.

            Al día siguiente celebrose un Te Deúm de acción de gracias en la iglesia mayor que, en lo futuro seria la catedral del nuevo obis­pado. Fue el momento aprovechado por el obispo para esbozar el programa de sus actividades. Humberto Cuenca le sorprende manifestando

            "que es indispensable formar sacerdotes e impedir la infidelidad cristiana, divulgar la instrucción, y fundar cátedras de gramática y de latinidad" al tiempo que solicitaba "el apoyo de los merideños para levantar un gran Colegio sobre las ruinas del aban­donado convento de franciscanos".

116.         Humberto Cuenca (111)

117.          Sin exageraciones fue el Ilustrísimo Ramos de Lora claro al escribir en carta de 14 de noviembre de 1786: "Una de las cosas que mas me ha afligido en todo el tiempo que he residido aquí es ver la pobreza de este país... Prueba es que no se encuentra en todo el ámbito de esta ciudad una casa decente... La que se preparó para mi y en que me veo precisado a vivir es la que se  reputa mejor y, no obstante mi ningún tren y cortisima familia, pues man­tengo menos de los muy precisos, estamos con tanta estrechez e incomodidad, que más parece noviciado de religiosos que palacio". (Ob. cit., p. 174). Todos los datos prueban la pequeñez y las pocas aspiraciones de la ciudad de Mérida, la cual, solo debido a la creación del obispado y su radicaci6n allí pudo llegar a ser lo que posteriormente fue. Otros detalles sobre las nece­sidades de carne, legumbres y hortalizas que sufría la ciudad pueden verse en la misma carta citada.

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            Y termina mi llorado profesor de Procesal diciendo que si Monseñor Ramos de Lora firmó pastorales y magníficos

            "edictos contra la música profana, los bailes lascivos y los escotes insinuantes, también erige un Seminario Conciliar para la educación religiosa de la ju­ventud con cátedras de latinidad y teología moral pagadas a sus propias expensas, promulga constituciones y se propone construir un edificio que sirva, simultáneamente  de sede a la diócesis y al Seminario" 118

            Con tan altos pensamientos en su mente, muchas veces recorrería Monseñor Ramos de Lora las calles largas y estrechas de la ciu­dad, alfombradas de yerba y empedradas, a trozos con casi obra de artesanía.

            Por encima de todo lo que pudiera parecerle un destierro (mayores los había tenido durante su vida de misionero) cobro el prelado cariño a la ciudad. (Tal vez ya entonces tenia la ciudad de Mérida el privilegio y el encanto de ganarse la voluntad de los que se llegan a ella).

 

            Muy pronto comenzó a trabajar el infatigable prelado en aquel cen­tro, que seria ya el de todas sus operaciones futuras. Y Mérida correspondería cumplida y cabalmente a sus designios. Por eso, llegaría a ser emporio del saber divino y humano; y centro irra­diador de cultura para todo el occidente venezolano; faro esplen­dente de donde brotarían los rayos luminosos del saber de sus hijos y yunque donde se forjarían las nobles mentes de sus patricios, los mismos que llevarían a muchas rincones el mensaje de la fe, de la cultura y del patriotismo.

Preocupación del Ilustrísimo Ramos de Lora por los enfermos

            No es posible desarrollar este tema con la extensión que fuera de mi agrado y con el detenimiento que los documentos permiten. Una de las preocupaciones que mas atormentaron el animo de aquel buen hijo de San Francisco de Asís desde los primeros mo­mentos de su llegada a Maracaibo y uno de los temas que con mas reiterada insistencia asoma en sus cartas, fue este de los enfer­mos y la buena disposición de los hospitales donde pudieran ser atendidos. En una de sus cartas escribió:

            "Siendo uno de los mas indispensables cargos velar sobre la curación de los pobres enfermos y solicitar, para ello, el mejor establecimiento de los hos­pitales, me veo necesitado a representar a vuestra Excelencia la infeliz situación del de esta ciudad que deberá, en lo sucesivo, servir de general..." 119,

118.          Humberto Cuenca [111].

119.          Ob. cit., p. 123.

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            Llevado de la preocupación que sentía por la organización de los hospitales, ya en carta de 31 de julio en 1784 escribió al marques de Sonora, manifestándole el interés que ponía en el arreglo del de Maracaibo, rogándole, al mismo tiempo, que los cortos medios de que disponían los casi desaparecidos de Gibraltar y Perija le fueran agregados para que no llegara adesaparecer igual que aquellos casi habían desaparecido 120

            Muy poco después de su arribo a Mérida escribió a la corte mani­festando, asimismo, interés por el hospital que allí había y por los existentes en las ciudades de Maracaibo, Coro y Trujillo. Con todos los medios a su alcance sin descontar, por supuesto, la pequeña aportación económica que le permitían sus cortas posibilidades, acudió en todo momento al sostenimiento de aquellos centros donde eran atendidos los pobres y abandonados. Manifestaba así el Ilustrísimo Ramos de Lora que no sólo le preocupaba el bien espiritual de sus diocesanos, sino que ponía todas sus fuerzas en atender y remediar también los males y dolores de sus cuerpos 121. Nuevamente insistió en el tema del arreglo de los hospitales en carta de los últimos meses de 1785, proponiendo, como una solución, encargar de su administración a cualquiera de las Ordenes Hospi­talarias. Y no cabe duda que, dada su interés inicial, habrá el prelado continuado insistiendo a lo largo de los años posteriores

 

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120.    En la citada carta de 31 de julio de 1784 escribió: "El obispo de Mérida de Maracaibo pone presente a vuestra majestad que... aplicó su celo pastoral al restablecimiento del hospital de Santa Ana de esta ciudad,., que se hallaba reducido a notable deterioro en su fábrica formal y material. Reparó las cortas piezas de que se compone..." (Ob. cit., p. 82). Sigue el prelado infor­mando sobre el estado de aquel hospital que procuro dejar arreglado antes de su salida para Mérida porque conocía muy bien que si los enfermos "hasta aquí se mantienen de las rentas del obispo, después carecerán de este socorro". (Ibid., p. 83) . Del estado posterior, lastimoso como anteriormente lo había sido, volvió a informar en carta escrita a finales del ano 1785: "El hospital de Maracaibo solo el tiempo que yo estuve allí tuvo mediana asistencia, porque de mi renta  sustentaba a los enfermos, médicos y quien los cuidaba, y ya, por mi venida, ha comenzado a ser sensible su decadencia..." (Ibíd., p. 124) .

121.   En carta de 6 de mayo de 1785 escribió desde Mérida: "Desde mi llegada a esta ciudad he ido sucesivamente advirtiendo, con harta pena mía, las miserias de este país. El hospital no tenia aun fabrica material en que recogerse al­gunos tales cuales enfermos que podrían su cortas rentas mantener. Por esta razón ... he hecho construir varias piezas donde puedan ser asistidos los pobres que se consideren más necesitados". (Ob. cit., p. 108). Con dolor de su alma lamento tener que ver morir a sus diocesanos sin posibilidad de ayudarles. "Y por las razones expuestas arriba considerará vuestra Excelencia como estará el de esta ciudad, lo que me tiene penetrado de dolor, y más viéndome imposible de remediar a tantos infelices que mueren, muchas veces, sin otra causa que vivir en estos míseros países", (Ob. cit., p. 124) .

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aun en medio de las muchas preocupaciones que le originaba la puesta en marcha de su nuevo obispado 122.

Preocupación del Ilustrísimo Ramos de Lora par los indios

            En su vida de misionero en Sierra Gorda primeramente y luego en California había aprendido a tener amor a los indios, si es que ya en su vocación llena de matices humanos no llevaba todos los gérmenes de estos sinceros amores hacia los seres mas necesi­tados de ayuda y protección. Como misionero siempre les dio ayuda. Ahora en su calidad de obispo debería manifestar hacia los indios toda su protección. Y esto fue lo que hizo en todo momento. Escuchemos las palabras que dirigió a los sacerdotes de su diócesis en carta pastoral escrita el 6 de marzo de 1786:

              "Si contemplamos, hermanos míos, con la debida penetración el grave cargo que tenemos los obispos y curas, no cesaríamos de clamar al Señor con continuas lagrimas y ardientes suspiros pidiéndole nos ayude con la fuerza de su omnipotente brazo para cumplir un mi­nisterio que a los mismos espíritus angélicos es formidable. Somos por nuestro oficio, padres, pastores, médicos, guías de la milicia cristiana y centinelas de la casa del Señor". Y sigue: "No se nos han dado estos empleos para dormirnos en el descuido, ni para descansar en el ocio". Y añade, después de acusar la presencia de muchos males: "Deseando, pues, que se remedie, en lo posible, tan gran daño y con el fin de descargar nuestra conciencia, nos hemos aplicado a indagar las principales fuentes de donde ha procedido esta avenida de males, y con dolor increíble hemos hallado no ser otro el origen que el descuido y desatención con que algunos curas han procedido y proceden en lo mas esencial de su ministerio, coma es observar religiosamente la santa y estrecha ley de la residencia en sus parroquias, instruir cristianamente a sus feligreses y con especial cuidado a nuestros amados hijos en el Señor, los indios, y tratarlos con el amor, ternura y desinterés que merece su miseria y necesidad" 123.

 

122.          La solución propuesta de encargar los hospitales a una de las Ordenes que, en la Iglesia, estaban y están dedicadas a estos fines benéficos, nacido en el animo del prelado a vista de lo mal que corría la administración de los mismos. "El hospital de Maracaibo solo el tiempo quo yo estuve allí tuvo mediana asistencia, porque de mi renta sustentaba a los enfermos, medico y quien los cuidaba y ya por mi venida ha comenzado a ser sensible su decadencia, par que fue necesario dejar la recomendación a seglares que, regularmente, no son a propósito para estos encargos, aun cuando se les quisiera acudir con los crecidos estipendios que, de ordinario, piden y son insopor­tables a estos hospitales". (Ob. cit., p. 124). En carta de 14 de octubre de 1786 hizo alusión a la conducta de Sebastian de Guzmán, médico que le había acompañado durante el viaje, y que ahora se había puesto en un plan exigente por sus trabajos en el hospital de Maracaibo. (Ob. cit., p. 167) .

123.             Chalbaud Cardona [55), tomo 1, pp. 149-164, trae la publicación Integra de esta magnifica joya pastoral algunas de cuyas palabras transcribo ahora.

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            Amenazó con el correspondiente castigo a los infractores de la resi­dencia:

            "Tengan, pues entendido los que adelante la quebrantaren que irremisiblemente hemos de mandar ejecutar en ellos las penas del derecho y que, perseverando en la infracción y contumacia, a privarlos del curato y castigarlos con la forma correspondiente" 123.

            El cuidado, esmero y estudio que puso el celoso y santo obispo en la elaboración de este documento hacen de el una joya pastoral. Al leerlo con detenimiento causa admiración la profundidad doctrinal con que esta redactado, la autoridad que rezuma cada una de sus frases, unido todo ello a la unción que respiran las palabras medidas y mesuradas y llenas de aquel ne quid nimis que solo puede ser fruto de la prudencia, de la autoridad y de la santidad hermanadas.

            Conocía perfectamente el prelado que la primera norma de todo buen pastor consiste en estar, en todo momento, al lado de sus ovejas. El abandono de su residencia conllevaría la ausencia de pasto espiritual a los fieles y sin esto no seria posible lograr ni conversiones de infieles ni sostenimiento en la fe de los neoconvertidos.

            Haciendo todos los esfuerzos para convencer doctrinalmente a sus clérigos, añadió, a fuer de colofón, después de citadas las palabras del Concilio de Trento:

            "Cuyos preceptos, benignamente intimados, si los hubiesen de despreciar nuestros curas, no nos hemos de contentar con el terror de las amenazas, sino que hemos de proceder a los rigores del castigo, pues ya es tiempo de que los que desprecian los blandos ecos del silvo, experimenten los duros golpes del báculo"124

            ¡Hermosa máxima que viene complementada por la que luego manifestó con relación a los indios, en estas doloridas palabras escritas mas adelante:

            "No nos es menos sensible que la falta de cumpli­miento  en las obligaciones mencionadas el desorden que, con mucha pena nuestra sabemos hay entre algunos de nuestros curas sobre el mal tratamiento que hacen a nuestros pobres indios. No es necesario especificar aquí los particulares casos que en este asunto tenemos bien averiguados. Nos contentamos, por ahora, con adver­tirles que deben tratarlos como a hijos y no como a esclavos. Que quando hubieren de castigar a los indios por sus excesos (se entiende siendo reales y legítimos) lo ejecuten con caridad y no con rigor de modo que conozcan y se persuadan que se aborrece y azota en ellos el vicio y no la nación. En una palabra, úsese mu­chas veces de la suavidad y del amor y pocas del azote. Olvídese como brutal la máxima falsa y cruel de que solamente obedecen al golpe, pues tenemos bien. experimentado que esto, mas que razón fundada, es pretexto con que se procura cubrir la Tiranía125.

124.                                Ob,cit., p. 152.

125.                                Ob. cit., p. 160.

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            En la mente franciscanamente formada del obispo existía una prelación o jerarquía de valores y en la cúspide de aquella pirámide estaban colocados los valores del alma de sus indios. En atención a ellos había sentido siempre la preocupación de lograr sacerdotes en el mayor número posible y para tenerlos buenos y que atendieran a sus amados indios, había pensado, desde los pri­meros momentos también en la creación de un Colegio Seminario. Y siempre en todo ello tuvo como única ocupación la defensa y la salvación de las almas de sus diocesanos. La tarea de misionero seguía hoy, como ayer, preocupando la mente de Ramos de Lora y llenando por completo todos los momentos de su vida.

Estas son las palabras finales de  su pastoral que comentamos

            Esforcémonos, pues, con la ayuda del Señor que siempre asiste a los que, con recto y humilde corazón, le invocan, a obrar como tales, asistiendo cada uno en sus respectivas iglesias con residencia per­sonal, formal, activa, eficaz y laboriosa, dando a las ovejas del Señor que están a nuestro cargo el pasto espiritual conveniente en recompensa del temporal que ellas nos ministran y tratándolas con amor, ternura, caridad y desinterés que pide su necesidad y nuestro ministerio" 126.

Preocupación por la atención a los sacerdotes y doctrineros

            Para demostrar que no solamente exigía, manifestó en todo momento el Ilustrísimo Ramos de Lora otra preocupación, cual fue la de lograr que sus sacerdotes estuvieran bien atendidos en el orden material. En sus cartas y en el montón de documentos salidos de su pluma tiene este punto una absoluta prioridad. Axial como fue inexorable a la hora de exigir responsabilidades, sabia también cargarse de razón para poder exigirlas.

            Desde los primeros momentos de su llegada a Maracaibo trato, por todos los medios, de poner orden en la administración de los bienes eclesiásticos de los que no pensaba, sin embargo, benefi­ciarse personalmente lo mas mínimo. Todo lo consideraba para poder llevar adelante los puntos del programa que traía en su mente. Sus preocupaciones eran los indios y los clérigos en función de los mismos indios. Por eso, era necesario cuidar debida­mente de su manutención.

            Una de las primeras cartas que escribió a la corte fue para expo­ner los excesivos derechos que venían cobrando en el gobierno de Maracaibo por la colación de los beneficios eclesiásticos, cosa que consideraba opuesta a la mente de su majestad "que de nin­guna suerte quiere que los párrocos vayan a sus curatos expuestos en los primeros años a muchas miserias por serles inevitables otros

126. Ob, cit., p. 163-

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costos 127. En mas de una ocasión se vio en la precisión de pagar de sus propias rentas a los clérigos para que atendieran en los pueblos necesitados de sus presencias. Así, por ejemplo, el caso que e1 mismo cuenta del capellán de los fuertes de San Carlos y Zaparas al cual debió enviarle ayudante durante su en­fermedad y pagarlo por no existir mas de un sínodo que debería seguir percibiendo el enfermo.

            La poca armonía que con el prelado guardaron algunos goberna­dores de Maracaibo fue motivo de que repercutiera en la subvención que se daba a los curas de la diócesis. En carta de 21 de junio de 1790 se lamento el prelado de las medidas adoptadas en contra de los curas, rebajando desmesuradamente sus sínodos o pagas, con lo que venían a aumentarse sus necesidades.

            "La pobreza de estos tales sacerdotes bien se manifiesta cuando, después de ser necesario sustentarlos en todo el tiempo de sus clases, vestirlos y ocurrirles con lo mas necesario, coma es frecuentísimo verificarlo a mi costa porque se apliquen al estudio, después me veo precisado hasta aviarlos para ir a sus destinos. Y para que no se distraigan de su obligación, fundado en varias leyes y constituciones de la Sínodo y Concilios Provinciales, les he prohibido a tales curas las crías de ganados y sustentación o fomento de haciendas en sus doctrinas, que era ocasión bien sabida de perjuicio a los indios y de distracción a su ministerio parroquial"128

            Se lamentaba de las medidas adoptadas por el gobierno porque "me parece lo mismo que decir a los curas que se hallan en actual ejercicio que desamparen sus administraciones o vayan a ejercitarse en otros ministerios totalmente prohibidos al estado sacerdotal o se pasen a donde sustentarse y tener conque celebrar" 129.

            El constante afán de dotar a sus curas de paga suficiente lo manifestó en estas palabras:     "Desde que llegue a este obispado estoy en un frecuente ejercicio de solicitar, lo primero,    sinodo fijo para los doctrineros y que su satisfacción sea puntual en las medianías       correspondientes de junio y Navidad" 130.

            Tener a los curas bien atendidos lo consideraba el prelado necesario para poder exigir de ellos el cumplimiento de las obligaciones que les tenía impuestas en su edicto. "Lo cual me ha parecido muy justo poner en la superior noticia de vuestra majestad para que se digne expedir su soberana determinación que facilite el remedio de estos males, con la que, viendo que los curas tienen fija y sufi‑

127.          Fray Juan Ramos de Lora, (1), p. 87.

128.             Ob. cit., p. 257.

129.             Ob. cit., p. 256.

130.             Ob. cit., p. 258.

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ciente manutención..., en su consecuencia, allanado este paso, pueda yo compelerlos, caso preciso, al cumplimiento de su minis­terio y observancia de mis ordenes pastorales" 131.

            Cuando el prelado acudía con estas lamentaciones al rey ya no estaba lejano el día de su muerte, por lo que no vería, gozoso, el día en que todo aquello tuviera una solución que pudiera alegrar su alma de pastor.

La gran preocupación del Ilustrísimo Ramos de Lora: Fundación del Colegio Seminario

            Esta fue, en realidad, su gran preocupación y su obra magna."El Seminario de San Buenaventura es la obra máis bella del obispo Lora. El es la más rica presea de su episcopado y su mas hermoso titulo a la admiración de la posteridad", Como lo expreso Roberto

 

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131. Ob. cit., p. 259. Las relaciones del gobernador Joaquín Primo de Rivera fue­ron tales, en un principio, con el 1lustrisimo Ramos de Lora que prometían una feliz y fructífera colaboración. Sin embargo, la cosa cambió pronto por obra y malas trazas del consejero Juan Esteban de Valderrama, individuo original y un tanto atrabiliario que ejercía de auditor de guerra en Maracaibo. El curriculum vitae de este clérigo frustrado ofrece ángulos curiosos. No se sabe por que motivos tenia jurada oposición a toda medida emanada del prelado diocesano de Mérida. Pudieran ser restos y resabios de las gestiones fallidas y de la falta de colaboración de Ramos de Lora a los proyectos de fijar en Maracaibo la silla episcopal. De esta oposición de Valderrama a las decisiones del prelado informó este en carta de 14 de agosto de 1789. (Ob. cit., p. 241) . La oposición se acrecentó desde el momento en que Ramos de Lora pidió al gobernador que separara de todo asesoramiento a este indivi­duo. Debido a la influencia que Valderrama ejercía sobre el gobernador, nada logro en sus gestiones el. prelado. Y la cosa siguió peor. La citada carta del 14 de agosto es una pintura del lastimoso y deteriorado estado en que estaban las relaciones entre ambas potestades. Otra del 19 de diciembre de 1789 no contiene una pintura mas halagüeña y llego el prelado a manifestar como el teniente justicia mayor de Mérida “ajó, como quiso, mi jurisdicción" aludiendo, asimismo, a “Est. oficios más desatentos que me ha llegado a Pasar el gobernador de esta provincia don Joaquín Primo de Rivera, amenazándome con sus ardores militares o con sus iras, como llegó en estos últimos días a verificarlo". (Ob. cit., p. 249).

 

           Para darnos cuenta de las furias con que aquel iracundo militar ataco al obispo, sobran las siguientes palabras de una carta suya escrita al rey en 17 de noviembre de 1788:     "El gobernador y comandante de Maracaibo, con el debido rendimiento, a los           reales pies de vuestra majestad, representa que, quando justamente se esperaban      saludables frutos  en consecuencia del grande beneficio que la católica real piedad   de vuestra magestad se digno dispensar a esta parte de sus dominios..., no se tocan     ni experimentan sino amarguras, tropeles y vejaciones por haber tenido la       desgracia de que el primero que ha ocupado la silla sea de un carácter genial tan            raro, que verdaderamente faltan voces para exprimir lo que se padece y concibe, de suerte que la provincia de Maracaibo, desde marzo del año 84 que puso el pie en ella el Reverendo obispo don Fray Juan Ramos de Lora, muy lejos de mejorarse en cuanto a las cosas espirituales y eclesiásticas, sobre que versa su conocimiento y su mando, se han empeorado"... (Chalbaud Cardona [55], tomo 1, p. 166) .

           Para conocer las quejas del prelado basta leer sus cartas de 14 de agosto y 19 de diciembre de 1789 y 21 de junio de 1790, por citar solamente las principales. ("Fray Juan Ramos de Lora" [1], pp. 241-259).

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Picón Lares, benemérito Rector de la Universidad merideña, después de haber escrito estas otras palabras:

            "Postrémonos respetuosos ante el recuerdo del fraile egregio. Rindámosle el homenaje de             justicia que merece ese varón santo que, guiado únicamente por el bien de la tierra que la Iglesia encomendó a sus cuidados, él solo con constancia que puede servir de ejemplo a las mas altas virtudes publicas, en un esfuerzo digno de poema, supo levantar sobre bases inconmovibles que el tiempo y los hombres han res­petado, una de las mayores columnas de la cultura venezolana132

            Y no se pierda de vista que la fundación del Colegio Seminario estaba en la misma línea de las grandes ideas con que había llegado el ilustrísimo Ramos de Lora a su obispado. Si bien era cierto que su gran idea era la reevangelización de los pueblos confiados a sus cuidados episcopales, conocía que no podría llegar a la consecución de esta meta sin la ayuda de buenos y eficaces colaboradores y que no podría lograr estos sin la creación de un centro donde formarlos. Pensó, por tanto, en la fundación del Se­minario, yunque y crisol de las juventudes sanas, porque estaba firmemente convencido (y así lo dejó escrito en el decreto con que promulgo las Constituciones del Colegio) que "la instrucción de la juventud es el mas seguro manantial de virtuosos eclesiásticos que dirijan las conciencias de los pueblos". Cuando escribía estas palabras pensaba en aquellas otras evangélicas donde a sus discípulos llamó Cristo sal de la tierra y luz del mundo. La luz ilumina y la sal condimenta y evita la corrupción.

            Si se quisiera restar meritos al celoso prelado, hasta diríamos que nada de original tenia su afán de llevar adelante la fundación de un Seminario, por cuanto era esta una de las encomiendas que el Pontífice le había encargado en la Bula de nombramiento.

            "Además, queremos también que en la iglesia crees las prebendas de Teologal y             Penitenciario y en la ciudad de Mérida, un Seminario, de acuerdo con las prescripciones        del Concilio tridentino y que cuides de crear un Monte de Piedad, gravando sobre esto tu             con­ciencia133.

            Aguijoneado su animo por estos mandatos, puso en acción toda aquella su voluntad tesonera para llevarlos a la practica con per­miso real o sin el, con ayuda de las autoridades o sin ella y aún contra la voluntad de las mismas. Por eso, es muy cierto lo escrito par Roberto Picón Lares que "El solo, con constancia que puede servir de ejemplo.. supo levantar.. una de las mayores columnas de la cultura venezolana".

            He tornado estas palabras y las otras que cite de Roberto Picón Lares de El Vigilante (periódico) Mérida, martes 5 de octubre de 1971. Al Di­rector del mismo mi buen amigo Eccio Rojo dejo la responsabilidad de la cita por hallarme imposibilitado de acudir a las obras de Picón Lares.

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"Fray Juan Ramos de Lora" [1] , pp. 29 y 328.

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            Era preciso hacer revivir el espíritu que aun latía en las cenizas todavía calientes que restaban del Fuego sagrado con que los jesuitas habían sostenido en Mérida las ansias de cultura en aquella juventud. Desde el cierre de aquel Colegio habían pasado casi 20 años, ya que desde 1767 no había visto Mérida el discurrir diario de su juventud rumbo a las clases de latinidad que allí se les daban.

            Desde el primer momento de su llegada a tierras de su obispado sintió Ramos de Lora la necesidad de constituirse en el gran apóstol y pensó en la creación de su Colegio Seminario para llevar las almas a la verdad a través de la incorporación de las mismas al torrente vital de la cultura.

            El primer paso de aquella gran empresa tuvo lugar el 29 de marzo de 1785, un mes después de su llegada a la ciudad de Mérida. Fue en ese día cuando firmo un decreto que haría impe­recedera su memoria por los siglos de los siglos, porque en el esta contenido, como en su germen, todo lo que el prelado soñaba para el logro de la grandeza y el progreso de Mérida y de todo su obispado.

            "Considerando como pastor vigilante de su rebaño que la instrucción de la juventud es el más seguro manantial de virtuosos eclesiásticos que dirijan las conciencias de los pueblos de su diócesis, ha destinado interinariamente el convento situa­do en esta ciudad, que era de los Padres de San Francisco y se halla en el día desocupado de estos religiosos por orden de su majestad, que Dios guarde, para que en el se establezca una Casa de Educación de los jóvenes inclinados a seguir el estado eclesiástico en donde se les imprima máximas de religión y se les enseñe la lengua latina e instruya en las materias morales, hasta tanto que se practican las diligencias correspondientes a que se establezca y funde el Seminario Colegio con todas las formalidades que dispone el santo Concilio de Trento''134, En el mismo acto dictó las Constituciones por las que debería regirse el Seminario. Sencillas como su vida franciscana, las llama Roberto Picón Lares y "vello programa de perfeccionamiento espiritual, recio camino que solo podrán trillar los buenos, los que, por su diligencia y ap­titudes, representan una promesa para la república135,

            No podría darse con todo rigor a este documento el nombre de Constituciones, ni al centro entonces creado, el de Seminario. La creación de un Seminario exigía fundamentalmente la aprobación

134.        Chalbaud Cardona [55), tomo 1, p. 88. En atención a la importancia que tiene este documento o primeras Constituciones del Colegio, han sido publi­cadas reiteradas veces. Concretamente han sido publicadas por Monseñor An­tonio Ramón Silva, Héctor García Chuecos y Eloy Chalbaud Cardona en sus respectivas obras ya citadas. Por su parte las autoridades de la Universidad de Los Andes de Mérida han hecho acuerdo de celebrar el 29 de marzo de cada año el "Día de la Universidad" en recuerdo y exaltación de aquel memorable día.

135.          Palabras tomadas de El Vigilante [132).

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real en virtud del Patronato regio sobre todas las cocas eclesiásticas de Indias. Esto lo sabia muy bien el inteligente prelado. Por eso, llamo al Colegio únicamente Centro de Educación. Ni en lo del nombre se extralimito el Ilustrísimo Ramos de Lora. Y así le llamo "hasta tanto que se practican las diligencias correspondientes a que se establezca y funde el Seminario Colegio con todas las formalidades que dispone el santo Concilio de Trento" 136

            Si aquel centro no era con todo rigor un Seminario, tampoco las ordenaciones que el obispo le dio podrían llamarse propiamente Constituciones las cuales exigirían también la aprobación del mo­narca hispano.

            Rigurosamente hablando, el documento promulgado por el Ilustrísimo Ramos de Lora el 29 de marzo de 1785 fue una especie de horario que regiría el funcionamiento del Colegio, con algunos artículos introductorios donde quedaron nombradas las autoridades y regulados los principales puntos disciplinarios del mismo centro. El cargo do Director se lo reservo para si el vigilante prelado a fin de poder estar al tanto de todos los detalles sobre la marcha del Colegio.   Fuera de este cargo, existirían los de Vicerrector y Maestro con cargo el primero de imponer el cumplimiento de las Constituciones y velar por la buena marcha del Colegio y con la misión el segundo de enseñar Latinidad, con todas las disciplinas que este concepto abarcaba entonces. Habría, además, los cargos de procurador, encargado de la administración del Colegio, y de cocinero con su ayudante 137.

 

136.             "Fray Juan Ramos de Lora" [1].

137.          Lo que dejo afirmado de la condición del documento firmado por Ramos de Lora el 29 de marzo de 1785 no merma nada de la importancia que tuvo como punto de partida. Si, en realidad, no fueron Constituciones en el sen­tido riguroso de la palabra, tuvieron toda la importancia que pudieran tener unas verdaderas Constituciones. Peto hay que insistir en las exigencias que conllevaban unas Constituciones. El elaborarlas fue preocupación de los su­cesores de Ramos de Lora. Cuando el Ilustrísimo Torrijos encargó a Hipólito Elías González la reforma del Seminario le encargó también "que se formen Constituciones para su mejor gobierno, lo que no pudo verificar su fundador... por haber fallecido aun sin haber dejado perfectamente concluida la obra..." {Chalbaud Cardona, [55), tomo 1, p. 282).

.           El reformador hizo constar en el correspondiente documento que "mientras se ponen Estatutos y Constituciones. . . " (Ob. cit., p. 283) . Y ordeno que lo establecido por el se "cumpla y ejecute hasta tanto que se formen las Constituciones para el mejor orden y arreglo del Colegio". (Ob. cit., p. 287).

Aun existen otros testimonios posteriores relativos a las Constituciones del Colegio Seminario que no habían sido elaboradas.

 

Si Chalbaud Cardona hubiera tenido en cuenta esto que acabo de decir no se hubiera extrañado del proceder de Fray Candido Torrijos que habló de la falta de Constituciones. Conocía, sin dada, el prelado la existencia de las Constituciones firmadas por el antecesor, pero sabia también que unas Cons­tituciones propiamente dichas exigían alga más.

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            En el articulo 5 quedo determinado que los aspirantes a ingresar en el Colegio tendrían que presentarse ante su Señoría Ilustrísima por escrito. Todos deberían vestir hábitos clericales, previa la información ajustada a un interrogatorio elaborado, sino por el mismo prelado, por su secretario, obedeciendo Ordenes suyas.138

138.     Este interrogatorio fue elaborado por el Ilustrísimo Ramos de Lora o por su secretario Mateo José Más y Rubí con fecha 12 de octubre de 1784. Muy posiblemente quiso el prelado imponer esta medida para conocer la limpieza de sangre y las costumbres de los aspirantes, tan a los principios de su llegada al obispado en vista de los candidatos que llegaban a el en demanda. de órdenes sacras. De hecho, son conocidos los nombres de varios candidatos ordenados por el mismo Ramos de Lora durante su estancia en Maracaibo a lo largo del año 1784, porque el mismo prelado los señala en la lista de clérigos enviada a la corte con fecha 26 de abril de 1786. (Ob. cit., pp. 128-140).

El interrogatorio ha sido publicado ya en varias ocasiones. Es del tenor si­guiente: "Interrogatorio por donde se deben examinar los testigos que se Presentaren por los pretendientes de hábitos clericales.

Primeramente: Que tiempo ha conocen a don N. de N. Si lo han tratado y comunicado sin dejarlo de ver tiempo notable. En que lugares. Y si saben los en que ha residido más de seis meses desde que tiene uso de razón

Item: Si sabe es hijo legitimo, de legitimo matrimonio, tenido y reputado por tal sin que haya cosa en contrario., Si conocen a sus padres. Desde cuando. Como se llaman. De que lugares son naturales y vecinos y si estos, el referido pretendiente o sus abuelos paternos a maternos (cuyos nombres, naturaleza, vecindad y conocimiento, si los hubiere, se expresarán) se han empleado en oficios viles e indecentes, o han obtenido y sido capaces de exercicios públicos y de honra,

Item: Si saben que es cristiano bautizado y confirmado y quo los dichos sus padres y abuelos son y han sido españoles, cristianos viejos o indios legítimos, limpios de sangre v sin mezcla de mulatas, moros, judíos, herejes ni peni­tenciados por el Santo Oficio de la Inquisición, a públicamente afrentados por alguna justicia eclesiástica o secular.

Item: Si se persuaden desea el estado, no por fin o respeto humano, ni por eximirse de las justicias reales sino para mejor servir a Dios nuestro Señor, pues lo conocen mas inclinado a las cosas eclesiásticas que a las seculares o profanas saben o se persuaden; de su educación cristiana, (y) que ha frecuentado los santos sacramentos.

Item Si saben que el susodicho es honesto, virtuoso y V recogido, aplicado al estudio. De buena vida costumbres. O jugador, ebrio, pendenciero o amancebado. 0 es cojo, manco, lixiado, impedido de sus miembros o con alguna deformidad en ellos. Por donde no pueda celebrar misa sin escándalo del público. O tiene enfermedad incurable, v contagiosa. mal caduco o gota cora que le prive de sentido. 0 alguna ocasión ha estado loco o con intervalos o frenesí, espiritado, endemoniado. 0 si saben que haya salido expulsado  fugitivo de algún  colegio o Religión v la causa por que. 0 que haya contraído algunos esponsales.. O sido casado con viuda. 0 ejercitándose en algunos tratos o  comercios ilícitos o usuarios de que no haya dada satisfacción. 0 si esta excomulgado o con impedimenta para no ser admitido a lo que pretende.

Item.. Si lo declarado lo tienen por público y notorio, publica voz  y fama, común opinión

 

Trae una trascripción de este interrogatorio Chalbaud Cardona [55), tomo 1, pp. 262-263,

Coma modelo de las informaciones que se hacían sobre los aspirantes trae el mismo autor la correspondiente a Tadeo Montilla. (L. c., pp. 240-259).

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            Los autores seguidos desde los primeros momentos en las clases del Colegio fueron Antonio de Nebrija para los estudiantes de latín y la obra del Padre Francisco de Larraga para los cursantes de Teología Moral 139.

            En todo caso, quedaba el prelado facultado, como Arbitro supremo, para corregir y adicionar aquellas primeras Constituciones del Colegio, como en efecto lo hizo el 30 de diciembre de aquel mismo año 1785. 140.

            En calidad de primer Vicerrector del Colegio nombro el Ilustrísimo Ramos de Lora a clérigo Doctor Francisco Martos, y como primer administrador o mayordomo a Juan Moreno 141.

            No tardo el prelado en nombrar un colector del tres por ciento, cargo para el que destinó al clérigo Juan Jose de Osuna con fecha de 25 de agosto del mismo año 1785. 142

 

139.          Ya queda consignado en momento oportuno como el Ilustrísimo Ramos de Lora había traído de Nueva España consigo dos docenas de ejemplares del Arte de Nebrija, lo que indica muy claramente los pensamientos que traía en su mente. Ahora había llegado la ocasión de hacer uso de aquellos ejem­plares.

En el inventario que se hizo a la muerte del prelado, aun se constato el remanente de seis ejemplares del Arte de Nebrija, a peso cada uno. (Ildefonso Leal: "Documentos para la historia de la educación en Venezuela" en "Fuentes para la historia colonial de Venezuela", nº 87. Caracas, 1968).

140.             El texto de esta adici6n a las Constituciones relativa a los exámenes que deberían hacerse a los estudiantes en los meses de enero y junio puede leerse en Chalbaud Cardona [55], tomo 1, pp. 93.94.

141.             Parece que en aquellos primeros momentos fue uno mismo el Vicerrector o Director y Maestro. Al menos, parece que, a la muerte del prelado, ejercía el cargo de profesor de latinidad, de la incumbencia del Maestro, el propio Francisco Antonio Martos, que era el Vicerrector también. Así aparece en el documento mediante el que dio cuenta de la muerte del Obispo a la real Audiencia de Caracas el teniente de justicia mayor de Mérida Juan Nucete. ("Fray Juan Ramos de Lora" [11, p. 363) .

142.             Transcribe el documento de nombramiento Chalbaud Cardona [55], tomo1, pp. 91-92. En lo fundamental dice: "Por quanto por la nueva erección de la diócesis se nos ha hecho preciso establecer un Seminario con forme a lo determinado por el Santo Concilio tridentino para el que es forzoso exigir de todos los beneficios, hospitales, cofradías, capellanías de clérigos cualesquiera que sean, aunque estén fundadas en las iglesias de las Religiones..., el tres por ciento de que no deben eximirse aun los domiciliados de cada partido .. .

Siendo indispensable para esta percepción nombrar colector general y subdelegados en todos los distritos de las vicarias, que se deberán arreglar a las condiciones y circunstancias que abajo se expresaran, confiando de la habili­dad, suficiente y demás buenas partes de vos el Doctor Don Juan José de Osuna, presbítero de nuestra diócesis por el tenor de las presentes, os crea­mos, elegimos, constituimos y deputamos colector general del tres por ciento del Seminario Tridentino en todo nuestro obispado y os damos nuestra li­cencia, poder, facultad para que, por el tiempo de nuestra voluntad podáis usar y excercer este cargo ..."

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            Afirma Chalbaud Cardona que el colector Juan José Osuna duro en su cargo hasta 1787, fecha en que le sucedió Rafael Ruiz Valero 143. Los otros dos nombrados permanecieron en el ejercicio de sus cargos durante la vida del prelado y aun en tiempo posterior hasta el ano 1795. Con fecha de 11 de octubre de 1794 encargo el Ilustrísimo Manuel Torrijos al licenciado Hipólito Elías González la reforma del Colegio Seminario, considerando como "una de las principales obligaciones de su pastoral ministerio el fomento del Colegio Seminario para la educación y enseñanza de los jóvenes de que depende el crear idóneos ministros para que puedan servir en el obispado y de que hay gran necesidad."144.

            Lo primero que hizo en aquella ocasión el comisionado Hipólito Elías González fue nombrar con fecha de 29 de abril de 1795 para el cargo de Rector al Doctor Juan José Mendoza, del gremio y Claustro de la Universidad de Santa Fe, con una renta anual de 100 pesos, al que confirmo en el cargo posteriormente el 22 de mayo de 1795. 145

 

 

            En fecha no bien precisada entre octubre de 1794 y mayo de 1795 hicieron dejación de sus cargos el colector general Rafael Ruiz Valero y el mayordomo del Seminario Juan Moreno, cargos que asumió, de momento, el reformador Hipólito Elías González y luego transfirió al Rector Juan José Mendoza, después de haberlo nombrado Rector en 22 de mayo de 1795. 146

En este documento de nombramiento especifico el Ilustrísimo Ramos de Lora todas las condiciones que debería tener el sujeto nombrado para colector general.

Con la misma fecha de este documento expidió el prelado Patentes de nom­bramiento firmadas en blanco del nombre para que el colector general nom­brara a su gusto los colectores subdelegados en cada una de las vicarias. Un modelo trae Chalbaud Cardona. (Ob. cit., p. 93).

Resulta interesante el informe hecho en 13 de octubre de 1794 por el colector general Rafael Ruiz Valero quien alude a lo mal que habían venido haciéndose efectivos los pagos del tres por ciento debido, en gran parte, a la falta de interés en los eclesiásticos y a pesar del gran interés puesto en ello por el prelado, según allí mismo se hace constar. (Ob. cit., pp. 276-279).

143.               Chalbaud Cardona (55), p. 293. En relación con la marcha de este oficio informo en 1794 el reformador Hipolito Elías González : "Para la cobranza de las rentas pertenecientes al Seminario se había nombrado por el Fundador en esta ciudad un colector general y en cada uno de los partidos un particular con asignación de cuatro por cien de lo que recaudasen. Los particulares remi­tian al general lo que cobraban y este entregaba al mayordomo..." (Ob, cit., pp. 286-287).

144.               Ob. cit., p. 282.

145.               Ob. cit., p. 284.

146.             Hablo en el texto de fecha no bien precisada la que puede ser fijada aproximadamente entre el 14 de octubre de 1794 y finales de abril de 1795. El 13 y el 14 de octubre de 1794 dieron relación de sus oficios el colector general Rafael Ruiz Valero y el mayordomo Juan Moreno respectivamente. (Ob. cit., pp. 276-280). En documento de 22 de mayo de 1795 escribe el reformador Hipólito Elías González: "Y, habiendo dejado el mayordomo la

 

 

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            En los años anteriores a 1795 la administración del Colegio Semina­rio habíanse desarrollado en base a Ordenes verbales que el Fundador había comunicado al mayordomo Juan Moreno. Así lo expreso este mismo en su informe de 14 de octubre de 1784, haciendo constar, además, que "las instrucciones y demás documentos perte­necientes a su establecimiento existen en poder del Vicerrector, presbítero doctor Francisco Martos"147.

Actividades del Colegio:Cátedras de Latinidad, Filosofía y Teología Moral

 

            A pesar de lo mal que pudieran ir funcionando las necesarias rentas para el sostenimiento del Colegio, el hecho es que este inició sus funciones inmediatamente de fundado, con las clases de latín y Teología Moral. Ya en carta de 6 de mayo de 1785 informó el prelado a su amigo el marques de Sonora que había destinado el convento franciscano

            "para una especie de Colegio en donde, a mi costa, tuve que asalariar maestros de       latinidad y Teología Moral y estar manteniendo muchos estudiantes pobres que no tenían otros arbitrios para dedicarse a los estudios e instruirse en lo mas preciso para poder             recibir las sagradas Ordenes"148.

            La clase de latinidad funcionó desde los principios con mayor o menor intensidad, según el número de estudiantes que, en cada momento, concurrieron. En el documento de reforma escribió Hipólito Elías González en 22 de mayo de 1795:

            "Aunque hasta el presente no ha habido cosa fija sobre las clases de gramática, pues unos             tiempos ha habido dos y otros, una, según la ha pedido la necesidad, habiéndose aumentado el número de estudiantes y esperando que cada día se aumente, erigimos y establecemos dos preceptoras de Gramática..."149.

administración, por no haberse encontrado, de pronto, sujeto que la desempeñase, tornamos a nuestro cargo cobrar y suministrar lo necesario para manutención del Colegio, la que pusimos después a cargo del Rector..." (Ob. cit., p. 287). Si el Doctor Juan José Mendoza fue persona de toda su confianza, después del 29 de abril de 1795, parece seguirse que, antes de esta fecha, no había tenido persona de tal confianza por lo que había tomado a su cargo ambos oficios de colector y administrador. Parece deducirse que la asunción de los dos oficios fue anterior al 29 de abril. De todos modos, el dato no tiene mayor relevancia. Yo más bien me inclino a pensar que estos dos oficiales, colector y mayordomo, resignaron sus cargos después de hecha relación de lo que habían realizado en los anteriores tiempos. Esto seria, por tanto, en octubre de 1794.

147.             Calvad Cardona (55), p. 279. En el mismo documento manifestó el mayordomo lo que se le venia suministrando a cada uno de los que trabajaban en el Colegio y a cada uno de los colegiales. También hizo relación a los apuros económicos por los que venia pasando el centro. "Que las rentas del Colegio no están corrientes es constante, por cuida raz6n se ve el informante en mil conflictos y apuros para proveer al Colegio de lo necesario y pagar las asignaciones". (Ob. cit., p. 280).

148.          "Fray Juan Ramos de Lora, (11, p. 114.)

149.          Chalbaud Cardona (55), tomo 1, p. 284.

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            Respecto a la clase de Teología Moral escribió el mismo refor­mador:

            "La clase de Moral Practica, que es de las mas principales y útiles y que la hubo desde la creación del Seminario, se consideró en este tiempo como cosa inútil por falta de oyentes, pues uno u otro que concurría, no prometía las mayores ventajas ni aprovechamiento, por cuyo motivo se suprimió ... "150.

            Estas palabras del reformador están manifestando que estas clases de Teología Moral habían continuado ininterrumpidamente hasta el momento en que e1 escribía en 1795. Cabe insistir en la afirmación de que la hubo desde la creación del Seminario y que "se consideró en este tiempo como cosa inútil por falta de oyentes..."De ello dedúcese que esta clase fue suprimida en 1795, aún cuando no se tardo luego mucho en volver a restituirla.

            La iniciación de las clases de filosofía no tuvo lugar en los primeros momentos de fundado el Colegio sino en el mes de septiembre del año siguiente de 1786, según dato que nos ha dejado en sus Apuntamientos diarios Rodríguez Picón. Dice así: "18 de octubre de 1786. Se comenzó el curso de Artes en el Seminario. Fue lector el Padre Luis Otero. Serví de padrino al Padre Luis Volcán" 151

            No se conoce mucho sobre la marcha de esta clase de filosofía, ni quien ha sido este su primer profesor Luis Otero. Con posterioridad y en fechas no muy bien ella, precisadas, debieron estar afectados a al menos, dos de los franciscanos del convento de Maracaibo. En su informe expresó el defensor de Temporalidades: "El Padre Lastra fue de Lector y se volvió gravado de calenturas. El Padre Carras­quero experimentó lo mismo y murió" 152

150.               Ob. cit., p. 286.

151.          "El apellido Picon en Venezuela" [4]. Estos dos clérigos de que habla en este apuntamiento Rodríguez Picón no figuran en la lista remitida a la corte por el Ilustrísimo Ramos de Lora con fecha 26 de abril de aquel mismo año 1786. Si bien consta el día de la ordenación de Volcán por el testimonio del escritor citado, no consta la fecha en que lo haya sido Francisco Calles. Por supuesto que lo fue con posterioridad a la carta ya citada de Ramos de Lora.

Respecto del nombre del Volcán quiero advertir que en noviembre de 1794 figura de cura interino de la catedral de Mérida un Jaime Volcán sin que sea dable discernir si era el mismo u otro distinto a este Luis Volcán de que habla Rodríguez Picón. Jaime le llama ChaIbau Cardona (55), tomo 1, p. 290. Puede que alguno de los dos autores se haya equivocado al constatar el nombre del clérigo. Para compulsar nuevamente el dato de Picón no tengo a mano la obra donde fueron publicados sus Apuntamientos.

152.          Chalbaud Cardona (55), tomo 1, p. 100. El Padre Pedro de la Lastra era natural de Maracaibo donde llevaba viviendo por espacio de varios años como lector de Vísperas en el convento franciscano. Ocupaba ya este cargo en 1774 cuando eI obispo Mariano Marti realizó su visita en aquella zona. (Mariano Marti: "Diario de vista a Libro personal (78) , p. 254) .

Este religioso habla opositado, siendo aun estudiante, a cátedras en el Ca­pitulo Provincial celebrado en el convento de Valencia del Rey en febrero de 1770 y fue uno de los seleccionados y aprobados por el tribunal. ("Archivo

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            Estos dos religiosos franciscanos debieron ejercer su profesorado en Mérida con anterioridad al año 1788, fecha del informe del defensor de Temporalidades que habla de ello.

            Posteriormente entró a la regencia de esta cátedra el clérigo Fran­cisco Calles el cual consta que presidio conclusiones en junio de 1790 en calidad de catedrático, según el testimonio de Rodríguez Picón: "24 de junio de 1790. Hubo conclusiones en el Colegio, siendo catedrático don Francisco Canes"153

            Afirmó Hipólito Elías González en 1795 en el documento donde hizo constar el arreglo del Colegio: "Hasta el presente se han leído los cursos de filosofía por el bachiller don Francisco Calles a quien se había señalado la renta de 125 pesos con ración y habitación en el Seminario"154.

Formalización del Colegio Seminario

            Aun cuando el Ilustrísimo Fray Juan Ramos de Lora había dado los primeros pasos para la instauración de un centro de estudios en su diócesis, sin contar con ninguno de los permisos que pudieran considerarse necesarios, no se le ocultaba la necesidad que tenia de dar ulteriores pasos para que aquel centro así fundado obtuviera no tanto la real aprobación, como todos los incrementos posteriores que ya en su mente estaba soñando. Para ello informó en carta del 6 de mayo de 1785 a su protector en la Corte José de Gálvez, no solamente de la necesidad que su diócesis tenia de un centro de estudios y de los pasos dados para lograrlo, sino de lo que deseaba obtener para el fomento y sostén del centro así establecido. Después de exponer al Ministro real la necesidad en que había hallado a la ciudad de Mérida, añadió:

            "Pero en el tiempo que he residido en ella, he experimentado la falta de disposición en que se halla, principalmente par el defecto de toda clase de estudios, de suerte que, aunque había varios estudiantes aplicados, carecían aún de la precisa clase de gramática. Y viendo que este era un defecto máximo que causaba quedar sin administración los machos curatos que había en esta diócesis, por la notable falta de ministros que los sirviesen, me resolví a destinar el convento de franciscanos de esta ciudad, que se hallaba suprimido par orden de su majestad,

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Arquidiocesano de Caracas''. Fondo Franciscano. No recuerdo ahora el Le­gajo a que corresponden estos documentos sobre oposiciones a cátedras que he dejado reunidos en un mismo tamp cuando dedique bastante meses a la organización de este Fondo Franciscano en anos pasados durante mi estancia en Caracas).

Otro de los religiosos que había estado de morador en el convento de Ma­racaibo fue el Padre Ignacio Carrasquero. Alli moraba ya cuando la visita de Mariano Martí en 1774.

153   "El apellido Picón en Venezuela" (4)

154   . Chalbaud Cardona (55), tomo 1, p. 284.

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sin que residiese en el religioso alguno, para una especie de Colegio en donde, a mi costa, tuve que asalariar maestros de latinidad y teología moral y estar manteniendo muchos estudiantes pobres que no tenían otros arbitrios para dedicarse a los estudios e instruirse en lo mas preciso para poder recibir las sagradas ordenes.

            Pero como, para sufragar estos indispensables gastos, por mas que quiera tasarme en mi necesaria manutención, no es posible que mis renta, (invertidas, como verá vuestra Excelencia por la representación de esta fecha, en otras necesidades y disminuidas en mucha parte por la retención que se ha hecho por Santa Fe de Bogota del Departamento de Pamplona y parroquia de San José, que eran unos de los partidos mas pingues de este obispado) puedan subvenir al sustento de tantos individuos, para proporcionar algún modo de perpetuidad, pues sin el será poco provechoso el remedio y no se evitará La insinuada carencia de ministros, pudo mi diligencia averiguar que todo se podría componer si su majestad se sirviere:

            Lo primero, ordenar que el tres por ciento que antes se exigía en esta diócesis para el Colegio de Caracas, ahora se destine para esta nueva Casa de Estudios.

            Lo segundo, que, hallándose sin destino las tierras de San Jacinto, las de Santa Catalina, las de Los Cacutes, San Jerónimo, la Virgen, y el hato del Paguey que se hallan desiertas dentro de esta jurisdicción y solo alcanzarán, lo sumo, a cinco mil pesos, que antes eran de los mencionados religiosos de La Compañía, las asignase su majestad para que, imponiéndose a censo, se cultivasen y redi­tuasen para la misma Casa de Estudios; y que los ornamentos (que son bien pocos) que dejaron los dominicos por la posesión que tomaron de los de los expatriados, respecto a hallarse en deposito por real orden, se asignen al mismo fin.

Lo tercero, que su majestad se sirviese aprobar y erigir en Colegio Seminario tridentino dicha casa de franciscanos con consideración a que se halla vacía de religiosos y, por no uso, expuesta a su ruina, como acontece en las de estos partidos; que, de esta suerte, se irían agregando otras clases.

Suplico a vuestra Excelencia se sirva poner presente a su majestad esta representación a que me impele el deseo del buen estableci­miento de esta diócesis, para que, en su vista, determine lo que sea de su real agrado. Dios guarde a vuestra Excelencia los muchos años que le deseo. Mérida, 6 de mayo de 1785. Excelentísimo Señor. Beso la mano de vuestra Excelencia su muy atento servidor y capellán. (firmado y rubricado). Fray Juan Ramos de Lora, obispo de Mérida de Maracaibo.

Excelentísimo Señor Don José de Gálvez155

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155. "Fray Juan Ramos de Lorá (1), pp. 114-115.

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            Como puede apreciarse por los términos de esta carta del prelado, no era su intención avisar la creación de "una especie de Colegio" (así llama el a su fundación), para obtener su aprobación, porque esto lo consideraba el muy dentro de sus atribuciones episcopales, sobre todo, habiéndolo hecho a sus expensas y sin pedir nada a nadie.

            Lo que en esta su carta pedía el prelado fueron tres cosas. Primeros, que el rey destinara, coma apoyo económico a la obra del Colegio, el tres por ciento que antes iba dirigido al Colegio de Caracas. Segunda, adjudicaci6n a favor del Colegio de unas tierras del real patrimonio que estaban sin destino y desiertas. Tercera, erección en Colegio Seminario tridentino la casa de los franciscanos donde 61 había radicado aquel centro de estudios.

            La carta del obispo fue pasada, con real orden de 11 de septiembre de 1785 al Consejo de las Indias, el cual, después de estudiado su contenido, consultó al rey favorablemente sobre la petición.

            Los pasos dados por el Consejo fueron, en primer lugar, remitir la carta del obispo a la Contaduría General el 13 del mismo mes de mayo. Respondió esta en 14 de febrero de 1786, censurando amablemente el proceder de Ramos de Lora por cuanto

            "parece no debió deliberar por si, sin precedente real consentimiento, en la aplicación que, de oficio propio, hizo del convento de religiosos franciscos de aquella ciudad, par ser su destino privativo de la real persona, bien que merece consideración haber tornado esta providencia animado de su celo pastoral y por no hallar a la sazón otro sitio proporcionado para colocar las dos cátedras de latinidad y Teología Moral establecidas a sus expensas, alma falta, sin dada, era notable"156.

            Nótese muy bien que no censuró la Contaduría General ni la conduc­ta, ni el proceder del obispo por haber fundado la Casa de Estudios, aun sin ninguna clase de permisos reales, sino el haberse apropiado, para ello, el convento de franciscanos

            "por ser su destino privativo de la real persona". Esto solo fue lo que vio mal la Contaduría y lo que luego reprendi6 con la misma amabilidad el rey en Cédula de 9 de junio de 1787 en que aprobó las medidas del prelado. El hecho de haber fundado un Colegio mereci6 de los distintos organismos de la real chancillería todos los parabienes 157.

156.          Ob. cit., p. 117.

157.          Si hago especial hincapié en este aspecto es para fijar adecuadamente el sentido de las determinaciones y de los acuerdos de la corte y rectificar, al mismo tiempo, la común apreciación en los autores de que el rey corrigió el proceder de su obispo en este caso. Lo único que amablemente censure fue el hecho de que Ramos de Lora se hubiera apropiado, por si y ante si un inmueble propiedad del real fisco en virtud del real patronato. Por lo demás, resultan evidentes los términos en que se aplaude irrestrictamente el proceder del prelado.

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            Pero, si bien la contaduría general fue en todo favorable a las tres peticiones formuladas por e1 Ilustrísimo Ramos do Lora, en relación con la adjudicación de las tierras que había pedido, informo:

            "Y, obteniendo real aprobación La cesión de Los referidos terrenos, deberán comunicarse las ordenes convenientes a la Junta de Tempora­lidades de aquel obispado para que ponga en posesión de ellos al nuevo Colegio o Casa de Estudios, con La obligación de llevar cuenta y razón de su anual producto y destino para presentarla al gobernador de dicha ciudad comp Vicepatrono real y a los oficiales reales para su examen y aprobación, dándoles noticias de esta determinación para que sepan lo que han de hacer en este asunto" 158.

Y sigue:

'Y, finalmente, por lo que mira a la ultima solicitud del propio diocesano sobre que se erija y considere coma Colegio Seminario tridentino al convento de religiosos franciscos en el que ha colocado la Casa de Estudios, aparece será muy propio de la real piedad dispensar esta gracia para que logre este distintivo una fundación de común beneficio a los vasallos de su majestad de aquel obispado, mediante que en ella se instruirán en las ciencias los que sigan la carrera eclesiástica... Y, por otra parte, será motivo para su fomento y coma tal vez no serán suficientes las dos aulas o cátedras establecidas por dicho prelado y muy conve­niente que se erijan de otras facultades, para que en todas salgan consumados los inclinados a las letras y sean perfectos párrocos los dedicados a la cura de almas. En tal caso y para que desde luego se funde dicho Colegio con sólidos principios, convendrá sea gobernado por Ordenanzas o Estatutos adaptables a las circuns­tancias de aquel país, cuyo pensamiento, mereciendo la acepta­ción del Consejo, podrá consultarlo a su majestad para que se prevenga al mismo Reverendo obispo la formación de los citados Estatutos, teniendo a la vista los que se observan en otros Semina­rios de los obispados de Indias y las leyes 2, 3, 4, 5, y 6 de Los expresados títulos 23 del libro primero"159.

            Es preciso hacer destacar bien, desde ahora, estas palabras de la Contaduría General en las cuales, si bien se advierte, no solo se aprobaron, sin condiciones, las medidas adoptadas por el prelado de Mérida, sino que se considero, además, la conveniencia de un mayor numero de cátedras de las establecidas para que pudieran estudiar tanto los aspirantes al sacerdocio como al cultivo de las letras. Las palabras son claras:

            "Y, como tal vez no serán suficientes las dos aulas o cátedras establecidas por dicho prelado y muy conveniente que se erijan de otras facultades, para que en todas salgan consumados los inclinados a las letras y sean perfectos párrocos los destinados a la cura de almas".

158.               Ob. cit., p. 117.

159.               Ob. cit., p. 117.

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Min sin haber manifestado, de momenta, el prelado toda la am­plitud de sus miras que tuvo al fundar aquella Casa de Estudios o "especie de Colegio", ya los organismos de la real cancilleria lanzaban en el surco la semilla o el proyecto de la futura Universidad. Una buena prueba de la anaplitud que se proyectaba para el recien nacido Colegio era el hecho de querer someterlo a normas por las que se regian el recto de los Colegios de Indias, exigiendo, para ello, la formaciOn de las Ordenanzas o Estatutos pot los que debiera

ser regido; "adaptables a Las eircunstancias de aquel pais". En la

real Cedula aprobatoria del Colegio no se tome en consideraciOn esta postrera sugerencia de la Contaduria General; sin embargo, la idea quedaba sembrada'.

            En parecidos terminos a los analizados de la Contaduria General debi6 manifestarse el fiscal del Consejo a juzgar por los resultados definitivos a que ileg6 el Consejo en consulta de 15 de Julio de 1786 en que informa al rey a favor de las peticiones del prelado merideiio. Tampoco el rey tuvo inconvenience en dar su aprobaciOn, en virtud de la cual, eman6 una real orden que el marques de Sonora, Jose de Galvez se apresur6 a comunicar al prelado y a la real Audiencia de Caracas con fecha de 14 de setiembre, en los siguientes terminos:

rey se ha servido a Consulta de su supremo Consejo de las India:, aprobar la ereccidn del Seminario Conciliar que proPuso vuestra Senoria en el convento su­primido de los religiosos franciscanos con el tres por ciento de las rentas ecle­sasticas de esa diOcesis, sobre que se expedirai la correspondiente real Caula por aquella via. Y para aumento de su dotacidn se ha dignado su magestad mandar

160. Sabre esta idea de la elaboraciOn de unos Estatutos por los que se rigiera el Colegio de San Buenaventura se volvi6 afios nth tarde. Era preciso elaborarlos, toda vez que los promulgados por el Ilustrisimo Ramos de Lora en 1785 no eran, propiamente, Estatutos. Eran sus puntos una especie de Reglamento intern°, sin alcanzar la categoria de Estatutos par los que deberia estar regido, despues de aprobados debidamente por los organisrnos competentes. Esta con­sideraci6n hubiera evitado a Eloy Chalbaud Cardona la extratieza que rnuestra al tratar este punto y comentar el acuerdo de Fray Manuel Undid° Torrijos de mandar elaborar unos Estatutos para el Colegio. Este prelado escribi6 en 11 de octubre de 1794 que "halhindose informado de que el Colegio dc San Buenaventura de esta ciudad necesita de arreglo y que se form en Constitu­ciones para su mejor gobierno, lo que no pudo verificar su fu-ndador el y Reverendisimo senor don Pray Juan Ramos de Lora, de gloriosa memoria, por haber fallecido atin sin haber dejado perfectamente concluida la obra... teniendo, coma Ilene, su Senoria entera satisfaccidn y confianza del licenciado don Hipdlito Elias Gonzdlez. .. le daba y dio comisidn bas­tante quanta se requiere y es necesaria para que, conforme a derecho, pro­ceda a la reforma de dicho Seminario y formaciOn de Constituciones para su mejor gobierno..." (Chalbaud Cardona [55), tomo 1, p. 282).

El 22 de mayo de 1795 dio decreto de reforma del Colegio el nominado Hip6lito Elias Gonzilez, muerto ya el obispo Torrijos, ordenando el cum­plimiento de lo preceptuado "hasta tanto que se formen las Contituciones Para el mejor orden y arreglo del Colegio". (Ob. cit., p. 287). Todavia pasa­ron aims antes de que al Colegio se le dieran unas verdaderas Constituciones, tales coma eran exigidas en casos similares.

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que se separen de las haciendas de Ceiba y Tapias, pertenecientes a Temporali­dades y aplicadas a misioneros de Santo Domingo, las tierras de Santa Catalina, San Jacinto y otras que se hubiesen agregado como anexas a aquellos fundos, para que queden a favor del Seminario con los gravámenes a que estuvieren afectas.

Y (manda) se informe de su efectivo y liquido valor, como se previene en esta fecha, al arzobispo-virrey de Santa Fe y al , gobernador de Caracas.

Lo participo a vuestra Señoría para su inteligencia y que promueva el cumpli­miento de esta aplicación.

Dios nuestro Señor guarde a vuestra Señoría muchos años. San Ildefonso a 14 de septiembre de 1786. --- [Marques del Sonora." 161

Gestiones varias a favor del Colegio San Buenaventura

            Con fecha del 9 de febrero de 1787 remitía Ramos de Lora sendas comunicaciones al virrey-arzobispo de Santa Fe y al capitán general de Caracas con inclusión de copias de la real Orden que le había transmitido José de Gálvez. La remitida al capitán general de Caracas dice así:

            “Muy senor mió: Incluyo a vuestra Señoría copia de la real Orden que se me ha            comunicado por el Excelentismo Señor marques de Sonora por la que me participa de la aprobación del Seminario tridentino erigido en esta ciudad y la aplicación del tres por ciento de las rentas eclesiásticas de esta diócesis y sierras que se mencionan. Y con atención a. prevenírseme promueva el cumplimiento de esta aplicación, suplico a vuestra Señoría se sirva expedir las órdenes oportunas y efica­ces a los que corresponda, a efecto de que se haga la debida entrega de las expresadas Sierras. Dios nuestro Señor guarde a vuestra Señoría muchos anos. Mérida, 9 de febrero de 1787. Beso la mano de vuestra Señoría su may atento servidor y capellán. --- (firmado y rubricado). -- Fray Juan Ramos, Obispo de Mérida de Maracaibo.

Señor Gobernador y capitán general Don Juan Guillelmi." 162

            La real Orden comunicada por el Ilustrísimo Ramos de Lora al capitán general de Caracas habíale llegado también a este con anterioridad remitida desde España, y en su virtud, había acordado ya en 19 de diciembre anterior la Junta de Temporalidades lo que el capitán general comunica al prelado en carta de fecha no pre­cisada en los siguientes términos:

            "Ilustrísimo Señor: En Junta de Temporalidades celebrada en esta capital el 19 de       diciembre del año próximo pasado (1786) se tuvo presente la real Orden de

161.          Archivo General de la Nación (AGN). (Caracas) . Sección: Capitanía Ge­neral. Año 1786. Este documento es la copia enviada por el lustris1mo Ramos de Lora al capitán general de Caracas adjunta a una comunicación de 9 de febrero de 1787 cuyo texto va trascrito seguidamente en el cuerpo del trabajo.

Este documento ha sido publicado por García Chuecos [75), p. 23.

162.             AGN., Ibíd., Ano 1787. También este documento ha sido publicado por García Chuecos {75), pp. 23-24.

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14 de septiembre anterior relativa a la aplicación de ciertas tierras, pertenecientes a las haciendas de Ceiba y Tapias, al Seminario Conciliar de esa ciudad y, en su cumplimiento, se resolvió librar despacho, cometiendo el correspondiente encargo para la entrega, al comandante de la provincia de Barinas Don Fernando Miyares y González, lo que participo a vuestra Señoría Ilustrísima para su inteligencia y en contestación a su carta de 9 de febrero de este año. — Juan Guillelmi.-Ilustrísimo Señor Obispo de Mérida de Maracaibo." 163

            Lo que no había llegado era la real Cedula en que se aprobaba todo lo actuado por Ramos de Lora, el cual, temeroso de que se hubiera perdido o, lo que era peor, de que alguien la hubiera interceptado, escribió nuevamente al Presidente de la real Audiencia otra carta cuyo tenor es el siguiente:

 

            "Por la copia de la real Orden de 14 de septiembre del año próximo pasado de 86 que dirigí a vuestra Señoría, quedaría impuesto de la aplicación que su majestad se digno hacer a favor del Seminario Conciliar de esta ciudad de las tierras de Santa Catalina, San Jacinto y las demás que pedí por representación, sobre lo que se me promete expedir la correspondiente real Cedula; y coma hasta el presente no haya esta, ni por principal ni por duplicado, llegado a mis manos, aún habiendo tenido de mi apoderado de Madrid copia simple de la que se expide, temiendo que esto pueda haber consistido en algún extravío a intercepción, suplico a vuestra Señoría se sirva darme alguna razón si obtuvo la prevención que se dice en la misma real Orden y sugerirme de que arbitrio padre valerme para averiguar este paradero, su-poniendo del favor de vuestra Seijoria que las diligencias que estuviesen en su parte no omitirá hacerlas para sacar en limpio el paradero de esta Cedula que creo días ha expedida, de lo que quedaré a vuestra Señoría en el debido reconocimiento. Dios nuestro Señor guarde a vuestra Señoría muchos años.-

Mérida, 3 de octubre de 1787. — (firmado y rubricado). Fray Juan Ramos de Lora, Obispo de Mérida de Maracaibo-Señor Presidente, Captan General don Juan Guillelmi."164

163.          AGN., Capitanía General. Año 1778. Publicado por García Chuecos (L.c. p. 24) con la advertencia de que el documento esté. únicamente en mi­nuta, detalle que le hace sospechar, si, en realidad, no fue remitido a su destinatario el Ilustrísimo obispo de Mérida. Esto mismo parece insinuarlo el contenido del documento que nuevamente remitía este prelado al capitán general en 3 de octubre, cuya copia va seguidamente.

164.          AGN., Capitanía General. Año 1787. Trae la copia García Chuecos [75], pp. 24-25. Notése lo que ya insinué en la nota anterior sobre si Ramos de Lora no habría recibido la primera comunicación del capitán general Juan Guillelmi. El prelado vuelve ahora a insistir, dudoso de sí aquel "quedaría impuesto (o no) de la aplicación que su majestad se dignó hacer." Esta duda parece evidenciar que la comunicación de Guillemi no fue despachada o que, al manos, no había llegado a manos del prelado.

Tampoco hay constancia de que Guillelmi haya contestado esta segunda carta del Ilustrísimo Ramos de Lora. Y la ausencia de posteriores insistencias por parte de este hacen creer que, finalmente, la. real Cedula había llegado a sus manos, no sólo  la copia que le había remitido su apoderado en Madrid, sino la principal u original.

Tampoco existe constancia de la posible remisión aludida par Guillelmi al comandante de Barinas. Al menos, no se conocen detalles posteriores, Y no

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Aprobación Real del Colegio Seminario de San Buenaventura

            El rey aprobó finalmente la erección del Colegio Seminario, creado par el Ilustrísimo Fray Juan Ramos de Lora, con fecha de 9 de junio de 1787. No hay constancia del momento en que este real documento haya llegado a manos del principal destinatario que era el prelado merideño.

            Teniendo en cuenta las reiteradas veces que ha sido publicada esta real Cedula, únicamente transcribió ahora su parte dispositiva. La primera parte del documento es un resumen perfectamente hecho de las peticiones formuladas por Ramos de Lora en su ya conocida carta del 6 de mayo de 1785. La parte dispositiva dice:

            "Y, habiéndose visto lo referido en mi Consejo de Indias con lo que, en su inte­ligencia ha informado la contaduría general y expuesto mi fiscal y consultándome sobre ello en 15 de julio del año próximo pasado, enterado de la expresada erección que hicisteis de la mencionada Casa que fue de los religiosos franciscos en Seminario Conciliar, sin embargo de que no debisteis proceder a darla destino alguno sin representarme lo que tuvieseis por conveniente, esperando mi real deli­beración, atendiendo a haber dimanado del celo que manifestabais por la pública instrucción de vuestros feligreses y que redundara en conocida utilidad de ese nuevo obispado, como también ser mas con forme a la ley recopilada el que se erija en Seminario Conciliar a beneficio del publico y del Estado, he resuelto aprobar su erección, manifestándoos el insinuado defecto Para que as sirva de gobierno en lo sucesivo.

            Y en cuanto al primer arbitrio de que para la subsistencia de los estudios se aplicase el tres por ciento que antes se exigía en esa diócesis con destino al Colegio de Caracas, he resuelto asimismo se le aplique Para la subsistencia de los estudios, mediante considerar que, no solo es conforme a razón se invierta esta parte del producto de los diezmos en beneficio de ese obispado, que la contribuía a Caracas interin que, por falta de aquellos en esa ciudad, tenían sus naturales que acudir a ella, sino también enteramente arreglado a la ley quo prescribe la distribución de la masa decimal.

            Por lo respectivo al segundo sobre que se aplicase a la nominada Casa las tierras que poseyeron los regulares expulsos, su valor como de 5.000 Pesos, prevenir a la Junta Subalterna de Temporalidades de ese obispado que trate este particular, instruyéndole como corresponde, y que, Si en presencia de la calidad de las

cabe duda que hubiera actuado el referido comandante Fernando Miyares González, siempre tan bien servidor del obispo de Mérida.

En relación con lo actuado por el gobernador de Maracaibo son conocidos algunos detalles. En carta que este escribió al Ilustrísimo Ramos de Lora en 24 de septiembre de 1788 comunico haber recibido poco antes “un despacho do la junta de Temporalidades por lo perteneciente al Seminario Conciliar de esa ciudad y aplicación de la sierra de San Jacinto, etc., el cual se ha agregado a los autos de su pertenencia y se le queda dando el correspondiente curso". ('Fray Juan Ramos de Lora" [1], p. 232) . Con la anterior carta adjuntaba comprobantes de lo obrado por e1 en este asunto, todo en virtud de la real Cedula de 9 de junio de 1787, Como lo hace constar el prelado en la carta de contestación que le remitió. (Ob. cit., p. 357).

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tierras, sus gravámenes y causas Par que se hallan todavía sin destino, no resultase inconveniente en aplicarlas al enunciado Seminaria Conciliar, proceda, desde luego, a ello en los términos mas seguros y ventajosos que sea dable con arreglo a las reales Ordenes comunicadas en el asunto, y que, verificado, de cuenta con testi­monio para la correspondiente real aprobación.

            Y, en cuanto al tercero de que se le concediesen los ornamentos que dejaron los dominicos de esa ciudad cuando se les entregaron los de los expatriados de la Compañía, dispensarle este auxilio, a cuyo electo, por Cédula de la fecha de esta, ordeno y mando a la indicada Junta que os los entregue y se observe y cumpla esta mi real resolución en los términos que va referida, las que he tenido por conveniente participaros para vuestra inteligencia y gobierno, por ser así mi voluntad." 165.

165. "Fray Juan Ramos de Lora" [1], pp. 118.120. Entre las anteriores obras donde ha sido publicado este documento real están las de García Chuecos, [75J, pp. 170-172 y Chalbaud Cardona [55), pp. 94-97.

Quiero aludir nuevamente a lo que se ha supuesto, más pie una vez por diversos autores, como una corrección al proceder del obispo. Lo mismo que se le corrigió fue el que hubiera echado mano del convento de franciscanos, cuyo destino era privativo del monarca, y hasta esto mismo tuvo disculpas en el real ánimo por haber procedido de una causa tan noble como era la que había impulsado al decidido Ramos de Lora. Tal vez pensó entonces el pre­lado que, de pedir los necesarios permisos, pudiera retardarse el comienzo de su Colegio por mucho tiempo. Ya se ve como corrían en la corte las trami­taciones con una calma desesperante para el que tuviera prisa en adelantar etapas.

He querido destacar esto para demostrar lo contrario de lo que, a veces, se atribuye a los monarcas españoles, coma una especie de miedo o aversión a la pública instrucción en sus provincias de ultramar, cuando ha sido todo lo contrario. El mismo Humberto Cuenca echa sus puntaditas en esa ocasión a los monarcas, abusando de ese falso supuesto. Por no acudir a otras fuentes, fuera de las que tengo a mano en este momento con motivo de este trabajo, quiero citar unas palabras de Héctor García Chuecos: "Hizo España, cuanto pudo para que América llegase a poseer, si fuera posible, el mismo grado de cultura de la Península, a cuyo efecto implanto el propio sistema de educación que ella poseía. Pretender que diera uno superior, es cosa que rechaza el mas superficial examen. Además, debe tenerse en cuenta que el tal sistema de educación era de los mejores en el mundo culto de entonces y que, adquirido en el transcurso de siglos, no podía implantarse rápidamente en las vastas e incultas soledades de la América, sino después de reducido el indio, fundadas las ciudades, abiertos los caminos y dada alguna consistencia a la lenta transformación social y política que se efectuaba" (Garda Chuecos, [75], p. 15).

Son palabras muy bien escritas y ellas evitan aludir a la honda transformación lingüística, religiosa, política y cívica de los inmensos pueblos de América en base a una obra misionera sin precedentes, a la construcción de obras publicas, de caminos, puentes en la inmensa geografía de la América his­pana, ni a las muchas Universidades e innumerosos Colegios e inmensas y, aún hoy día, admirables catedrales que se fueron diseminando a lo largo y ancho de aquel imperio sin fronteras; y todo, claro esta y demostrado, con el aplauso de los reyes y, la que es mas, con un dispendio generoso de sus reales rentas en la mayor parte de los casos. Lo que ahora ocurre con el Colegio de San Buenaventura de Mérida, obra debida al empuje del obispo Fray Juan Ramos de Lora, no es más que uno de aquellos tantos casos, y, si lo hago resaltar, es por venir ahora a propósito.

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Gestiones realizadas en base a la real Cedula

            Ya queda hecha referencia a la carta del gobernador de Maracaibo de 24 de septiembre donde se hacia alusión a un despacho recibido en aquel gobierno remitido por la Junta de Temporalidades. Evidente­mente referíase el gobernador a la Junta de Temporalidades de Caracas, ya que, de referirse a la existente en Maracaibo, la hubiera llamado Junta Subalterna, que esta era su denominación. Por lo demás, ni esta Junta Subalterna existía desde que el rey la habia suspendido mediante real Cédula de 11 de enero de 1784, dejando sus atribuciones en manos del gobernador de la provincia.

            Siguiendo el estilo protocolario, sin duda, paso el gobernador de Maracaibo traslado de la real Cédula al defensor de Temporalidades de aquella provincia que lo era el licenciado José García y Oliva, pidiendo, al mismo tiempo, que se agregasen las diligencias obradas en virtud de otra Cedula de 6 de noviembre de 1773 en que se habia ordenado la entrega a los religiosos dominicos de las haciendas que ahora reclamaba el Obispo de Herida para su Colegio Seminario.

Respondió el defensor de Temporalidades:

            "Que dos particulares son los que comprende la representación de su ilustrísima pertenecientes a las Temporalidades. El primero esta reducido a que se le entreguen las haciendas citadas. Para la formación de un Colegio Conciliar, por falta de estudios en Mérida, hasta (de) de la precisa clase de Gramática, y no habérsele dado a aquellas el correspondiente destino. Y el segundo que se le entregasen los ornamentos sobrantes que habían dejado los dominicos.

En quanto a lo primero determina la elevada clemencia de su majestad que la Junta Subalterna de Temporalidades de esta provincia (cuya facultad y jurisdicción ha recaído  únicamente en vuestra Señoría por haberse suspendido dicha Junta por real Orden de su majestad de 11 do enero de 1784) trate este particular, instruyéndolo como corresponde, y que, si con presencia de la calidad de las tierras, sus gravámenes y causas por que se hallan todavía sin destino, no resultase inconve­niente por aplicarlas al enunciado Seminario Conciliar, no proceda por vuestra Señoría, desde luego, a su entrega en los términos mas seguros y ventajosos que sean dables, con arreglo a las ordenes comunicadas en el asunto; y que, verificado, se de cuenta con testimonios.

            Y por lo que respecta a los hornamentos sobrantes que dejaron los dominicos de Mérida, ordena que, desde luego, se le entregasen a su Ilustrísima,

            Como de la representación hecha por su Ilustrísima y relato que contiene la expresa real Cedula no aparezca ni Se hace mención de haber manifestado a su majestad los destinos que se dieron a estas haciendas por su real Orden del año pasado do 1773 para el establecimiento del convento de dominicos y escala en Mérida para los misioneros de la jurisdicción de Barinas y que, para la subsistencia, gastos de escolta y demos anexiones propias a un crecido cuerpo de misión aplico su majestad la crecida hacienda nombrada La Seyba, situada en el territorio de esta ciudad, y en Mérida la hacienda de Las Tapis que comprende bajo sus linderos Las

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            tierras de San Jacinto, Santa Catalina, la de Los Cacutes, con la obligación pre­cisa de los estudios en Mérida, a excepción de la hacienda El Paguey que igual, mente ha pretendido su Ilustrísima, sin exponer que esta hacienda esta fundada en la jurisdicción de Barinas y separada de este gobierno desde que se proveyó por Su majestad de nuevo gobernador comandante, a cuyas haciendas le da el valor su Ilustrísima como de cinco mil pesos, circunstancias todas que, el haberlas omitido pueden ser muy perjudiciales, mayormente cuando es constante que la causa principal que movió a su majestad para ordenar se le entregasen a su Ilustrísima estas haciendas para nuevo establecimiento de un Conciliar fue la total falta de estudios que se le presento había en Mérida y, en particular, la precisa clase de gramática y que estaban sin destino aquellas haciendas, siendo, igualmente, constante que estas se le entregaron a los dominicos el año de 73 con la precisa circunstancia de que habían de mantener estudios de latinidad como, en efecto, no hay la menor dada, los mantienen hasta el presente con sus lectores, y par cuyo motivo pedí antes y se hace indispensable que, para formalizar e instruir este particular con la justificación que corresponde, y previene su majestad, se le debe oír al apoderado de la misión de los dominicos para que, inteligenciado vues­tra señoría, de sus fundamentos sobre si mantienen las clases de estudios y, espe­cialmente la de Gramática, si labran a cultivan las haciendas y tierras que la pedido su ilustrísima, les han dada otro destino de aquel que ordeno su majestad por la enunciada real Cedula de 773; y con lo que expusiese, verá vuestra Señoría si es conveniente el suspender, por ahora, la entrega hasta dar cuenta a su majestad con plena justificación, para que, en su vista, resuelva lo que sea mas de su real agrado.

            No puede el defensor dejar de exponer a vuestra Señoría quo, supuesto que su majestad previene que, no resultando inconveniente en aplicar estas haciendas al citado Colegio Conciliar, se entreguen, desde luego, en los términos mas seguros y ventajosos, son muchos los inconvenientes que asisten y concurren para que vuestra Señoría represente a la real clemencia con la ingenuidad que acostumbra, no es útil ni bentajosa, antes mui perjudicial y en extremo inoficiosa esta aplicación a la formación del Colegio Conciliar, porque, dando por sentado la obligación en que están constituidos los Padres dominicos en Mérida de dar estudio, es por demás el establecimiento de un nuevo Colegio, pues no pasan de 30 los estudiantes quo se hallan en las dos clases, la una de los dominicos y la otra quo mantiene su Ilustrísima, que han concurrido de la jurisdicción de la diócesis, inmediatos a Mérida, porque de esta ciudad y de la de Coro, que son las mayores y de mayor número de vecinos, son muy pocos los que van y se mantienen en Mérida,

            Los motivos son mui poderosos Para no concurrir. No hay duda que los padres no se atreven a mandar a sus hijos (y mas bien los mandan a Caracas los que tienen posible, como en el día se experimenta), temerosos de lo enfermizo de todo aquel terreno, por la pública y notoria miseria en que está siempre constituida la ciudad do Mérida, falta de alimentos presisos, escasez de ganados, dues asin la carne fresca no se encuentra y con solo la sala  que traen de la jurisdicción de Barinas se mantiene aquel vecindario; todo nacido de la suma esterilidad de aquel terreno, puntos bravíos de que se compone en la eminencias de sus sierras muy escarpadas, de nieves y paramos. Y finalmente privada de todas clases de pescados. Estas causas sabe vuestra Señoría mui bien son verídicas.

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Los lamentos de los pocos estudiantes que hay en Mérida, manteniéndose unos a pensión pupilar y otros a expensas de la caridad de su Ilustrísima, Pero todos con suma estrechez y necesidad, a cada paso se están oyendo y tocando por los que de allí vienen.

            Muy sabido es y experimentado lo enfermo de aquel terreno por calenturiento y propenso al mal de cotos y paperas que salen a las gargantas. Y después de estos riesgos, los crecidos costos y trabajos que sufren son unos caminos tan fragosos de montañas y serranías,

            ¿Como es posible, señor gobernador, que, a vista de esta experiencia de males, hayan de ir de esta ciudad a la de Mérida más de 500 estudiantes de todas edades y otros muchos de la jurisdicción de Coro que pudieran estudiar, a experimentar y tomar tantos inconvenientes, riesgos: de salad y vida y perjuicios en lo temporal.. . ?„

            Mas adelante sigue:

            'La hacienda. de La Ceiba que su majestad mandó aplicar al convento de dominicos de Mérida en 6 de enero del año pasado de 1773 la donó a los expatriado don Alejo Rodríguez Luzardo, vecino de esta ciudad, para que fundasen un Colegio y enseñasen a la juventud todo genero de estudios .. .

            De forma que, si a su majestad se le pone presente, como la espero de la caritativa justificación de vuestra Sensoria, que con el crecido valor de esta hacienda de La Seiba, de cacao y trapicbe, con el numero de mas de 180 esclavos, agregándose todo el valor de los bienes de Temporalidades que hay también separados en esta ciudad, reducidos a mas do 200 esclavos y la hacienda que nombran do La Sabana, se puede formalizar un capital de crecido valor Para mantener con la mayor decencia en esta ciudad el Colegio Conciliar, como cabeza de la provincia, con crecido numero de estudiantes, en donde se goza de robusta salud por su buen tempera­mento y abundantísima de todo genero de alimentos, no siendo la menos la con­currencia de toda clase de gentes y comercio terrestre y marítimo, proveída de todos oficios; todo lo qual falta en Mérida, pues aun su fabrica material esta hoy reducida a un arrabal y las familias más decentes retiradas a su casa de campo 166.

            Y así, por lo que va expresado, le parece al defensor que, para el corto numero de estudiantes que hay en Mérida, puede vuestra Señoría representar a la piedad de su majestad es muy sobrante la clase de gramática, filosofía y moral que mantienen los Padres dominicos... y para el Colegio Conciliar, que precisamente debe fundarse en Maracaibo, la hacienda de La Seiba, la de La Sabana y la de Marañones que todas están inmediatas a esta ciudad y, sin duda, resultarán grandes ventajas al servicio de ambas majestades.

Sobre el Particular que  refiere de que las haciendas que el Ilustrísimo señor obispo pidió a su majestad valdrán coma 5.000 pesos pone presente que las de Mérida se avaluaron el año pasado de 1774 que se entregaron a los dominicos

166.     Sobre la casi ordinaria despoblación de la ciudad de Mérida ya informaba el Ilustrísirno Ramos de Lora que "case todos sus habitadores, el más del año, lo pasan retirados en sus campos donde tienen su residencia ordinaria de donde vienen solo los días festivos a misa..." (Ob. cit., p. 123) .

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en 17.034 pesos y cuatro reales y medio y la del Paguey de la ciudad de Barinas se avaluaron en 7 de agosto de 1780 en .5.816 pesos, qua ambas importan 22.851 pesos, tres reales.

Y, por lo que respecta a la entrega de ornamentos que dejaron los dominicos y manda su majestad el qua se entreguen a su Ilustrísima, no tiene que reproducir sobre su cumplimiento.

Y, para que, en caso que vuestra Señoría tenga par conveniente el consultar a su majestad con justificación y se cumplan sus reales piadosas intenciones, es nece­sario, como de presente pida que no es útil, ni conveniente en Mérida la formación del Colegio Seminario, pues hay muchos sujetos de veracidad en esta ciudad que pueden declarar sobre los inconvenientes que van relacionados. Todo es justicia que Pido."187

            Este bien pensado alegato debe constituir, con su impacto, un muro poderoso, capaz de detener y paralizar las gestiones que se venían adelantando. Hay que reconocer que el defensor, dejados a un lado los varios errores en que incurrió, logró presentar un informe im­ponente; y uno piensa, a vista de sus raciocinios y exhibición de datos, que solo un hombre de la constancia y del influjo del Ilustrísimo Ramos de Lora pudo salir adelante airosamente con la empresa de dar vida y realidad a un Colegio en Mérida cuando todos los elementos, incluidos los naturales, se habían puesto contra sus proyectos.

            Únicamente quiero ahora aludir a los fallos que el defensor mani­festó en su informe. Censuró al prelado, veladamente, de mentiroso cuando la verdad fue que, si algún defecto pudo tener el Ilustrísimo Ramos de Lora, no fue nunca este de la mentira. Respecto al destino de las haciendas de que se trataba, era cierto que estaban afectas a la residencia que los dominicos tenían, y sujetas a ciertas condiciones que nunca ellos cumplieron. Pero esto era lo de menos, porque muy bien podía el monarca destinar en. beneficio de una obra de utilidad pública unos bienes que, al menos teóricamente, eran suyos y que antes había destinado a otro fin. En este punto nada pedía el prelado que estuviera fuera de lo legal y de las atribuciones reales.

            Respecto a si en Mérida había o no, anteriormente a la llegada de Ramos de Lora, establecidas y en funcionamiento clases de latinidad y aún de filosofía y teología, los datos demuestran que estaba muy mal informado el defensor de Temporalidades. Ni existían las tales clases ni habían existió. ¿Donde estaban los su­puestos lectores dominicos de que habla el defensor de Temporali­dades? A propósito del numero de moradores en el convento de Mérida informe) el Ilustrísimo Ramos de Lora en carta de 13 de octubre de 1786: "Me había movido por causa de la donación que su majestad hizo a los Padres dominicos de las haciendas de

167. Chalbaud Cardona [751, tomo 1, pp. 97-102.

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La Ceiba y Tapías con las tierras de Santa Catalina y San Jacinto y del Colegio de los mismos expatriados de esta ciudad... informar a vuestra Excelencia lo primero, que no se había cumplido en el (convento) establecido en esta Ciudad, según las disposiciones de su majestad, el numero de competente de religiosos para los pia­dosos fines que en la real concesión se expresan" 168.

            Especificando aun un poco mas, escribió el mismo en un informe de la misma fecha de la anterior Carta:

            "En el convento de esta Ciudad a cuyos Padres les dono su majestad las haciendas       nombradas La Ceiba y Las Tapias y las tierras de Santa Catalina y San Jacinto y el   Colegio que fue de los extinguidos regulares .. . se mantienen sólo cuatro Padres, uno de             ellos, el prior, y otro, por su edad avanzada, incapaz de servir en aquel ministerio"169

            Lo que parece cierto, en relación con esto de las clases en Mérida, es que ni el mismo defensor de Temporalidades tenia la seguridad de si los dominicos sostenían en su convento las aludidas clases de gramática, como parecen evidenciarlo las palabras en que pidió al gobernador que oyera al "apoderado de la misión de los dominicos para que, inteligenciado vuestra Señoría de sus fundamentos sobre si mantienen las clases de estudio, especialmente la de gramáticaa, si labran o cultivan las haciendas y tierras ... vea su, Señoría si es conveniente el suspender, por ahora. la entrega hasta dar cuenta a su majestad..."

            El informe del defensor de Temporalidades trascrito anteriormente no tiene fecha, pero fue presentado con antelación al 21 de noviem­bre de 1788, ya que de esta fecha es la decisión tomada por el gobernador de Maracaibo a vista, sin duda, del dicho informe.

Dice aquel documento:

            "Maracaibo, 21 de diciembre de 1788. Vistos. Obedece en la forma ordinaria la real Cedula expedida en Aranjuez a 9 de junio del pasado año de 87 y guardara y cumplirá y executará en quanto a saberse por adjudicados al Seminario Conciliar establecido Para esta diócesis los productos del tres por ciento, así en lo respectivo a la renta decimal, como a las demás eclesiásticas que en el obispado están afectas a esta contribución, y por aplicados a el los hornamentos que poseían los religiosos dominicos en la Ciudad de Mérida al tiempo que se recibieron del colegio, y demás bienes y útiles que en aquel destino (distrito?) obtuvieron los expatriados.

Pero, como para acordar lo mismo en lo concerniente a los terrenos anexos a la hacienda de Las Tapias y la del Paguey que esta en la jurisdicción de Ba­rinas obste, por lo que mira a este, el no hacerse Constar su estimación actual y la que se le dio en el año de 67, ni los gravámenes de su afección y, en quanto a aquellos habérseles hecho formal entrega a los religiosos dominicos por don Diego Rodríguez Picon desde 26 y 27 de noviembre y, en fuerza de la Junta Suprema

168.             "Fray Juan Ramos de Lora" (1), p. 147.

169.              Ob. cit. p. 154.

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de Tributos celebrada en Santa Fe en 18 de febrero de 77 y de la actuada en Caracas en 5 de octubre de 79 de las tierras de La Pedregosa, de los tres Cajones, sercados, de las de Santa Mónica, Santa Catalina, San Jacinto, San Jerónimo, de las de la Virgen y Cacutes Alto y Baja, únicas a quienes puede adaptarse la anexidad a las Tapias, se suspenderá, por ahora, hacer novedad en lo tocante a estos terrenos, y en el entretanto, informado su majestad, se sirve resolver en cuanto a su aplicación. Y conociendo inquirirse (¿?) los justiprecios que posteriormente se les haya conferido a estos y a la posesión del Paguey y en igual con­formidad las posesiones a que están sujetas por el Eminentísimo con vista de los documentos que la acrediten, se certificará a continuación y separadamente, satis­faciendo a uno y a otro punto. Y, de no poder ejecutarlo, por carecer de com­probantes a que poderse resistir, en este caso, por orden que se comunique al Doctor Angel Rangel, vecino de Mérida y principal recomendado de los asuntos de Temporalidades en aquel territorio y en el de Barinas, se le prevendrá que, inmediatamente, informe circunstancialmente en uno y otro particular y que, sin la menor dilación, haga conducir por conducto seguro todos los papeles que corres­ponden a los bienes de las expulsos que existan en. aquel vecindario, sin omitir los títulos y confirmaciones de varios terrenos que, inconexos a los de su perte­nencia, recibieron los religiosos dominicos a consecuencia de la comisión reco­mendada a don Diego Picón.

                Instrúyase de esta resolución a su Señoría el Ilustrísimo señor diocesano y a fin de que se le entreguen los hornamentos de que deben hacer exhibición, por inventario formal, los religiosos dominicos, se librará despacho al teniente justicia mayor de Mérida con el que se requerirá al Muy Reverendo Padre Presentado Fray Antonio García de los Rios, prior de aquel convento, rogándole y encargándole se sirva ponerlo a la disposición de su Señoría Ilustrísima,

Y para que la Junta Superior provincial establecida en Caracas se cerciore de lo últimamente resuelto por su majestad en el real rescripto citado que, como mas moderno, a la real Orden de 14 de septiembre, hace suspender los efectos de Arta y prevenga a in Señoría quanto en el particular le ocurra, se le hará remisión del testimonio que principio con las diligencias que exordian desde el folio 206 en adelante a que por ahora contribuirá las expensas del apoderado de la Religión de Predicadores. — Joaquín Primo de Rivera. — Licenciado Don Juan Estevan de Valderrama." 170

170.     Chalbaud Cardona (55), tomo 1, pp. 222-223. De las gestiones llevadas a cabo después del documento trascrito no es mucho lo que se conoce. Por un expediente copiado por Chalbaud Cardona en su obra tornado del Archivo Arquidiocesano de Mérida se sabe que el traspaso definitivo de la hacienda "Las Tapias" no se oper6 hasta 1811. Mientras tanto, aquellos bienes siguieron permaneciendo en manos de los dominicos hasta 1803, fecha en que fueron depositado en poder de Juan Nucete. Posteriormente estuvieron al cuidado del otro depositario Juan Nepumoceno Uzcategui y Davila hasta 1809, fecha de su muerte. Nombrado coma los anteriores por el gobernador intendente de Maracaibo, sucedió le Gabriel Troconis hasta el momento de hacer entrega de aquellos bienes, 4 de enero de 1811.

El anterior expediente, integrado de diversos documentos, puede verse en Chalbaud Cardona [55), tomo 2, pp. 24-42. El primer inventario de estos bienes puede verse en la obra de Ildefonso Leaf: "Documentos para la historia de la educación en Venezuela", en "Fuentes para la historia colonial de Ve­nezuela", Ng 87, pp. 137-150. Otros varios inventarios trae Chalbaud Cardona en el lugar indicado.

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Nuevos pasos para el progreso del Colegio

            La concurrencia de estudiantes al Colegio San Buenaventura supero todos los calculos hechos por el Ilustrisimo Ramos de Lora, segun el mismo to manifesto en carta de 21 de abril de 1787:

            "DespÉus de mi representacion de 6 de mayo del ario pasado de 85 siguieron ocurrien.do a esta ciudad, por causa de las clases de estudio que he erigido de latinidad, f iloso f is y moral y mantengo en el mismo convento suprimido, niimero crecido de estudiantes, que los mas, como f orasteros y pobres, no tenian donde alojarse y era in­dispensable darles acogida en el convento. Y estos han llegado pasta

el numero de 42..." 17~

La dificultad de poder dar alojarniento a tanto estudiante en el reducido local del viejo convento franciscano, deteriorado, ademas, por Ios temblores del ano 1786, aconsejo al prelado a pensar en alquilar una casa que existia calle por medio, frente at colegio. Asi to explica el: "Y con el motivo de ser costa su capacidad y haberse deteriorado en rnucha parte por su debil f c%brica y argunos temblores sobrevenidos en el ano proximo pasado, tome en alquiler una casa, Ia mas contigua a Cl, entre quienes se repartiesen los estudiantes que habia" 172•

Paso definitivo

Todas las medidas puestas en practica, hasta ahora, por el prelado, no eran mas que interinas. Su idea había sido siempre de mayores ambiciones, aun cuando la falta de medios necesarios le había forzado a posponerla pasta el oportuno momento. La obra que ahora proyectaba Monseñor Ramos de Lora era la postrera en la ejecución, aun cuando la primera en sus intenciones, como puede ponerlo muy de manifiesto el hecho de que ya en el año 1785 --muy poco después de haber llegado a la ciudad de Mérida--­había procedido a la compra de los solares y terrenos necesarios "media cuadra distante de la plaza mayor de esta Ciudad en donde esta la iglesia parroquial que sirve interinamente de catedral, en la calle travesía que pasa por medio de la ciudad, comenzando desde la barranca que cae al rio Chama, acia el sud, y termina en el rio Albarregas, acia el norte, en las casas ya dirruidas que eran pertenecientes a una capellanía del doctor don Antonio Uzcd­tegui, presbítero, vecino de la ciudad de Pamplona, y de otros dos pedasos de solar contiguos a ellas, el uno perteneciente a dona Maria Juana Aristizcibal y el otro a José Manuel Dugarte, de este vecindario, cuyo importe respectivo de dichas casas y solares le redimid el tocante a las capellanías y vendió libremente y sin apremio alguno, satisfaciendo su Señoría Ilustrísima en dinero efectivo

171.          "Fray Juan Ramos de Lora", 11, pp. 212.

172.          Ob. cit., p. 212.


 

todas las cantidades que resultaron de los avaluos, en cuya conse­cuencia se otorgaron las escrituras públicas por ante el escribano publico y de cabildo que entonces era en esta ciudad don Antonio Alexandro Chaves, que quedaron originales en el protocolo del año de mil setecientos ochenta y cinco" 173.

La incomodidad en que Vivian los estudiantes en el viejo caserón del convento franciscano, no suprimida totalmente por el alquiler de la nueva casa de enfrente, era motivo que no dejaba dormir tranquilo al prelado. Contemplaba a diario el ir y venir de los es­tudiantes de uno a otro edificio y el continuo atravesar de la calle intermedia, que servia de distracción a los jóvenes y pensó& de una vez, poner remedio a todo aquello. El mismo lo narra: "Viendo esta incomodidad; la poca estabilidad de esta fabrica; que podía ser distracción a los estudiantes atravesar, para las cosas precisas, la calle intermedia para ocurrir de una a otra parte y que era nece­sario duplicar los oficios comunes y quienes cuidasen de gobernarlos; que estaba remediado con que se comprendiesen en una sola habitación, tome resolución de fabricar Colegio formal, capaz para todo el número de estudiantes que pudiesen ocurrir de la diócesis, con oficinas proporcionadas y en lugar mas inmediato a la plaza principal y en fin escogido de toda la ciudad, cuya fabrica pro­metiese la perpetuidad de la erección" 174.

No se conocen, de momento, datos para afirmar ni el momento en que procedió el Ilustrísimo Ramos de Lora al arriendo de la casa contigua, calle por medio, del Colegio, ni tampoco el en que tome la decisión heroica de iniciar las obras del nuevo edificio. Lo que si sabemos es que para el momento en que escribió la carta de 21 de abril de 1787 ya la fabrica material estaba en periodo ade­lantado de construcción. "De hecho, voy lográndola (escribe), pues ya esta en tan buen pie, que lo más principal de la obra se halla levantado y mucha parte cubierta y el fin con pensamiento de que, en todo este año, puedan ya pasarse a 61 los seminaristas" 175.

 

Valeroso y decidido fue el anima de este intrépido varón que no se paró en iniciar unas obras extremadamente costosas, para cuya adelantamiento y consecución no contaba con los suficientes me­dios, sino era privándose el mismo hasta del necesario alimento, coma lo dejó escrito en su carta aludida: "Para ello he procurado ahorrarme aun de los precisos gastos de mi casa y poner mi mayor eficacia a su perfección en la que no he querido irnpender otra cosa que lo que corresponde a renta y asignación mia, para que queden los tondos aplicados por su majestad para la perpetuidad de sus clases y oficios"

173.          Chalbaud Cardona (55), tomo 1, p. 105.

174.          "Fray Juan Ramos de Lora" [1], p. 212.

175.          Ob. cit., p. 212.

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Es en este momento cuando resultan perfectamente comprensibles la serie de medidas adelantadas por el prelado desde el primer día de su 1legada a la diócesis para lograr el saneamiento de una administración que estaba por los  los suelos. Y lo había la logrado a fuerza de trabajos y hasta de sinsabores.

 

Al tratarse de su obra predilecta, que era el Colegio Seminario, podría sentirse privado del apoyo de las autoridades civiles de Maracaibo que continuaban en un cerrado boicot a sus proyectos, podría verse privado hasta del necesario alimento y podría carecer incluso de los técnicos que le proyectaran su obra y de los operarios para llevarla a cabo. Lo que nunca le falto fue su firme voluntad, cimentada en una decidida convicción en el apoyo de la providencia divina 1776

Es tanto más de admirar la rapidez de acción del prelado, si se tiene en cuenta que ya tenia casi hecha la mayor parte de la obra del nuevo edificio cuando ni aun había recibido la real Cédula aprobando lo hecho anteriormente. Los datos de esta carta de 21 de abril de 1787 pueden ser cotejados con los datos deducidos de su comunicación de 3 de octubre de aquel año en que pidió al Presidente de la real Audiencia noticia sobre el paradero de aquella Cedula que suponía ya circulando. La verdad fue que la real Cédula de 9 de junio de 1787 salio aun con posterioridad a esta Carta del prelado, Como es evidente.

Solo cuando ya las obras del Colegio estaban en muy avanzado estado de edificación pensó el obispo en dar información a la Corte de lo que tenia hecho. Y si dio este aviso fue mas bien

176.      Na me cansare de insistir en la enemiga y en la oposición cerrada que, en todo momento encontró el prelado en las autoridades civiles con asiento en Maracaibo. La decisión del Ilustrísimo Ramos de Lora de afincar su sede en Mérida daría la explicación de muchos de los actos enemistosos que las autoridades le manifestarían en los años posteriores. El único gobernador que sostuvo en todo momento buenas relaciones con el prelado fue Francisco de Arce y a ello alude reiteradamente el prelado. En carta de 24 de enero de 1787 hablo. de la. ".satisfacción que teníamos el gobernador difunto don Francisco de Arce y yo. . . " (Ob.. cit., p. 207) .

En cambio, en la misma carta aludio a los desaires que le había ocasionado el nuevo gobernador (ibid., p. 208) . En otra anterior del 18 de noviembre de 1786 había aludido a la malicia y a la pasión del interino Salvador Munoz. (lb., p. 180 y 181) . Finalmente en otra de 19 de diciembre de 1789 hablo de los "oficios desatentos que me ha llegado a pasar el gobernador de esta provincia don Joaquín Primo de Rivera, amenazándome con sus ardores militares o con sus iras, com o llego en estos últimos dias a verificarlo ...(lb., p. 249) .

Cuando el gobernador quiso hacer Constar ante la Corte que la causa de aquellas rencillas entre ambas autoridades era el carácter del obispo, se apresuro este a informar “pero me veo en el extremo de no dejar que etle gobernador prevenga con cuantos informes le haya sugerido su desafecto ... y con ellos quiera persuadir que en rn i consiste la causa de la desunión que ni tuve con su predecesor, ni tengo con el de Barinas y antes si particular satisfacción, ni con el de Caracas, todos los cuales ejercen real jurisdicción en este obispado ..." (1b., p. 205).

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para lograr a favor de aquel centro algo que el no podía darle por si mismo. Por eso, escribió en la misma carta: “desean­do lograr la principal y última perfección de ella, para que en ningún tiempo pueda haber la menor innovación, o con los gobernadores, o con otros que suelen introducir novedades contra las más piadosas erecciones, suplico a vuestra Excelencia se sirva hacer presente a su majestad Católica esta mi sumisa representa­ción, para que, en su vista, se sirva expedir, conforme sea de su soberana voluntad, la real aprobación de Seminario Tridentino con la denominación de San Buenaventura, dignándose, asimismo, librar la licencia necesaria para que se entienda con esta nueva fábrica la real aplicación que vuestra Excelencia menciona hecha al conven­to suprimido de esta Ciudad por la Orden antes citada, con todos los privilegios y fueros que, coma a Seminario Conciliar, corres­ponden segúan las leyes y tenga su majestad a bien concederle, y para que las clases de Teología, Derecho Canónico y Real y de otras ciencias que, en lo sucesivo, se pudiesen ir erigiendo y estableciendo, conforme la necesidad que haya de ellas y sus proporciones, tengan el mismo valor y derechos que las que, al presente, haya fundadas, y el tiempo empleado en los estudios de unas y otras valga en cualesquiera Universidades y Audiencias para la recepción de grades y mérito, de la misma suerte que en los demás Colegios erigidos con la real aprobación, como lo espero del celo en que se distingue la real piedad por el bien de sus vasallos en que, conocidamente, revierte esta obra a que, por lo mismo, he dedicado mis mayores esfuerzos"177

Esta carta de Ramos de Lora es una joya que no tiene desperdicios. Sus letras deberían estar grabadas con oro en los muros de la Universidad de Los Andes en Mérida. El prelado pedía con boca de fraile, amplia y generosamente, para terminar manifes­tando que todo lo esperaba del celo en que se distingue la real piedad por el bien de sus vasallos..."

Yo me figuro al incansable prelado bendiciendo con todo fervor esta su carta y pidiendo para ella toda buena suerte y un feliz desenlace. Después de todo, el paso que había dado y estaba pro­siguiendo sin descanso era de importancia trascendental.

La carta ya no llegó a manos de su protector José de Gálvez cuya muerte, ocurri6 el 17 de junio de aquel año 1787. Fuera debido a este contratiempo o a la demora natural que sobrevenía a los asuntos en Palacio, lo cierto es que la carta no fue remitida por el rey

177.                 Ob. cit., p. 213¿Que tal los términos de esta carta? En verdad que son valientes y de un hombre que miraba a lo lejos, sin interesarle pasar por encima de formularios cancillerescos. Después de todo, no merecía sino plácemes una obra hecha a base de ahorros del prelado y de sus propias rentas episcopales. Nada pidió, como luego veremos, a excepción de la real aprobación y el reconocimiento, el mas extenso posible, a los estudios reali­zados en aquel su Colegio a cuya edificación había dedicado sus mayores esfuerzos, por lo mismo que revertía en beneficio de los vasallos del rey.

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al Consejo de Indias hasta el 22 de agosto del ano siguiente de 1788. El Consejo de Indias paso la carta a la contaduría generalel 29 del mismo mes de agosto y el 5 de setiembre dio su parecer el contador Lorenzo de Usoz. Todo había salido a pedir de boca, y a medida de los deseos de Fray Juan Ramos de Lora. El parecer de la Contaduría General merece ser copiado, al menos, en sus partes principales. Dice asi:

"El contador general, enterado de todo lo expuesto, debe hacer presente a la superioridad del Consejo que la nueva fábrica que ma­nifiesta el Reverendo obispo de Mérida de Maracaibo haber empren­dido a sus expensas y tener muy adelantada en aquella ciudad para Seminario Tridentino, respecto de las incomodidades del con­vento suprimido, es una prueba que califica,, una vez mas, el celo y amor con que propende dicho prelado a! beneficio de la publica instrucci6n de sus feligreses y al bien del estado; y por lo tanto, y, atendidas las razones que expone, haberle obligado (aunque no acompaña justificaci6n como debiera) a tomar la resolución de fabri­car Colegio formal, capaz para todo el numero de estudiantes que puedan ocurrir de la diócesis, con oficinas proporcionadas... . parece al contador general que es digna de la real aprobación la citada nueva fabrica y de que se entiendan también con ella las reales aplicaciones que su majestad se dignó hacer por la nominada real Cedula de 9 de junio de 1787 para el Seminario erigido en el convento suprimido de los religiosos franciscos, encargando a dicho Reverendo obispo de cuenta con justificación luego que se haya concluido el expresado nuevo Seminario" 178.

El Consejo de Indias elevo al rey una Consulta en 9 de enero de 1789. La real Cedula correspondiente fue firmada en Madrid el 20 de marzo de 1789, la cual dice en lo substancial: "Visto lo referido en mi Consejo de las Indias con lo que, en inteligencia de los antecedentes informo la Contaduría General y expuso mi fiscal, y consultándome sobre ello en 9 de enero de este año, no obstante que no habéis acompañado la correspondiente justificación que debíais, atendidas las razones que os obligaron a emprender la nueva fabrica  del indicado Colegio, he resuelto aprobárosla bajo la denominación de San Buenaventura, entendiéndose también con ella las reales aplicaciones que mi señor y padre, que sea en gloria, tuvo a bien hacer posteriormente por su Cédula de 9 de junio del ano pr6ximo pasado, para el Seminario erigido en el referido con­vento; concediendo, asimismo, a sus estudios que, por vía de filia­ción o agregación a la real Universidad de Caracas, que es la mas inmediata y a donde correspondía ese distrito antes de segregarle de su obispado, se admitan los cursos ganados en el para que, en su virtud, puedan recibir los grados correspondientes a sus facul­tades, con arreglo a sus Estatutos... e igualmente daros gracias, como lo ejecuto, por la aplicación y celo con que procuráis perfee‑

178. Ob. cit., p. 214.

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cionar la erección de esa nueva diócesis, rogándoos y encargándoos muy particularmente me deis cuenta con justificación, luego que se haya concluido el expresado nuevo Seminario, por ser así mi voluntad" 179.

Ocupado en tantos cosas y distraída su atención por tantos problemas como le llegaban de todas pules de su obispado en aquellos primeros alias de gobierno no tenia el Ilustrísimo Ramos de Lora tiempo para dedicarse a hacer informes detallados para remitir al rey y su Consejo de Indias 180.

La única e insignificante salvedad manifestada por el rey fue que el prelado no había remitido ni acompañado la correspondiente justificación que hubiera sido del agrado del monarca. Fuera de este pequeño reparo, todo fueron alabanzas y parabienes a su desinteresado actuar.

Lo que ni pudo sospechar el monarca fue que a la hora de firmar aquella su Cedulaba real, aprobando todo lo realizado por su obispo, ya este tenia casi rematada aquella obra del Colegio Seminario de San Buenaventura. Únicamente le hubiera faltado enviarle una condecoración por todo ello.

 

Sin embargo, las cosas no habían corrido con toda la prisa que hubiera deseado el Ilustrísimo Ramos de Lora. Recuérdese que en carta de 21 de abril de 1787 había anunciado que muy pronto se pasarían los estudiantes al nuevo edificio del Colegio. Contrarie­dades grandes debieron sobrevenirle para que esto no pudiera tener efecto, así como lo había anunciado. El mismo prelado hizo alusión a algunas de ellas en carta de 13 de julio de 1790, desta­cando la escasez de operarios y la inconstancia de los pocos que había, a los que fue preciso apremiar por medio de la justicia repetidas veces.181

179.             Ob. cit., p. 216.

180.          Maravilla la ingente labor de papeleo llevada a cabo por el Ilustrísimo Ramos de Lora y de ello hablaron en alguna ocasión los mismos clérigos, afirman­do que "aunque era bien laborioso, según manifiestan sus papeles. .." (Chalbaud Cardona [55], tomo 1, p. 129). De la inmensa labor documental es un claro testimonio el sin fin de expedientes existentes en el Archivo de Indias y en el Archivo Arquidiocesano de Mérida. Y esto no es más que una parte de lo que realizó. Esta faceta denota la actividad inmensa del Ilustrísimo Ramos de Lora, aun en medio de las enfermedades que le aque­jaron y casi imposibilitaron y a pesar de la falta que se notaba de escri­bientes y notarios en aquellas latitudes de su obispado. Sobre este punto de la escasez puede dar testimonio la carta del prelado que publique en otra parte. ("Fray Juan Ramos de Lora"(1)), p. XXXII)

Una vez mas aludió en carta, de 19 de diciembre de 1789 a la falta de ministros que "no dan proporción para tan repetidas compulsas". (Ob. cit., p. 252).

181.             Puede verse el resumen de la carta de 13 de julio hecha par Contaduría en Ob. cit., p. 261.

 


 

Por otra parte, la salud del prelado fue siendo cada vez mas deli­cada, hasta el punto que se vio obligado a fijar su residencia en el nuevo edificio, en parte por la dificultad que le suponía el desplazarse una y otra vez a el desde su casa para inspeccionar la marcha de las obras. Porque, es de notar, como lo hace el prelado en la aludida carta de 13 de julio, que en Mérida ni en sus contornos se hallaba “un arquitecto, ni persona de mediana instrucción para esto”182

I n formes y descripción del nuevo edificio del Colegio

Adivinando el obispo los deseos del rey, y aún sin haber recibido la real Cedula en que se le ordenaba dar cuenta con justificación, después de concluida la obra (ya no pudo llegar a sus manos durante la villa) determine pacer un informe y descripción del nuevo edificio, lo que encomendó a Juan Moreno a quien tenia destinado ya Para mayordomo. La descripción que este hizo es tan detallada que aun hoy día será posible a un técnico reconstruir el edificio en sus mínimos detalles.

Aun cuando este documento ha silo publicado ya mas de una vez, quiero dejar también aquí constancia del mismo.

“Situación y descripción de la nueva fabrica del Colegio Seminario Tridentino que, con la denominación de San Buenaventura, con la lizencia correspondiente del rey nuestro señor, que Dios guarde, ha. fabricado y mandado construir a sus expensas en esta ciudad de Mérida de Maracaibo el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Fray Juan Ramos de Lora, de la Regular Observancia de nuestro seráfico Padre San Francisco, primer obispo de esta nueva diócesis y fundador de su catedral.

La dicha nueva fabrica del mencionado Seminario de San Buenaventura se halla situada media quadra distante de la plaza mayor de esta ciudad en donde esta la iglesia parroquial que sirve interinamente de catedral, en la calle de travesía que pasa por medio de la ciudad, comenzando desde la barranca que cae al rio Chama acia el sur y termina en el río de Albarregas, acia el norte, en las casas ya dirruidas que eran pertenecientes a una capellanía del Doctor don Antonio Uzcdtegui, presbítero, vecino de la ciudad de Pamplona y de otros dos pedazos de solar contiguos a ellas, el uno perteneciente a doña María Juana Aristizábal y el otro, a José Manuel Dugarte, de este vecindario, cuyo importe respectivo de dichas casas y solares le redimió el tocante a las capellanías y vendido libremente y sin apremio alguno,

182.      Ob. cit., p. 261. Allí consta suficientemente la dirección que el Ilustrísimo Ramos de Lora llvo de la obra del edificio. Dijo en su carta de 15 de julio rrque viéndose bastante quebrantado de salad con crecidas dificultades de pasar cuando lo exigía la necesidad de dirección de la obra pues no so halla en todos aquellos lugares un arquitecto ni persona de mediana instruc­ción para esto — resolvió pasarse a vivir al Seminario, como lo verifico en el mes de mayo de dicho año de 1790... "

Como se verá mas adelante el propio ayuntamiento de Mérida manifiesto: "la escasez que hay de maestros y oficiales inteligentes",


satisfaciendo su Señoría Ilustrísima en dinero efectivo todas las cantidades que resultaron de los avallios, en cuya consecuencia se otorgaron las escrituras publicas por ante el escribano público y de cabildo que entonces era en esta ciudad don Antonio Alexandra Chaves, que quedaron originales en el protocolo del año de mil setecientos ochenta y cinco.

Tiene de longitud esta fabrica, mirando de oriente (con alguna declinación al norte) a poniente (con igual declinación al sur) sesenta y siete varas, y de latitud casi norte sud, cincuenta y una, y de altura, once.

Las paredes son de tapiales de la propia tierra de citación de la ciudad, que es lo que se acostumbra en todas las fabricas de ella y ser a propósito y de la bastante firmeza, de cuya materia son todas las paredes que contiene esta fabrica con todo el grueso y subsistencia correspondiente.

Toda ella esta construida por alto y bajo con los cuatro ángulos del insinuado terreno comprendido con división de cuasi la mitad de su longitud de igual fabrica que hace tener dos patios, el principal, su claro de 24 varas de largo y 22 de ancho, y el segundo, de 10 varas de largo y 23 de ancho,

Dentro de los cuatro ángulos que abrazan el patio principal hay, par alto y bajo, sus espaciosos claustros que tienen de ancho quatro y media varas, sosteniendo en lo bajo de la fabrica veinte pilares de mampostería de proporcionada disposición a los claustros altos en los quales hay otros veinte pilares de madera labrada con sus barandas de lo mismo que en su quadro sostienen el techo de dichos claustros, los quales contienen las piezas siguientes: Entrando por la puerta principal que sale a dicha calle (media quadra contigua a la plaza), hacia la derecha, por lo bajo hay seis quartos de proporcionados tamaños hasta llegar a otra puerta que hace pasadizo para el segundo patio que sirve de ante refectorio. De allí sigue par el ángulo frente de la puerta principal, la pieza destinada para refectorio de 20 varas de largo y cinco y media de ancho la qual aún se halla desnuda de mesas y demás adornos precisos y solo concluida en quanta a su fabrica material, seis ventanas respectivas y dos alacenas.

En el ángulo siguiente hacia el sud queda la sacristía dentro de la cual hay comunicación a otra pieza que sirve de tras sacristías y a la capilla la qual es de veinte y nueve y media varas de largo y diez y media de ancho con puerta mayor hacia la calle principal mencionada, de arco de mampostería y otra puerta también grande para su comunicación al claustro mencionado y su tribuna con su baranda respectiva en lugar proporcionado.

En la parte del ángulo bajo de la puerta principal se halla otra pieza pequeña con comunicación a la capilla y al claustro. Sigue de allí  la escalera principal para subir a los claustros altos de dos y media varas de claro. Y, siguiendo por lo bajo, se halla otra pieza bastante amplia hasta llegar al zaguán de la puerta principal en el que hay comunicación a otro quarto proporcionado para habitación del portero.

En lo alto de estos ángulos principales se hallan 18 quartos con sus tamaños pro­porcionados uno de los quales sirve de librería que queda contiguo a la capilla y una puerta en el ángulo de la capilla que da comunicación a su tribuna.

El segundo patio par lo bajo se halla por sus tres ángulos cercado de corredores de tres varas de ancho  y en ellos trece pilares de madera labrada con sus basas

correspondientes que sostienen los corredores altosen en que hay igual numero de pilares para la sostención del techo respectivo también con sus barandas con co­municación por lo bajo a los claustros principales par el pasadizo que sirve de ante refectorio en el qual hay un quarto capaz. Y contiguo a este queda otra escalera de una y media varas de claro para subir al alto de la fabrica132a..

 

En lo bajo de este segundo patio hay once piezas o quartos, inclusive la cocina y despensa con su pasadizo hacia otro traspatio o corral de treinta y tres varas de largo y tres de ancho y todos sus desagües correspondientes.

 

En el ángulo hacia el norte hay otra puerta a la calle grande con su zaguán proporcionado a propósito Para la introducción de caballerías y cabalgaduras. Por lo alto de dicho segundo patio hay once quartos, exclusive el que sirve de lugar común y pasadizo a el, el qual está con todas las proporciones oportunas, conte­niendo dentro de si ocho asientos con sus respectivas divisiones, comunicándose los claustros altos del Primer patio con los del segundo también altos por sus dos respectivos pasadizos y correspondencias.

 

Toda esta fábrica se halla cubierta de texa con sus alfarderias y varazones correspondientes para su seguridad y  firmeza así mismo con vigas proporcionadas para poderse seguir entablando todas las piezas altos, de suerte que queden de cielo raso como do están ya toda la capilla y tres quartos de los principales y acopiando tablas para su seguimiento. Lo mismo todos los entresuelos se hallan con sus vigas o tirantes que enlazan par el medio toda la fabrica corrida de tablazón cuyo suelo alto y bajo se halla todo enladrillado con la firmeza y aseo correspondiente, restando solo para su total perfección el suelo de la capilla y los tres corredores bajos del segundo patio en cuyo actual exercicio se esta.

 

Todas las mencionadas piezas y quartos altos y bajos os de esta fabrica tienen todas sus ventanas y puertas de madera con las proporciones correspondientes con sus respectivas cerraduras, aldabas y llaves corrientes y con la firmeza y curiosidad que permite la situación de la Ciudad.

 

Asimismo, todas las paredes de esta fabrica por dentro y fuera de ella se hallan en mezcladas do cal Para su resguardo par las aguas y demos contingencias del tiempo, como también para el área correspondiente de las piezas.

 

Entre los quartos altos y bajos hay unos mayores, otros menores, todos con proporciónlos unos de poder mantener en ellos las clases correspondientes de latinidad, filosofía, teología moral o derecho cuando se hubieren de establecer, y los otros para respectiva habitación de Rector, Maestros, Colegiales y Estudiantes.

Las dos calles contiguas a la expresada fabrica se hallan también nuevamente empedradas y expeditas.

 

Todo to qual me consta costa prender dicta fabrica del Seminario Conciliar, {de esta} ciudad, costeada toda ella a expensas de su Señoría Ilustrísima a la qual he asistido como su mayordomo par su superior orden del lo que doy el presente en Mérida a 21 de junio de 1790 años. -- Juan Moreno."183'

182a.   Como resto y hermosa reliquia del edificio del Colegio San Buenaventura guar­da en su casa de Merida una magnifica muestra mi amigo Pedro N. Tablante Garrido. Tratase de un cuadrado de piedra —estupenda pieza de museo-- con un hueco en el centro de una de sus caras. Muy bien pudo ser una de las basas, sostén de los pilares de que se habla en este aparte, o también gozne de alguna de las muchas puertas del edificio.

183.     Todavía se conserva original este expediente en el Archivo Arquidiocesano de Mérida, Sección Seminario, Carpeta 1. También lo transcribo Chalbaud Cardona [55), tomo 1, pp. 104-109.

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El mismo día que el mayordomo firmo la anterior descripción del edificio, la remitió el Ilustrísimo Juan Ramos de Lora al ayunta­miento de la ciudad con carta suya en los siguientes términos:

 

"Paso a vuestra Señoría la nota adjunta para que, en su vista, se sirvan pasar a la fabrica del Seminario Conciliar que se contiene, emplazando para su asistencia a las personas que vuestra Señoría juzgase mas inteligentes de la ciudad, respecto a no haber en ella alarifes, ni otros maestros que profesen estas artes y en compañía de los que vuestra Señoría crea mas peritos se sirvan hacer exacto reconocimiento de toda la fabrica del Seminario para que, en su consecuencia, se me expida a continuación, a coma a vuestra Señoría parezca mas oportuno, certificación en forma par todo el ilustre cuerpo, en que conste si esta perfectamente conforme la nota adjunta con la fabrica allí descrita.

 

Igualmente, ruego y encargo a vuestra Señoría se sirva extender su certificación a hacer constar si para esta fabrica a aparte alguna de ella se me ha contribuido o ayudado por cajas reales, propios de 1a ciudad o algunos particulares vecinos cantidad alguna o por vía de limosna a donación u otro cualquier titulo, o si de otra parte se me ha ayudado gratis con aplicación alguna para el estado en que se halla, sino que antes bien toda la he costeado y satisfecho de mis rentas episcopales, ocurriendo co, ellas a todos mantas costos e inversiones se han emprendido en la mencionada fabrica y sin haber para ello consumido fundo o depósito alguno, ni gravado a persona alguna con postulaciones u otros arbitrios semejantes.

Asimismo, se servirá expresar por calculo prudencial, si podrán haberse legítimamente impendido en lo fabricado hasta aquí en tal Seminario de doce a trece mil pesos, poco mas o menos, que regulo habré gastado de lo que no he llevado cuenta exacta por la falta de proporciones y de que nuestra Señoría con los acompañantes podrán, atendidas las circunstancias, fundamente regular."

Espero que, evacuado este reconocimiento y certificación insinuada, se sirva vuestra Señoría devolverme el expediente original para los efectos que puedan serme útiles. Dios nuestro Señor guarde a vuestra Señoría muchos años. Mérida, 21 de junio de 1790. — Fray Juan Ramos, obispo de Mérida de Maracaibo.

Muy Ilustre Concejo, Justicia y Regimiento."184.

Después de cumplimentados los extremos pedidos por el obispo, contestó el ayuntamiento merideño con la siguiente respuesta de 28 de junio:"Mérida, junio 28 de 1790.

Por recibido en esta nuestra saala de ayuntamiento el precedente oficio del Ilustrísimo y Reverendísimo señor obispo de esta diócesis don Fray Juan Ramos de Lora en que se sirve acompañar una descripción a nota firmada par su mayordomo don Juan Moreno del estado en que, en la actual/dad, se halla la fábrica del

De la amplitud con que el prelado había proyectado su nuevo Colegio Se­minario son buena prueba las palabras del cabildo merideño cuando escribió: "que por lo respectivo a la fabrica del Colegio, tenia todas las piezas nece­sarias para las clases de Teología de Prima y Vísperas, Cánones y demás como igualmente refectorio, ante refectorio, capilla con su sacristía y ,tras sacristía y demás habitaciones donde viven con desahogo el Rector y Vice­rrector y 69 colegiales que había en aquella actualidad y aun quedaba capa­cidad para completar el número de 100..." ("Fray Juan Ramos de Lord" [1], p. 316.

184.     Chalbaud Cardona [55], tomo 1, p. 108.

Seminario Conciliar en que está entendiendo su Señoría Ilustrísima. Y par quanta a todos los capitulares nos es constante quanta el referido mayordomo expresa dicha descripción par haber paseado la fabrica y vistola construir desde su prin­cipio, se tiene par excusada la concurrencia que nos pide el indicado Señor Ilustrísimo y así lo certificamos, coma también el ser notorio, en esta ciudad  no se le ha auxiliado para ello por real hacienda, propias ni particulares, por vía de donación, ni de limosna, ni menos hemos entendido que, de otra parte, se haya contri­buido cosa alguna y si, por el contrario, estamos cerciorados de que todos los miles invertidos han sido de las propias rentas episcopales del enunciado señor pareciéndonos aun poca la cantidad de dote a trece mil pesos que anuncia su Señoría, pues juzgábamos pasase de catorce mil, según el valor que tienen los materiales en este país, la escasez que hay de maestros y oficiales inteligentes y la magnitud de la prenotada fábrica.

Devuélvase todo original al antedicho señor Ilustrísimo para los efectos que puedan convenirle, quedando un testimonio autentico en el archivo de este ayuntamiento para la noticia que debe haber en todos tiempos. (firman). Juan Nucete. — Antonio Uzcategui. — Blas Ignacio Davila, — Manuel Uzcategui. — Javier Ruiz Valero. — Juan Antonio Davila." 185.

Contintian las gestiones

Adjuntos a una carta del 13 de julio de 1790 remitió Monseñor Ramos de Lora esta serie de documentos que había elaborado su solicitud en relación con la fabrica material del Colegio Seminario, lamentando no solo la suma escasez de operarios, sino la inconstancia de los que había contratado, lo que había sido causa de no haber podido terminar antes la obra.

El mismo habíase vista obligado a tener que hacer de arquitecto por falta en aquellas tierras de "un arquitecto ni persona de mediana instrucción para esto". Y para mejor poder dedicarse a esta obra de maestro de obras, había considerado preciso pasar en mayo de 1790 a morar en el propio edificio destinado para Colegio. Pasada que fue por el Consejo la carta del obispo, con los docu­mentos adjuntos, y en virtud de acuerdo de 4 de enero de 1791, a la. Contaduría General, manifestó el contador mayor con fecha de 24 de abril de 1794 "que el Reverendo obispo de Maracaibo satisface completamente y con satisfacción a todos los particulares que se le previnieron y encargaron por la nominada real Cédula de 20 de marzo de 1789", opinando al mismo tiempo que solo restaba manifestarle “la real gratitud por el celo y amor con que ha propendido a la conclusión de la fabrica del Seminario Conciliar de que se trata y que se espera la continúe pasta su perfección en el todo, coma asimismo en la construcción de la casa episcopal que refiere”186.

185.             Ob. cit., p. 109.

186.             "Fray Juan Ramos de Lora", [1) , p. 262.


 

Interés del prelado en la terminación de la obra del Seminario

Por todos los medios y en todas las formas vigilaba y promovía Ramos de Lora el movimiento y la marcha del edificio del Colegio Seminario de San Buenaventura. Alude en su carta de 13 de julio de 1790 haberse visto necesitado, incluso, a recurrir a las justicias para obligar a los operarios a trabajar, como estaban obligados, supuesto el contrato que habría entre ellos y el prelado, manifes­tando también "que, viéndose bastante quebrantado de salud con crecidas dificultades de pasar cuando lo exigía la necesidad de dirección de la obra —pues no se halla en todos aquellos lugares un arquitecto ni persona de mediana instrucción para esto— resolvió pasarse a vivir al Seminario, como lo verifico en el mes de mayo de dicho año de 1790 para estar con menos molestias" 187.

Antonio Ignacio Rodríguez Picón aquilata la fecha de este traslado del obispo al nuevo edificio en sus Apuntamientos diarios: "18 de mayo de 1790. Se mudo al edificio nuevo del Colegio Seminario el Ilustrísimo Señor don Fray Juan Ramos de Lora quien lo ha fabricado con dinero de su propio peculio sin ayuda del gobierno, ni de particulares. El edificio es espacioso. Se le ha construido con bastante solidez. Tiene los cimientos anchos. Consta de dos pisos, dos hermosos claustros y amplios jardines. La arquitectura de la fachada es seria y elegante. El marco del porton es de orden románico; y el portón, ancho y macizo, está adornado con grandes tachuelones de cobre" 188.

Traslado de los estudiantes al nuevo edificio

Había manifestado el obispo en su carta de 13 de Julio de 1790 "que dentro del mas breve tiempo pasaran a establecerse los semi­naristas y maestros a esta fabrica, lo uno por hallarse ya en disposición para ello". Sin embargo, las tareas docentes debieron seguir impartiéndose durante algunos meses mas en el viejo caserón del convento franciscano, a pesar de su mal estado "que por instantes amenaza ruina".

Aludiendo a unas conclusiones doctrinales celebradas por aquel tiempo en el Colegio, dejo anotado Rodríguez Picón en sus Apunta­mientos: "24 de junio de 1790. Hubo conclusiones en el Colegio Seminario, siendo catedrático don Francisco Calles" 189.

Por las anteriores palabras se ve como a mediados del ano 1790 seguían con toda regularidad las clases de Filosofía en el Colegio. En la referida carta de 13 de julio de 1790 remitió el obispo a la Corte "copias de las certificaciones que ha mandado expedir a los

187.         Ob. cit., p. 261.

188.         "El apellido Picon en Venezuela" [4].

189.         Ob. cit.

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Maestros de Teología Moral, Filosofía Latinidad de los respectivos estudiantes que cada una de estas clases comprende que por todos, compone el número de 39”190.

Únicamente le faltaba al fundador ver funcionar las clases mayores, como en cualquier otra Universidad y si é1 no había procedido a ello fue por falta de alumnos por el momento. Ya el manifestaba no haber dado "aún providencia de obras clases mayores por haber ahora los de Filosofía solo concluido el primer año y estar próximos a entrar en el segundo", palabras por donde se concluye que las clases de filosofía estaban en su primer año de marcha y en plena funcionamiento.

Donación de la biblioteca al Colegio Seminario

El 5 de agosto de 1790 hizo donación Monseñor Ramos de Lora, mediante documento publico, de su rica biblioteca al Colegio Semi­nario. Todo lo que el había soñado y todo cuanto había reunido seria para su Colegio al que ahora deja sus libros y al que luego donara su mismo cuerpo.

No estaba la ciudad de Mérida muy bien acondicionada en sus librerías a pesar de los extintos conventos de jesuitas y franciscanos y de los libros que pudieran existir en los de dominicos y agustinos y algunos otros en diversos centros de la ciudad.

Según parece deducirse de la afirmación hecha por el cabildo eclesiástico en 1801 no pocos de los volúmenes donados por el Ilustrísimo Ramos de Lora habían sido pedidos a España, constitu­yendo un magnifica fondo librario de autores selectos. En el informe aludido decía el cabildo: "...el Seminario tiene la librería que le dio el Reverendo obispo don Fray Juan Ramos de Lora que constaba de 617 volúmenes con otros que se les han ido agregando sin gravar las rentas; que, aunque no es abundante, era de autores selectos y tenia de todas facultades por haber sido encargada

España con este destino. Que, asimismo, existía en aquella ciudad la copiosa librería que condujo el Reverendo obispo don Fray Manuel Candido Torrijos que tiene 2.940 obras y las de los con­ventos de Santo Domingo, San Agustín y del suprimido de San Francisco...

190.             "Fray Juan Ramos de Lora (1), p. 261.

191.             Ob. cit., p. 315. Trae el dato de la entrega de la biblioteca mediante docu­mento público. Chalbaud Cardona [55), tomo 1, p. 87. En el texto he querido aclarar la palabra volúmenes por la otra "obras", porque, en realidad, este número correspondía al número de obras distintas, cada una de las cuales contenía uno o varios volúmenes.

Después de la muerte del Ilustrísimo Ramos de Lora, procedió el teniente de gobernador de Mérida, Juan Nucete, a realizar el espolio de todo lo dejado por el obispo. Ildefonso Leal ha transcrito el documento correspondiente al avaluo de la biblioteca dejada al Seminario de acuerdo con el cual es dable.


Del buen uso que hicieron de todo aquel conjunto de obras los estudiosos, es clara muestra el florecimiento cultural que surgió potente en torno al Colegio San Buenaventura de Mérida durante los años del siglo XVIII y principios del XIX, con una teoría de nombres sobresalientes que bastarían, por si solos, a enaltecer un centro. Héctor García Chuecos ha tenido la paciencia de elaborar una nutrida lista con algunos de los nombres mas destacados que
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inferir el numero aproximado de 600 obras distintas. (Idefonso Lea!: "Documentos  para la historia de la educación venezolana, pp. 313-329). Este mismo escritor escribe: "Una magnifica biblioteca poseyó el Seminario de San. Buenaventura, pues en el inventario de 1791 figuran 488 libros empas­tados y mas de 3.146 en Pergamino, lo que hace un total de 3.634 obras". (Ob. cit., p. XX) . En otra parte yo mismo dejo afirmado: El documento de avalúo de las existencias en la biblioteca, al momento de morir el obispo Ramos de Lora, permite conocer el numero de libros con que contaba el Seminario de San Buenaventura, con un valor aproximado superior a los 7.000 pesos lo que, para aquel momento, era una Buena inversión". ("Fray Juan Ramos de Lora" (1], p. 365) .

Un estudio mas detallado sobre este punto lo ha realizado Ildefonso Leal en su trabajo Inventario y avalúo de la biblioteca del Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida. Año 1791, publicado en. "Revista de historia". Caracas, Números 26-27 correspondientes a junio de 1966, pp. 63-87.

 

Conocía muy bien el Ilustrísimo Ramos de Lora que en una ciudad como Mérida, tan alejada de las rutas del comercio y de los centros culturales como Caracas y Santa Fe, únicamente podrían ser solucionados los problemas con una gran dosis de coraje y decisión, virtudes que, en el orden cultural, deberían ser traducidas en obras como la creación de buenos centros de formación dotados con excelentes bibliotecas como ayudas y auxiliares necesarios de profesores y estudiantes.

Al hablar de la biblioteca del Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida es preciso aquilatar y rectificar la afirmación de algunos escritores que escribieron que cuando el obispo Torrijos 1legó a Mérida con todo el atuendo de un príncipe de Renacimiento llevó consigo una biblioteca de 30.000 volúmenes. Nunca podría pacer esta afirmación es que bien pensara este punto, pues 30.000 volúmenes son muchos volúmenes para una biblioteca, máxime en aquellos tiempos y en lugar como Mérida. La verdad sobre este particular la ofrecen las palabras del cabildo de la catedral merideña cuando en 1801 afirmó "que, asimismo, existía en aquella ciudad la copiosa librería que condujo el Reverendo obispo don Fray Manuel Candido Torrijos que tiene 2.940 obras. .

Lo que ocurrió fue que algún escritor, redondeando la cifra, escribió 3.000, can­tidad elevada posteriormente por algún otro a 30.000. Un cero a la izquierda de una cifra vale poco, pero su valor cambia considerablemente si se le pone a la derecha de la misma cifra. Y esto es lo que pasó en este caso. En ningún momento la librería de Torrijos superó los 3.000 volúmenes, aproximada­mente lo que tenia la biblioteca del Colegio San Buenaventura cuando To­rrijos llego a la ciudad andina.

 

Suponiendo sin exageraciones, puede escribirse que el total de libros existentes en las distintas librerías de la ciudad de Mérida seria en aquellos años finales del siglo XVIII entre los cinco y los seis mil volúmenes que constituían, realmente, un buen fondo librario, sobre todo teniendo en cuenta la excelente calidad de las obras que había logrado donar a su Colegio Semi­nario el fundador Ramos de Lora.


 

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salieron del Colegio y luego Universidad de Mérida a lo largo del primer siglo de su historia. Es lo mismo que en otros autores podrá leerse con mayor detenimiento192.

Desde los primeros momentos de sus labores fue el Seminario de San Buenaventura el Centro donde sus profesores sembraron en la mente de la juventud los principios humanísticos del saber y dieron a conocer el pensamiento de los mejores filósofos, ampliando, con el correr de los años, sus enseñanzas al campo del Derecho, de la Física y de la Química con todo el cortejo de ciencias humanas 193 Se me antoja que en muchos puntos ganó la vez a su hermana mayor la Universidad de Caracas. Los estudios en la Universidad de Mérida nacieron con empuje de brotes nuevos, fecundados y calentados por todo el inmenso amor seráfico de su fundador el Ilustrísimo Ramos de Lora.

Inauguración del Colegio

No es que estuvieran aún completamente terminadas las obras de acomodo del edificio, peso el anciano y achacoso prelado sentía que las fuerzas físicas se le iban y que el alma buscaba separársele del cuerpo. Antes de morir anhelaba contemplar a sus queridos semina­ristas posesionados del nuevo edificio y así ver cumplidos sus mejores sueños de prelado. Además, existía el temor, no carente de fundamento, de que los funcionarios reales procedieran a hacerse dueños del edificio como de algo perteneciente a los espolios episcopales. Deseaba también el Ilustrísimo Ramos de Lora que sus restos mortales descansasen allí en la capilla del Colegio para impedir, aun con mas fuerza, que el real fisco se apoderara de aquel lugar y de aquella obra que, con tantos sacrificios personales y con tanto desvelo y cariño, había edificado.

Sabre la fecha exacta del traslado de los estudiantes al nuevo local existe una pequeña diferencia entre los autores. Afirmo Ricardo Labastida en su Memoria que la inauguración tuvo lugar el 1º de noviembre de 1790, fecha con la que se han puesto de acuerdo Monseñor Antonio Ramón Silva y otros biógrafos posteriores del prelado.

Por su parte, escribió Antonio Ignacio Rodríguez Picon en sus Apuntamientos que la inauguración ocurrió el día 2 de noviembre.

192.             García Chuecos [75), pp. 153 ss.

193.          Como data curioso no mas de posibles hombres que pudieron haber estu­diado en Mérida, destaco el de aquel merideño citado por Humboldt como mayordomo do la hacienda de Bárbula, constructor de dos grandes maquinas de su propia invención para separar el algodón de su semilla, invento que causó profunda extrañeza en el escritor. (Alejandro de Humboldt: "Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continence". Buenos Aires 1956, tomo 3, p. 131).

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Estas son las palabras de Labastida:

"En la mañana del dia 1 de noviembre de 1790, sintiendo el Señor Lora, por la declinación de sus fuerzas, que se acercaba al termino de su carrera, hizo llamar, a su secretario el señor Doctor don Mateo Más y Rubi y le ordeno que procediese inmediatamente a la bendición de la capilla del Colegio Seminario, torque quiero (le añadió) que mi cuerpo quede sepultado all”. Cuando el señor Masis y Rubi regresó a darle cuenta de estar cumplida su voluntad, le dijo: “0ye bien lo que voy a decirte: Haz que para esta tarde estén preparados los cinco niños que deben entrar de colegiales de San Buenaventura para investirles la beca, pues no quiero dar lugar a que ese edificio sea considerado y confiscado como espolios"*. Y, en efecto, aquella misma tarde invistió la beca en su aposento a los jóvenes Domingo Antonio Pacheco que murió de cura en la parroquia de El Llano de Mérida en 1847, a un niño de apellido Frías, de Guanare, que después tome el habito de Santo Domingo y a su querido Buenaventura Arias que, cuarenta años después, le había de suceder en aquella silla. Respecto a los dos restantes no he podido encontrar la nota en que tenia registrados sus nombres"194".

La concurrencia de todas las autoridades, del clero secular y regular, de todo el pueblo merideño; la solemne consagración del edificio a la causa de los estudios; la investidura de la beca acabada de dar a cinco niños por manos del mismo fundador que ya tenia puesto un pie en el borde del sepulcro, imponía al acto cierto aire de recogimiento y santidad que conmovió a todos los concurrentes. So­lamente el señor Lora, firme con el testimonio de una conciencia pura, satisfecho de su obra, viendo cumplidos sus deseos y premiadas sus fatigas, se conservaba impa­sible en media de aquel gozo, de aquel duelo y de aquella conmoción general. Y subió de punto cuando, después de haber declarado instituido el Seminario de San Buenaventura de Mérida, dio la bendición a sus nuevos alumna y, levantando los ojos al cielo, reveló todo su pensamiento, repitiendo en alta voz la inspirada palabra de Simeón: “Nuns dimittis servum tuum, Do-mine, secundum verbum tuum in pace.”195.

194.          La historia conserva los nombres de todos estos cinco primeros becarios del Real Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida. Fueron Buenaventura Arias, Domingo Antonio Pacheco, Emigdio Briceño, Ignacio Frías y José Hipólito Monsant, casi todos de relieve en la historia posterior. A quien de un modo singular estimaba Ramos de Lora era a Buenaventura Arias, tal vez por recordarle a su dulce doctor San Buenaventura, luz de la Orden Fran­ciscana y maestro seráfico en cuyo honor había bautizado aquel su Seminario. Por Buenaventura Arias sentía el prelado cariño desde los días en que, como simple vendedor de leña, acudía a la ciudad de Mérida a ganarse unos centavitos para sostener a su familia.

Rodríguez Picón escribió en sus Apuntamientos con relación al día 18 de mayo de 1790: "Buenaventura Arias se llama un muchacho de Tabay, cam­pesino, hijo de humildes labradores. Enviado por su padre, venia a vender leña al Seminario y el señor Lora le tomó a su cuidado para darle educación. Rasgos como este son frecuentes en el obispo". (El apellido Picón en Vene­zuela, [4].

Otra muestra de estos frecuentes rasgos a que alude el escritor es el caso de Tadeo Montilla, expósito, enviado al Ilustrísimo obispo por el clérigo don Nicolás José Montilla y admitido a/ Colegio Seminario. (Chalbaud Cardo­na [55), roma 1, pp. 240-259).

195.             Confundido en este momento, debo confesar que no puedo aquilatar la fuen­te exacta de esta cita de Labastida. Originalmente trabaje este articulo en

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Frente a este relato pormenorizado y un tanto poético de Labastida tenemos las palabras escuetas y precisas de Antonio Ignacio Rodríguez Picón: "2 de noviembre de 1790: Los seminaristas se han mudado al edificio nuevo del Colegio, hermoso edificio fabricado a expensas del señor Lora.

Al mediodía, en acto solemne, se pusieron las becas y los mantos, blancas las primeras, bordadas en campo azul con el escudo del señor Lora, fundador del Seminario.

Este mismo escudo se ha grabado en alto relieve y en mampostería sobre el marco del portón del edificio. También en gruesas planchas de cobre que adornan las hojas del mismo portón” 196.

Ambos autores están acordes en afirmar la asistencia de las autori­dades y de una gran cantidad de gente al acto de la inauguración lo que, ya de por si, casi obliga a admitir que la celebración tuvo lugar en los amplios salones del nuevo edificio del Colegio Seminario.

Aun cuando Labastida afirma que la investidura la realice el obispo en su aposento, debe entenderse aposento en el sentido de que el ilustre prelado residía en aquellos momentos en el nuevo edificio a donde se habla trasladado en el mes de mayo anterior.

Escribió Labastida que el acto tuvo lugar por la tarde, al paso que Rodríguez Picón afirmo quo fue al mediodía. En este casi insignificante detalle me inclino a favor de este último, por lo mismo que su obra escrita día a día convence de una mayor exactitud en los pormenores. Por su parte, da la impresión Labas­tida de que escribía algún tiempo después de ocurridos aquellos sucesos y que lo hacia con cierta imprecisión como efecto del tiempo transcurrido, como parece demostrarlo el hecho de no recordar los nombres de dos estudiantes becados aquel día de la inauguración del Colegio Seminario.

Por su parte, Rodríguez Picón ha dejado hartas constancias do la exactitud en todos sus apuntamientos. Mi convicción es que la fecha de imposición de becas fue el día 2 de noviembre de 1790. Podría admitirse que el traslado de los colegiales al nuevo edificio se haya operado el día 1 y la imposición de becas, el día 2. Esto mas a que pueden dar lugar los datos.

Labastida escribe quo la inauguración del Colegio Seminario tuvo su ceremonia y fecha aparte. "El 8 siguiente, el presbítero bachiller Mateo José Mas y Rubi, secretario del obispo, y con poder de este, hizo la canónica erección del Seminario e instalo sus clases"197'.

Venezuela donde hice esta y otras citas. En mi viaje a España donde ahora doy cima a este trabajo me encuentro que mis apuntes han sufrido algún traspa­peleo y esta cita ha sido objeto y victima de ello.

196.             E1 apellido Picón en Venezuela" (4).

197.             Debo repetir Io apuntado en la nota 195.

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Ya con ello estaba todo en marcha. Ahora si que el eminente pre­lado Fray Juan Ramos de Lora podía morir tranquilo y, antes de morir, exclamar: "Ahora, Señor puedes dejar a su siervo en paz".

Y en la paz del Señor se murió a las pocas horas de aquel postrer acto de afirmación de su gran voluntad y empeño. Hasta pudiera haber sido la plenitud del gozo la que termino con los ya débiles restos de vida que quedaban en aquel cuerpo, otrora vigoroso y ahora rendido por el trabajo.

Enfermedad del Ilustrísimo Ramos de Lora

La principal enfermedad del primer obispo de Mérida fueron los años y los muchos y arduos trabajos que, durante su vida, había soportado en medio de unas condiciones siempre muy poco favo­rables Los 16 años transcurridos en la Misiones de Sierra Gorda con un clima insano y los cuatro transcurridos en las Misiones de la Baja California con un clima mas insano aún habían ido minando su fortaleza física de su cuerpo. Salió enfermo de Nueva España y sus enfermedades, en vez de disminuir, fueron acrecentándose hasta el extremo que dejan traslucir sus palabras al rey en carta de 19 de diciembre de 1789, un año antes de su muerte"198. Tenia 68 años de edad y algunos meses cuando la muerte le sorprendió soñando aun mayores aumentos para su Colegio Seminario de Mérida.

Existe un documento parcialmente transcrito y publicado por Chal­baud Cardona en el que hicieron constar el deán y cabildo de la iglesia catedral el 14 de junio de 1804 "que el primer prelado de esta diócesis don Fray Juan Ramos de Lora, aunque vivió poco mas de cinco años en esta ciudad, no le permitieron sus achaques y grosura de cuerpo salir de esta ciudad. Y, aunque era bien la­borioso, según manifiestan sus papeles, apenas pudo visitar la ciudad de Maracaibo al paso, esta y la parroquia de Ejido donde fue con muchos trabajos, sin embargo de lo bueno y corto del camino. Su principal achaque de que falleció fue la hidropesía. Y tenia también unas llagas en las piernas que le imposibilitaban montar a caballo"199.

198.             "Fray Juan Ramos de Lora" (1), p. 239.

199.             Chalbaud Cardona (55), tomo 1, p. 129. Que las enfermedades no le permi­tieron salir de la ciudad de Mérida, el mismo prelado lo confirma en su carta de 19 de diciembre de 1789 al manifestar los deseos que había tenido de abandonar la ciudad y todos los pueblos de la jurisdicción del gober­nador Primo de Rivera para verse libre de los muchos vejámenes de que era continuamente objeto, y aducir como razón que se lo había imposibilitado "la aspereza de los caminos y sobrevinientes  indisposiciones de salud" (Ob. cit., p. 252).

Respectó a las razones que le imposibilitaron realizar la visitas canónica a que había dado comienzo en Maracaibo al poco tiempo de su llegada a la ciudad, explica en la misma carta que no fue tanto la enfermedad cuanto

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Muerte del Ilustrísimo Ramos de Lora

La muerte, con sentido de hermana, temerosa de causar algún sobresalto, fuese acercando paulatinamente hasta el lecho del ilustre enfermo. Fue el suyo un morirse con plena lucidez de lo que en su derredor estaba ocurriendo. De las preocupaciones que de este mundo pudieran retenerle un poco, era su Colegio Seminario la única que seguía acuciando su mente en los últimos momentos. Horas antes de su fin cuéntase que llamó al mayordomo Juan Moreno al que pregunto: "¿Esta pagado el pan de hoy? --Si, Ilustrísima, accedió el mayordomo; todo esta pagado. —¿Cuanto queda de fondo?, insistió el prelado. —Seis reales, contesto el mayordomo. La marcha de los haberes del Seminario no era muy satisfactoria, en verdad, Esto hizo exclamar, ya con voz trémula, triste y apagada, al prelado: "Se acabo el obispo. Se acabó la mitra. Se acabaron las  rentas. Se acabó  todo". Y concluye Roberto Picón Lares: "En verdad, así era. Todo se había acabado. Todo lo que es perecedero y transitorio. Quedaba lo ideal, Quedaba lo eterno. Quedaba San Buenaventura inscrito con letras de oro en la historia de laz civilización venezolana"200

Pero Fray Juan Ramos de Lora moría contento y tranquilo. Iniciá­base el despertar de la ciudad de Mérida aquella mañana del 9 de noviembre de 1790 cuando el vigilante prelado, como buen hijo de Francisco de Asís, abrazaba a su hermana la muerte que llegaba a visitarle. Eran las seis y tres cuartos de aquel amanecer triste para la ciudad de Mérida que nunca se había resignado a un desenlace tan doloroso, aun cuando era sabedora de las enferme­dades y del lento morir que venia soportando su obispo protector al que había llegado a querer de veras. Así testimonia todos estos detalles Rodríguez Picón en sus Apuntamientos: "9 de noviembre de 1790. A las seis y tres cuartos de la mañana murió el obispo Lora, primero de la diócesis de Mérida. La ciudad entera lamenta la muerte del virtuoso y sabio prelado" 201 Así fue de escueta,

 

 

 

 

las incalificables oposiciones que le habían hechos los gobernadores de Maracaibo tal punto increíble habían llegado estas que el prelado manifiesta que ni a salir de su casa se atrevía para ir a la iglesia catedral.   (Ob.     cit.,p. 251). Ya en otra carta anterior de 14 de agosto de1789 había manifestado al rey que consideraba imposible poder realizar la visita por la falta de todo apoyo que le negaban !as autoridades.(Ob. cit.,p.245).

200.             Pala bras tomadas de El Vigilante (132).

201.          "El apellido Picón en Venezuela [4}. Los hijos de Mérida estarían muy conscientes de los grandes beneficios de que eran deudores al prelado que no había dejado ni un momento de trabajar en pro del progreso y bienestar de la ciudad. Un hijo ilustre de la Universidad de Mérida, Pedro Rincón Gutiérrez, alga expreso a este respecto cuando escribió: “¿Quien fue, pues, para Mérida el Ilustrísimo Señor Fray Juan Ramos de Lora? — El fundador de la Universidad. — ¿Que ha sido la Universidad para Mérida? - Su más alto blasón. — Al contemplar restrospectivamente el panorama espiritual de de esta ciudad de los Caballeros, las laces que la iluminan emergen do la

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lacónica y lapidaria su frase digna de figurar en el monumento del claro obispo. El prócer merideño no quiso hacer mas alarde de palabras al anunciar la muerte de su amigo.

La hora exacta de la muerte esta también testimoniada por el clérigo rector de la iglesia catedral, Luis Dionisio de Villamizar, en el acta de defunción y entierro del prelado que luego veremos. Los clérigos mas allegados al prelado —no podría faltar su insepara­ble secretario Más y Rubí, fiel servidor desde los días del arribo de Ramos de Lora a Maracaibo— atendieronle con todo esmero en las postreras horas, celando con cuidado el estado del ilustre enfermo a todos los vecinos e incluso a las autoridades no se sabe bien por que razones. Con fecha 24 de diciembre comunicó el te­niente justicia de Mérida los resultados de sus gestiones a la real Audiencia de Caracas lamentando la ocultación que los clérigos le habían hecho del estado y de los postreros momentos de Monseñor Ramos de Lora. "Don Juan Nucete, teniente justicia mayor de esta ciudad de Mérida, con el mas profundo y debido respeto, de parte a vuestra alteza de haber fallecido en esta ciudad vuestro venerable obispo don Fray Juan Ramos de Lora, de esta dieciséis, a las seis y tres cuartos de la mañana del día 9 del mes que acaba, sin que, hasta el instante de su óbito, pudiese yo ocupar con las guardias la casa episcopal para precaver las ocultaciones y substracciones, a causa de que el amor de su provisor, secretario y familiares ocultaban el deplorable estado con que caminaba a su ocaso, dicien­do siempre que estaba mejor y más alentado, a que contribuyó el habérsele administrado de secreto los santos sacramentos de la eucaristía y extrema unción"

Este celo con que los clérigos ocultaron el estado de gravedad del Ilustrísimo Ramos de Lora demuestra los temores que tenían de una prematura intromisión de las autoridades civiles, la que hubiera sido efectiva, como lo demuestran con claridad y evidencia las palabras del teniente justicia mayor que, acusaba a los clérigos de haberle impedido con su conducta ocupar con guardias la casa episcopal al objeto de evitar unas supuestas y soñadas sustrac­ciones y ocultaciones. Todas estas sospechas nacían en el teniente justicia mayor de su inconcebible opinión de que el prelado tenia mucho dinero, como claramente lo manifiesta en sus palabras: "No

Universidad desde el primitivo Seminario hasta el ayer cercano y del ayer cercano hasta el momento actual... ¿A quien se debe este movimiento, esta inquietud adolescente que ha hecho de Mérida la ciudad del interior donde con mas vigor se esta plasmando el porvenir de Venezuela en medio de un desbordamiento inusitado? — A la Universidad de los Andes. A la obra in­marcesible de Fray Juan Ramos de Lora... La Universidad ya no vive de Mérida, sino, par el contrario, Mérida vive por la Universidad. Y es Ramos de Lora quien, con su obra, la sostiene". (Texto tornado de El Vigilante. Mérida, 24 de agosto de 1972 y publicado en mi obra "Fray Juan Ramos de Lord' [11, pp. XVII-XVIII).

202. "Fray Juan Ramos de Lord” (11, p. 363.

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se ha encontrado dinero alguno a vuestro obispo difunto, aunque se creía tener bastante; y, a su debido tiempo, se hará la posible indagación en este particular".

No parecía estar satisfecho el teniente justicia con no haber hallado el dinero que sospechaba en poder del prelado y prometía poste­riores indagaciones sobre el particular. Y me pregunto ¿como podría ser posible que el prelado pudiera tener aquel supuesto dinero cuando tantas cantidades había invertido en todo género de obras en beneficio del Colegio Seminario y en beneficio de muchos sa­cerdotes a los que había pagado todos los gastos de su manteni­miento en el Colegio y los de sus viajes a sus respectivos curatos, sin olvidarse de ayudarlos aun después de hallarse establecidos en ellos ... ? De todos estos extremos muy bien pudiera estar informado el teniente justicia mayor, por lo que resulta mucho más increíble aquella infantil credulidad en unos tesoros que únicamente en su animo pudieran tener cabida.

Los posibles temores de los clérigos vinieron a tener plena confirmación en la rigurosa conducta del ministro real que se quejaba de las competencias que aquellos presentaban a su. actuación, "Estoy atendiendo en los inventarios de espolos en los que me han sus­citado algunas competencias, obstáculos y dilatorias vuestro cura, previsor que fue, como juez eclesiástico, el secretario que tuvo vuestro obispo y el presbítero don Francisco Antonio Martos, Maestro de latinidad con nombre de Vicerrector, tan infundados y des­medidos como lo vera la soberanía de vuestra alteza cuando lleguen los autos a vuestras reales manos" 203

La conducta del teniente justicia mayor venia a dar toda la razón a los temores que hubieran podido abrigar aquellos clérigos, escar­mentados ya por la secuencia de anteriores acontecimientos, Por si fuera necesario citar un hecho para demostrar la falta de escrúpulos que manifestó el real ministro y su excesivo rigor al momento de realizar los espolios del difunto prelado, valga lo ocurrido con las vestiduras sagradas que este tenia destinadas para curatos pobres y carentes de lo mas elemental. En carta de 21 de .junio de 1790 había aludido el prelado a estas vestiduras y ornamentos al decir: "Las iglesias están en la misma o peor miseria, carentes, no soloo de ornamentos convenientes, sino aun de los más nece‑

203.     0b. cit., p. 363. Para convencernos, una vez mas, de como en nada había tenido la culpa el Ilustrísimo Ramos de Lora en las infinitas incidencias que le habían suscitado aquellos puntillosos ministros reales durante los años de su corto pontificado, véase como ya inmediatamente después de su muerte comienzan a meterse con los clérigos responsables de la marcha del obispado. Si antes habían pretendido observar la cocción de los rábanos en la olla del prelado, lamentábase ahora de no haber podido mediatizar su muerte y amenazaban con inspeccionar hasta su ataúd por si llevaba ocultos allí los supuestos tesoros de que le suponía poseedor el teniente justicia mayor.

 

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sarios; y tanta que no he cesado de ir ocurriendo desde mi llegada a este obispado con lo que me ha sido posible a tales iglesias. Y, para este efecto, actualmente tengo doce ornamentos hechos a mi costa sólo con el fin de darlos a los lugares donde mayor es la necesidad, poniendo a vuestra majestad par prueba que en el curato que comprende los dos pueblos de indios de Guaraque y Pregonero (casi un día de Camino distante uno de otro) solo había una casulla, una ara y un cáliz, aún sin lo interior de la copa dorado (y así lo demás) para administrarse con solo esto ambos pueblos" 204.

La muerte sobrevino al prelado sin haber hecho el reparto de estos doce ornamentos a que hizo alusión en su carta al rey. El teniente justicia mayor los hizo objeto de espolio como cosas vendibles. Y, aun cuando a vista de la oposición de los clérigos que hicieron argumento con estas palabras del prelado en su carta, el teniente justicia se avino a formalizar el correspondiente expediente, denegó finalmente esto que con tanta razón se le había pedido por tratarse de algo que había tenido un destino ya fijado en la voluntad del difunto prelado”205.

No interesa seguir las incidencias ocurridas con motivo de los espolios realizados por las autoridades civiles sobre los bienes del difunto obispo. Al hablar de la biblioteca donada por el al Cole­gio Seminario y de las existencias librarías en la misma, al momento de su muerte, ya dejo escrito algo, repitiendo únicamente los datos relativos al espolio, aducidos ya en la obra donde he recopilado al­gunas cartas y documentos relativos a la vida y actuación del ilustre prelado al frente de la diócesis merideña206. Per lo demás, es este un punto que considero póstumo y un tanto alejado ya de la vida del Ilustrísimo Ramos de Lora.

Entierro en la capilla del Colegio

Al conocerse la muerte del Ilustrísimo Ramos de Lora la ciudad entera sintió estremecimiento de dolor. Rodríguez Picón tomó ese día la pluma para llorar la muerte del que debió ser su amigo y escribió: "La ciudad entera lamenta la muerte del virtuoso y sabio obispo". Con estas palabras reiteraba aquellas otras escritas en otra ocasión: "Varón de virtudes notables, bondadoso y progresista es el señor obispo Lora”207. En fin, la muerte había privado a Mé-

 

204.             Ob. cit., p. 257.

205.          El correspondiente documento a este expediente aludido hallase en 7 folios en el Archive Arquidiocesano de Mérida, Sección Seminario, Legajo 2. La fecha en que el teniente justicia mayor denegó esta petición a los clérigos fue la de 16 de junio de 1791. De este punto ya dije algo en mi obra "Fray Juan Ramos de Lora"    (p. 360.)

206.             "Fray Juan Ramos de Lord' [1].

207.             "El apellido Picón en Venezuela' [4].

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rida del mejor de sus protectores y del hombre que había puesto las bases de su futura grandeza espiritual e intelectual.

La ciudad entera desfilo en aquellas horas por el edificio del Colegio donde estaba expuesto en su capilla ardiente el cuerpo difunto del querido prelado. Aquella plaza mayor, la de los grandes acontecimientos cívicos, la misma donde la multitud se había apiñado jubilosa aquel 26 de febrero de 1785 para ver llegar a su obispo, animábase nuevamente en esta mañana del 10 de noviembre de 1790 con una multitud que circulaba silenciosa y meditabunda. Los caballeros —siempre Mérida fue y seguirá siendo la ciudad de los caballeros— vestidos aquella primera vez con todo el atuendo de sus vestimentas festivas, acudían ahora con el dolor en sus rostros y el luto en sus vestidos. También las damas atravesaban pisando las Lajas de la plaza mayor tocadas sus cabezas con negras mantillas españolas.

Todos fueron reuniéndose allí junto al edificio del Colegio en el que penetraron cuantos pudieron. En la capilla del mismo Colegio, convertida esta vez en capilla ardiente, fueron entrando las autoridades eclesiásticas y civiles, la clerecía y los numerosos miembros del clero regular. Al frente del cabildo secular y en lugar preferente asistía el teniente de gobernador. Los maceros del ayuntamiento rodeaban al fúnebre catafalco sobre el que descansaban los restos sagrados del ilustre prelado revestido esta vez con todo el atuendo do sus vestes episcopales, porque así lo habían querido sus sacer­dotes que tanto le amaban. Como cortejo de honor estaban allí, rodeando el cadáver, los alumnos del Colegio. Y entre ellos y como nota tierna y significativa, destacaban  estudiantes becados, investidos pocos días hacia por el mismo prelado con sus becas blancas sobre las que, en estos momentos, campaban los negros apliques de crespón en señal de duelo.

El mas profundo de los silencios reinaba cuando la clerecía dio inicio con entonación solemne al canto de la salmodia del Oficio de Difuntos, de acuerdo con las ritualidades prescritas por el Cere­monial de Obispos. Seguío la Misa de funeral por el eterno descanso del santo, sabio y amado obispo. Era la primera misa que se cele­braba en la nueva capilla, segue lo lace destacar Rodríguez Picón. Sonó el útltimo Requiescat in pace pronunciado, tal vez con voz tem­blorosa, por el Vicario General de la diócesis y cura rector de la iglesia catedral, Luis Dionisio de Villamizar. Había 1legado la hora de la inhumación de aquellos sagrados restos en el lugar escogido por el mismo prelado, uno de cuyos últimos ruegos fue que se le enterrara en la capilla de su Colegio. Y sus deseos y ruegos fueron cumplimentados sin ninguna oposición y sin ninguna clase de mo­numentos funerarios que e1 no había pedido. Fue enterrado humil­demente, como había vivido, allí en medio del presbiterio de la capilla junto al altar mayor porque así había sido la voluntad. del propio obispo. La donación de su cuerpo fue la postrera que

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el Ilustrísimo Fray Juan Ramos de Lora hizo a su Colegio Semi­nario. Y los restos de su cuerpo siguen todavía allí en lugar hay no identificado esperando el día de la resurrección final.

De regreso a su casa y sin querer extenderse en palabras escribió en su diario Rodríguez Picón este apuntamiento lacónico, como todos los suyos: "10 de noviembre de 1790. Entierro con gran pompa del señor Lora. Con tal motivo se han celebrado las primeras misas en la capilla del edificio nuevo del Colegio Seminario. El cadáver fue depositado en el prebisterio de la misma capilla"208..

Por su parte, también el cura enterrador y encargado de la anotación oficial en los libros parroquiales escribió: "En la ciudad de Mérida a 10 de noviembre de 1790 yo el doctor Luis Dionisio de Villamizar, cura rector de esta santa iglesia catedral y ex-Provisor, Vicario General de esta diócesis, di sepultura al cuerpo difunto del Ilustrísimo señor don Fray Juan Ramos de Lora, del Consejo de su majestad, dignísimo obispo de este obispado de Mérida de Maracaibo, que murió el día de ayer a las seis y tres cuartos de la mañana, recibidos los cantos sacramentos con todas las demas prevenciones cristianas. Y, conforme a la disposición de su Señoría Ilustrísima, fue sepultado su sagrado cuerpo en medio del prebis­terio de la iglesia del Colegio Seminario Conciliar que fundó, con Misa, Vigilia y demás ritualidades que prescribe el Ceremonial de Obispos, asistiendo a todo el clero secular y regular, el cabildo secular, con un crecido numero de feligreses. De que doy fe. Doctor don Luis Dionisio de Villamizar" 209.

Estado del Colegio Seminario a la muerte de su fundador

Conocía perfectamente el Ilustrísimo Ramos de Lora el mal estado de su diócesis en lo que a elementos preparados se refería 210. 'pal

208.               "El apellido Picón en Venezuela" [4].

209.             Publicaron este documento Rambo Antonio Silva, Documentos para historia de la diócesis de Mérida, t. 1, p. 235; Chalbaud Cardona, (55), t. I, p. 111; 0. Gómez Parente, Fray Juan Ramos de Lora, (1). Con todos los datos de la descripción detallada del Colegio que hizo Juan Moreno y con este de haber sido sepultado el sagrado cuerpo del Ilustrísimo Ramos de Lora "en medio del presbiterio de 14 iglesia del Colegio" existirían los suficientes detalles para localizar, con suficiente exactitud, el lugar donde reposan los restos. Esto lo apunto por si algún día se pensara en la posibi­lidad de rescatarlos para colocarlos en algún sitio apropiado que muy bien pudiera ser la nueva catedral donde reposan los restos mortales de sus suce­sores en la sede emeritense.

210.             Entre las varias ocasiones en que aludió a la escasez de elementos que pu­dieran secundarle y ayudarle en su obra de dar impulso a la fundación y puesta en marcha del obispado, cabe aludir a sus palabras en carta de 14 de agosto de 1789: "Ni en esto solamente consiste el único motivo por qui no se ha efectuado la visita del obispado, sino también por la suma carencia que se experimenta de ministros aptos y de las calidades de derecho en quien poder comisionarla, siendo de advertir que en soda la diócesis no hay un eclesiástico graduado en derecho, expedito para tan recomendable ocupación". (Ob. cit., p. 245). Algo parecido había escrito en otra carta de 5 de agosto de 1786 publicada en mi obra aludida. (Oh. cit., p. XXXII).

 

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vez haya sido esta la principal razón de haberse reservado para si el oficio de Rector del Colegio Seminario para, de este modo. poder mejor vigilar e impulsar la marcha del mismo. Sucediole a su muerte como Rector el doctor Luis Dionisio de Villamizar, nombrado también vicario capitular (encargado de la diócesis) por el gobernador del obispado de Santa Fe en sede vacante. A este sustituyo desde el 3 de julio de 1792 el licenciado Hipólito Elías González que también le sustituyo en el cargo de gobernador del obispado por renuncia de aquel. Permaneció en el puesto pasta el 29 de abril de 1795, fecha en que el transfirió este cargo en el doctor Juan José Mendoza el 22 de mayo siguiente 211.

En el oficio de Vicerrector continuo todo este tiempo el presbítero Francisco Martos, al menos, hasta el momento de la reorganización dada al centro por Hipólito Elías González en 1795 211. Respecto de la marcha de las clases en el Colegio, reitero lo es­crito anteriormente, que las de latinidad y Teología Moral funciona­ron desde los primeros momentos de su fundaci6n en 1785 y las de filosofía desde octubre de 1786, prosiguiendo todas tres, sin solución de continuidad hasta 1795.

La asignación de paga que se daba a los directivos y maestros fue y siguió siendo anualmente de 125 pesos al Vicerrector, al maes­tro de latinidad y al Lector de Artes, a cada uno de ellos, y 50 al Lector de Teología Moral 213.

Respecto del número de alumnos nunca fue de tal volumen que pudiera pensarse en un centro de formación de nuestros dias. Creerlo asi seria vivir fuera de la realidad. Por lo demás, había ido reduciéndose un tanto aquel numero por razones que, en parte, trató de explicar el mismo Ilustrísimo Ramos de Lora. Una de ellas fueron las numerosas ordenaciones sagradas que el había ido realizando a fin de lograr el suficiente numero de clérigos que pudieran aten­der los muchos curatos del obispado que carecían de auxilio espiritual. Ya en carta de 4 de diciembre de 1786 informaba que apenas si quedaban candidatos a recibir las ordenes mayores, al menos, por el momento. "Ni de ellos hay quienes, al pronto, pue­dan recibir ordenes mayores, porque los que estaban en mediana disposición, ya los he ido habilitando para la necesaria administración de muchas feligresías que, absolutamente, se hallaban sin mi­nistro y expuestos sus moradores, como frecuentemente acontecía, a morir sin sacramentos; de las cuales aún me han quedado muchas otras por proveer, que, por mas que demandan este consuelo es­piritual, no han podido ser socorridas, según exigía su necesidad por razón de la misma falta insinuada de ministros. Y los que han

 

211.               Consta este data en. Chalbaud Cardona [55], tomo 1, p. 284.

212.               Aun era Vicerrector en 1794 según se deduce del documento citado por Chalbaud Cardona, 1.c., p. 279.

213.               Consta este data en el documento transcrito por Chalbaud Cardona, 1. c., p. 279.

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quedado, o no tienen edad suficiente para el sacerdocio o carecen de toda instrucción. Y para que la alcancen, los mantengo a mi costa en la Casa de Estudios que he erigido en esta ciudad, como antes tengo manifestado a vuestra Excelencia" 214.

A pesar de todo lo que manifestó en la aludida carta, no era tan bajo el número de estudiantes, al momento de la muerte del Ilustrísimoo Ramos de Lora, como pudieran hacerlo creer también las palabras un tanto interesadas del cabildo eclesiástico de Mérida de fecha 6 de setiembre de 1808 en que afirmaron que "cuando murió el Ilustrísimo señor Lora, su primer fundador, solo quedó a casa con cuatro o cinco colegiales y dos cátedras, una de gramática y otra de filosofía...”215.

Poco antes de su muerte afirmo Ramos de Lora en carta de 13 de julio de 1790 que el numero de estudiantes, entre las tres cátedras de Teología Moral, Filosofía y Latinidad era de 39 y de ellos remitió a la corte las copias certificadas y firmadas por cada uno de los maestros.

Bien sabido es que a la hora de su muerte invistió el mismo prelado a los primeros cinco becarios la insignia o beca que los distinguía como tales. Y no es del caso analizar como no debe ser confundido becario y estudiante. Si los becarios eran, en aquel momento, cinco, estudiantes podrían ser un número muy mayor. Fuera de los becarios muy bien podrían existir y de hecho existían otros cuyos estudios eran pagados por sus familiares. Concluyamos, pues, afirmando

214.               "Fray Juan Ramos de Lord' (11), p. 203.

215.               Antonio Ramón Silva: "Documentos para la historia de la diócesis de Mérida", tomo 1, p. 170.

Para convencer la falsedad del anterior aserto quiero acudir a los documentos originales existentes aun en el Archivo, Arquidiocesano de Mérida. Concretamente existe un "Quaderno que expresa el número de los individuos que se mantienen cada mes en el Colegio Seminario..." Comienzan las cuentas en enero de 1788 y, según ellas, hubo en enero, 19 alumnos; en febrero y marzo, 18; en mayo y junio, 17; en julio, 15; en agosto, 14, en setiembre, 15; en octubre, 16 y en noviembre y diciembre, 15. En los meses del alto 1789 el número corrió de la siguiente manera: Enero y febrero, 19; marzo, 17; abril y mayo, 19; junio, 18; julio y agosto, 20; setiembre, 17, octubre, noviembre y diciembre, 18. Los meses de 1790 corrieron en la forma siguiente: Enero, 17; febrero, marzo, abril y mayo, 16; junio 17; julio, 16; agosto, 18; setiembre, oc­tubre y noviembre, 20 y diciembre, 19.

Después de esta especificación, podría afirmarse que, al momento, de la muerte del fundador, tenia el Colegio el mayor número de alumnos conocido du­rante los tres altos analizados. Y es preciso advertir bien que los 20 estudiantes existentes eran únicamente los que se alimentaban en el Colegio, sin contar, por supuesto, los otros que acudían, sin duda, y no figuran en esta lista.

El documento de que me he valido conservase en AAM. Sección Seminario, Carpeta 1. En el aparece, además, la cuenta global de los gastos según la cual en 1788 quedó un remanente de 410 pesos y medio real; en 1789 quedó remanente de 294 pesos y en 1790 hubo de gastos 1.513 pesos, 5 reales y 27 maravedís y de ingresos 1.141 pesos, 4 reales y 7 octavos con un alcance final de 272 pesos y un real.

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que, al momento de la muerte de Ramos de Lora, existían sin duda un numero superior al de 40 estudiantes, por concretarnos al numero que el mismo señalo en su carta.

Parece que, después de la muerte de Ramos de Lora, conoció el Colegio algún bajón en su marcha disciplinaria, según queja velada que formulo en 1794 el colector general del tres por ciento. "Las instrucciones y demas documentos pertenecientes al estableci­miento y formalidad del Colegio están a cargo del Vicerrector o sujeto que lo gobierna, de cuya sustanciación esta ignorante el que informa, aunque esta advertido del poco método y gobierno que allí se observa con desprecio del señor fundador y su buen gobierno para dirigir la buena crianza y educación de la juventud" 216.

Sin embargo, en el ano 1795 constato el reformador Hipólito Elías González aumento en el numero do estudiantes cuando dijo: "Habiéndose aumentado el número de estudiantes y esperando que, cada día, se aumente..." 217

Materias que se estudiaban en el Colegio Seminario

En el momento de la, muerte del Ilustrísimo Ramos de Lora las materias que se cursaban en el Colegio eran latinidad, filosofía y teología moral. De estas tres no existe duda alguna. No había tomado el progresista prelado "providencia de otras clases mayores por haber ahora cos de filosofía solo concluido el primer año y estar próximos a entrar en el segundo". Así escribía en carta de 13 de julio de 1790 218.

Los vuelos del deseo del santo fundador fueron mucho mis am­plios, abarcando el plan de poner Estudios Generales en su Colegio Seminario, Esto lo dejan fuera de toda duda las palabras de su carta de 21 de abril de 1787: "Suplico a vuestra Excelencia se sirva hacer presente a su majestad Católica esta mi sumisa repre­sentación para que, en su vista, se sirva expedir, con forme sea de su soberana voluntad, la real aprobación de Seminario tridentino .. . y para que las clases de Teología, Derecho Canónico y Real y de otras ciencias que, en lo sucesivo, se pudiesen ir erigiendo y esta­bleciendo, conforme la necesidad que haya de ellas y sus propor­ciones, tengan el mismo valor y derechos que las que, al presente, haya fundadas, y el tiempo empleado en los estudios de unas y otras valga en cualesquiera Universidades y Audiencias para la recepción de grados y meritos, de la misma suerte que en cos demos Colegios erigidos con la real aprobación, como lo espero de la real piedad por el bien de sus vasallos en que conocidamente revierte esta obra a que, por lo mismo, he dedicado mis mayores esfuerzos" 219.

216.               Chalbaud Cardona [551, Como 1, p. 278.

217.               Ob. cit., p. 284.

218.               "Fray Juan Ramos de Lora" (1), p. 261.

219.               Ob. cit., p. 213.

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La contestación a esta carta del prelado se retardó, coma se retar­daban todas las demás respuestas que deberían recorrer las distintas oficinas cancillerescas de la corté para su definitiva aprobación. Cuando el real documento con unas concesiones tan amplias —nunca el misino Ramos de Lora habría sonado que pudieran serlo tanto ­llegó a Mérida va el prelado era muerto. El monarca había conce­dido todo lo que pudiera ambicionar el más ambicioso de los vasallos. Y, después de haberlo concedido todo, aun añadió: "Con­cediendo, asimismo, a sus estudios que, por vía de filiación o agregación a la real Universidad de Caracas, que es la más inmediata... se admitan los cursor ganados en el, para que, en su virtud, puedan recibir los grados correspondientes a sus facultades, con arreglo a sus Estatutos..."220.

Las anteriores palabras de la real Cedula de 20 de marzo de 1789 ponen ya a la vista el próximo paso que hubiera dado y, sin duda, hubiera logrado el incansable obispo Ramos de Lora. Ese paso seria pedir para su Colegio Seminario San Buenaventura el reconoci­miento de Universidad con todas las preheminencias que tenían las demás de su rango. El que la muerte no le haya permitido dar este paso, no merma en nada su gloria de fundador.

Hasta 1795 siguieron las clases en el Colegio Seminario sin innova­ción alguna, aumentando algunas veces a dos la clase de latinidad en atención al mayor número de estudiantes que asistían a ella. En documento del 22 de mayo del citado año 1795 dejó definitiva­mente en funcionamiento las dos clases el reformador Hipólito Elías González: "Habiéndose aumentado el número de estudiantes y esperando que cada día se aumente, erigirnos y establecemos dos preceptorias de gramática...221.

Al frente de la cátedra de Filosofía continuo, al menos pasta 1795, Francisco Calles, según se deduce de las palabras del mismo refor­mador que escribió: "Hasta el presente se han leído los cursos de Filosofía por el bachiller don Francisco Calles a quien se había señalado la renta de 125 pesos con ración y habitación en el Seminario..."221.

El hecho de que el reformador no haya proveído nada en aquella ocasión, Hace creer con casi absoluta certeza quo el mismo catedrático Francisco Galles continúe) en el ejercicio de su cátedra por entonces, "atendido el corto número de sujetos que puedan desempeñarla" 222

Las clases de Teología, que el fundador no había considerado necesarias por carencia de alumnos, comenzaron a tener vigencia a partir del 6 de noviembre de 1793, a cargo del canónico magistral

220.               "Fray Juan Ramos de Lora" [1], p. 215.

221.             Chalbaud Cardona (55), tomo 1, p. 284.

222.             Chalbaud Cardona (55), tomo 1, p. 285.

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doctor Juan Marimón Enríquez la cátedra de Prima y del doctor Luis Ignacio Mendoza la de Vísperas. El primero aun continuo con su cátedra después del 22 de mayo de 1795 al paso que el segundo la frecuentó solo hasta el día 4 de mayo del mismo ano, fecha en que fue promovido al curato de Barinas y seguido en el mismo oficio por su hermano Juan José Mendoza, Rector del Co­legio .

Fue en 1795, cuando el reformador Hipólito Elías González creo dos cátedras, la una de Derecho Civil y la otra de Derecho Canónico, poniendo así en ejecución los deseos y planes del fundador. "Las intenciones del fundador fueron poner Estudios Generales para que los estudiantes pudiesen aplicarse a aquellas ciencias que mas le acomodasen, y así lo propuso a su majestad que también hubiese clases de Derecho... Y aunque hasta el presente, par el corto numero que ha habido de estudiantes, no se han establecido cátedras de Derecho, experimentándose, en el día, que va creciendo su numero y que dentro de poco tiempo sean necesario estable­cerlas y poner catedráticos para que puedan estudiar esta facul­tad los que tengan inclinación a ella y que muchos se apliquen, concluida la Teología, a estudiar los Cánones, a, al contrario; para cuando llegue el caso, establecemos y erigimos dos cátedras de Derecho, la una de Civil... y la otra de Derecho Canónico .. . y le señalamos a cada uno de los catedráticos que fuere, 150 pesos que se satisfarán también de las rentas del Seminario"224.

Según lo hace constar el reformador, la clase de Teología Moral había ido a menos, por lo que había sido necesario suprimirla en aquellos mismos días de 1795. "La clase de Moral Practica, que es de las mas principales y útiles y que hubo desde la creación del Seminario, se considero, en este tiempo, como cosa inútil por falta de oyentes, pues uno u otro que concurría, no prometían las mayores ventajas, ni aprovechamiento, por cuyo motivo se supri­mió. Y, aunque en el día versar las mismas circunstancias, coma quiera que, en lo sucesivo, será de utilidad, erigimos y establecemos una clase de Teología Moral... reservando su provisión para cuando lo pida la necesidad" 225.

Los cargos de colector y administrador del Seminario fueron ane­xados en 1795 por el reformador al de Rector del mismo centro. En el citado documento hace constar la dejación de la administración por Juan Moreno y que "por no haber encontrado de pronto, sujeto que desempeñase, tomamos a nuestro cargo cobrar y suministrar lo necesario para la mantención del Colegio, lo que pusimos después a cargo del Rector. Y la experiencia ha acreditado que las cobranzas se hacen con mayor puntualidad y que se asiste

223.

0b.

cit.,

p.

285.

224.

Ob.

cit.,

p.

286.

225.

Ob.

cit.,

p.

286.

 

 

 

 

 

 


 

mejor a los individuos y con mas economía y satisfacen los salarios con puntualidad. Mandamos que, en lo sucesivo corra a cargo del Rector la cobranza de las rentas pertenecientes al Seminario y a su distribución, entendiéndose para ello con los colectores particulares…226.

Primeros frutos del Colegio Seminario

Son conocidos los nombres de los primeros cinco becados a los que el mismo fundador impuso la beca poco antes de morir. Lo que no se conoce son los nombres de la inmensa mayoría de individuos que hayan cursado sus estudios en el Colegio San Buenaventura.

En carta de 14 de agosto de 1789 escribió Ramos de Lora: "...por ahora he ordenado 58 presbíteros seculares para esta diócesis..."227. No está fuera de lo lógico pensar que no pocos de aquellos presbíteros habrán pasado cursando sus estudios en el Colegio merideño, aun cuando tampoco se debe prescindir de que algunos también hayan hecho los estudios antes y en otros lugares.

Ya en otra carta anterior de 4 de diciembre de 1786 había mani­festado las no pocas ordenaciones hechas, aludiendo, de paso, a otros muchos candidatos que no lo habían sido o por falta de edad o de la suficiente preparación, como podrá comprobarse por sus mismas palabras que luego citare.

Mediante el informe enviado por el prelado a la corte en 26 de abril de 1786 conocemos los nombres de todos o casi todos los ordenados de presbíteros por el hasta aquellos momentos. Algunos de los ordenados en el año 1784, durante su estancia en la ciudad de Maracaibo, fueron Tiburcio Balbuena, José Rafael Nebot, Ma­nuel Suárez, Francisco José Villamil, José Vicente Rodríguez y Baltasar Rodríguez. Estos, evidentemente no pudieron haber pasado por el Colegio Seminario que aun no había sido fundado. Entre los ordenados durante el año 1785 figuran Bernardo Salas, Juan de la Rosa Mercado, Dionisio del Pino, Enrique Aliso, José Victorino Moreno, José Miguel Godoy, José María Vergara, Manuel José Lovo, Juan Domingo Lagonelle, Manuel de Zerpa, Javier Ignacio Ortega y Enrique Davila.

En 1786 fueron ordenados Juan José Dugarte, Eusebio Pineda, Juan José Contreras, Martín Duran, Ricardo Gamboa y José Perfecto Lugo.

De algunos de aquellos presbíteros, como Francisco Trosconi, no es dable fijar el momento de su ordenación por no haberlo apuntado en su carta el Ilustrísimo Ramos de Lora.

226.            Ob. cit., p. 287.

227.          Ob. cit., p. 246.


Reitero mi convicción de que muchos de los ordenados de presbíteros en aquellos anos, sino todos, habrán cursado sus estudios en el Colegio Seminario de San Buenaventura. Ni se debe olvidar que muchos de los conspicuos patricios que honraron en aquellos anos el gentilicio merideño habrán escuchado también las lecciones de los maestros del Colegio.

Respecto de los candidatos al sacerdocio exigía el prelado unas condiciones básicas de formación sin las cuales no procedía a darles las ordenes sagradas, como podrá deducirse por las palabras de su carta del 4 de diciembre de 1786: "Ni de ellos hay quienes, al pronto, puedan recibir ordenes mayores, porque los que estaban en mediana disposición, ya los he ido habilitando para la necesaria administración de muchas feligresías que absolutamente se hallaban sin ministro y expuestos sus moradores, como frecuentemente acontecía, a morir sin sacramentos... Y los que han quedado, o no tienen edad suficiente para el sacerdocio o carecen de toda instrucción. Y, para que la alcancen, los mantengo a mi costa en la Casa de Estudios que he erigido en esta ciudad ...".228

Muy probablemente algunos de aquellos aspirantes que se dedicaban a incrementar sus estudios y formación en el Colegio fueron los que integraron luego una lista de candidatos a recibir ordenes en fecha muy inmediata a la carta de 21 de abril de 1786. Existe en efecto, una lista del 30 de aquel mismo mes que conocemos por la transcripción hecha del correspondiente documento por Eloy Chalbaud Cardona. En ella figuran como aspirantes al presbiterado Ignacio Montoya, Domingo Gómez, y José Aniceto; como aspirantes al diaconado Lino Pereira y Bonifacio Zambrano; coma aspirantes al subdiaconado, Rafael Justos, Pedro Pablo Cordero, Esteban Cas­tañeda, José Antonio Rendon y José Francisco Gualdron y como aspirantes a las ordenes menores Francisco Pais, José Trinidad Barasarte, Jacinto Briceño, Gregorio Davila y José Antonio Duran.

Un hecho que, casi con toda evidencia, demuestra que todos los integrantes de la anterior lista estaban realizando estudios en el Colegio Seminario San Buenaventura es el de haber sido José Ber­nardo de Salas, Maestro de latinidad en aquel centro, quien informo al Ilustrísimo Ramos de Lora sobre la vida y costumbres, aptitud y demás requisitos de los aspirantes. ,¿Que otra razón pudo haber para que José Bernardo de Salas informara sino el que todos ellos eran estudiantes en el Colegio. . . ? 229

228.               Ob. cit., p. 203.

229.               Copia el documento con la lista de hombres anteriormente citados Chalbaud Cardona, [55}, tomo 1, p. 225.

José Francisco Gualdr6n figura años mas tarde como cura de la iglesia de Mérida, San Juan Bautista de Milla. En 1808 fue presentado por el obispo Santiago Hernández Milanes como uno de los posibles asistentes reales en la toma de grades en la Universidad de Mérida. (García Chuecos, [751, p. 119). Por el testimonio del Ilustrísimo Ramos de Lora en carta de 26 de abril de 1786 sábese que este otro clérigo José Bernardo de Salas era maestro de latinidad en el Colegio Seminario de San Buenaventura.. (Fray Juan Ramos de Lora,(11 , p. 129) .

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Este número de, al menos, 24 ordenados de presbíteros durante los anos 1784, 1785 y 1786 con mas otros 18 que formulaban su petición para ser admitidos, es una muestra bien clara y elocuente del interés puesto por el Ilustrísimo Ramos de Lora en promover las ordenaciones sacerdotales en su diócesis. Muy bien puede pen­sarse, que antes de terminar el ano 1786, ya el celoso prelado tenia a su favor la ordenación de 42 individuos. Cierto que con ello había agotado las posibilidades que, de momento, pudiera tener para mas ordenaciones, según el mismo lo informaba en carta de 4  de diciembre de aquel mismo ano 1786 cuyas palabras dejo ya copiadas.

Sin embargo, la promoción de vocaciones sacerdotales no sufrió paréntesis, y así pudo informar en carta de 14 de agosto de 1789 lo que ya queda apuntado, que había conferido el sacerdocio a 58 presbíteros seculares de su diócesis. Por supuesto, a juzgar por sus palabras, no deben ser incluidos en el numero las orde­naciones de algunos otros presbíteros pertenecientes a alguna Orden Regular 230.

No tengo, de momento, datos a mano para poder hablar de otros muchos clérigos ordenados por el Ilustrísimo Ramos de Lora con posterioridad al ano 1786. El estudio de los papeles existentes en el Archivo Arquidiocesano de Mérida me ha convencido de que en ellos podrán hallarse datos muy interesantes para elaborar la historia del Colegio Seminario en sus primeros anos y para conocer los nombres de los alumnos sacerdotes o no sacerdotes que fueron saliendo de aquel Centro.

Algunos nombres de clérigos casi desconocidos aparecen en dos peticiones formuladas después de la muerte del obispo. Entre ellos Cabe citar los de José Nicolás Lopez, Juan Antonio Marco, Antonio Ramírez, Antonio Gabriel Márquez, Juan Nepomuceno Venegas, Eugenio Guerrero, Bartolomé Luis, Bonifacio Manzanos, Ignacio Romualdo de Morales, José Bonifacio Cárdenas, Juan Francisco Palacios, José Lamas, Manuel Ignacio Briceno, Francisco Javier Rangel, José Gregorio Estradas, Gregorio Luzardo, José Bernardo Angel, Felipe Santiago Palacios y Agustín Aurelio de Izarra Mal­donado. 231

230.        Rodríguez Picón habla en sus Apuntamientos de un dominico ordenado en Mérida. En alguna parte de su nutrida correspondencia habla también el prelado de algún agustino a quien había conferido el presbiterado. Y no seria improbable que, de Maracaibo, acudieran mas de una vez los aspirantes fran­ciscanos en policitación de ser ordenados, con las dimisorias de sus prelados mayores.

231.            He dejado publicados los documentos donde figuran estos nombres en ]a obra 'Fray Juan Ramos de Lora"(1), pp. 274-284.

Sobre José Nicolás Lopez existe el data de llamarse el mismo maestro de ceremonias de la iglesia catedral de Mérida, puesto para el que había sido nombrado en 25 de setiembre de 1789 por Ramos de Lora. (Obra. cit., p. LXV, Nº 317) .

Gregorio Luzardo es, sin duda, el mismo de que le hablo su padre José Luzardo el prelado en carta escrita desde Trujillo el 20 de mayo de 1787. (Ob. cit., p. 216) .


 

Fuera de estos nombres habrá que pensar en otros muchos que desfilaron por las aulas del Colegio Seminario de San Buenaventura durante aquellos primeros años de vida y de historia hay recóndita y casi desconocida. Sirvan de ejemplo los del maracaibero José Hipólito Monsant, uno de los cinco primeros becados por el mismo Ramos de Lora al borde de la muerte. Posteriormente recibió los grados en la Universidad de Santa Fe de Bogota y en 1798 inici6 sus labores de catedrático de Derecho Canónico en el entonces ya real Colegio de San Buenaventura. Junto al nombre suyo cabe destacar a los otros cuatro compañeros de beca que llegaron a ser figuras destacadas en la historia posterior. Buenaventura Arias llegó a ser Vicario Apostólico de Mérida; Domingo Antonio Pa­checo fue secretario del cabildo eclesiástico en 1800 y cura de la iglesia catedral en 1847; Emigdio Bricerño destaco entre los próceres de la guerra de la Independencia. El otro compañero, Ignacio Frias, ingres6 en la orden de Santo Domingo "232.

José Ignacio trujillano, fue graduado en Caracas el. 17 de abril de 1796, después de haber realizado sus estudios en el Colegio de Mérida''233.

La asistencia a las clases en el Colegio merideño por parte de Luis María Rivas Davila la constata Hector García Chuecos 234. Y lo mismo hace respecto de Emigdio Briceño y de otros clérigos 235.

¿Habrá sido alumno del Colegio merideño el doctor Juan José Mendoza? Del doctor José Lorenzo Reyner lo asegura Chalbaud Cardona 236 y lo mismo hace del doctor José Antonio Mendoza y de Antonio María Briceño Altuve 237

.

Lo hermoso e interesante seria ofrecer, en vez de estos datos sueltos, unos apuntes perfectamente estructurados y probados con nombres y fechas, cosa, hoy por hoy no del todo fácil. Hago invitación a los estudiosos de la historia de Mérida para que traten de sacar todo el partido posible a la documentación existentes en los archivos de Mérida, Maracaibo, Trujillo y Coro que son los mas interesantes.

Punto final

Aun podría escribir mas cocas sabre los inicios del Colegio de San Buenaventura de Mérida, pero no quiero alargarme por mas tiempo.

Se afirma por los sic6logos que los hijos segundonatos llevan en la sangre o en su formación espíritu de reformadores. Y este espiritu  fue el que llevo, en todo momento, la Universidad de Mérida, la segunda que tuvo realidad en Venezuela. Espíritu de innovación y reforma de estructuras caducas y viciadas en alguna parte, fue el que acertó a insuflarle a su Colegio Fray Juan Ramos de Lora. El se murió aun antes de poder lograr ver como apuntaban los primeros brotes de aquella semilla por el con tanto amor y cariño sembrada en el surco de las mejores mentes que son las del occidente venezolano. No cabe duda que desde el cielo siguió el prelado contemplando los frutos de su siembra y viendo como aquella semilla --la mostaza evangélica— crecía y se expandía por todos los rincones y como de su Colegio salían los celosos sacerdotes y los sapientes patricios que dieron nombre a celebrados gentilicios de la Republica.

232.               Estos y otros datos pueden verse en García Chuecos (75), p, 26.

233.               Garcia Chuecos (75), p. 80.

234.               Garcia Chuecos (75) p. 140.

235.               Garcia Chuecos [75), p. 154.

236.               Chalbaud Cardona (55), tomo 1, p. 309.

237.               Chalbaud Cardona (55), tomo 1, pp. 311.


 

Cuando, después de un siglo de labores universitarias, la Universi­dad de Mérida se apronto para celebrar y hacer una especie de recuento historial, subió a la cátedra uno de sus hijos, Gonzalo Picón Febres, sin duda uno de los buenos escritores venezolanos, y con verbo elocuente dijo: "En el primer centenario de su adve­nimiento a la vida de la inteligencia tocaba a los hijos de la emi­nente sabia, distinguirla, enaltecerla dignamente y coronarla de flores y laureles, bendecirla desde lo mas hondo del alma y mos­trarla con todas sus virtudes, con todo el esplendor de sus preseas, con la historia de su abnegada vida, como brillante ejemplo, y con la integra luz de su aureola, al respeto y admiración de Venezuela. Los que al mundo intelectual nacimos de las entrañas de su ser, los que, en su regazo blando, logramos aprender los fundamentos de la sabiduría, los que, de sus labios, escuchamos, por primera vez, el armonioso cántico de la civilización, los que bebimos la cultura en la abundancia fragante de su seno... debíamos honrarnos al honrarla en este acto de singular nobleza..."

Y mas adelante prosigue: "Fue concebida a Ia sombra de Dios cerca del templo; la amparó la religión durante su gestación penosa hasta el feliz momento de nacer; nació con los primeros resplan­dores de la magna revolución de la Independencia empuñado el omnipotente cetro de la sabiduría. Desde entonces no hizo en su retiro, perseverando en la virtud que regenera, sino alumbrar con los divinos y grandes atributos que Dios peso en la copa de luz de su cerebro, a muchos pueblos de la nación venezolana"238

238. Cita tomada de la obra de García Chuecos [751, pp. 156 y 158.


 

 

                                                                               INDICE

El Padre Juan Ramos de Lora, misionero en California ..................................................................... 8

Al fin en California ........................................................................................................................... 9

Misión del Pilar o de Todos Santos .................................................................................................. 11

Características de la Misión de Todos Santos y de sus indios ........................................................... 12

Estampa de un misionero ................................................................................................................. 14

Transformación de la Misión de Todos Santos ................................................................................. 15

Tormenta en California .................................................................................................................... 17

Ascensos del Padre Juan Ramos de Lora ......................................................................................... 19

Al fin Obispo ................................................................................................................................... 20

Tramitaciones para el nombramiento ................................................................................................ 24

Preparando su consagración ............................................................................................................ 27

Preparando el viaje a su obispado .................................................................................................... 31

Etapas del viaje ............................................................................................................................... 31

Toma de posesión del obispado ....................................................................................................... 35

Estado religioso y político de la Gobernación de Maracaibo en

1784 ......................................................................................................................................... 37

Preocupación del Ilustrísimo Ramos de Lora ante el estado de

su diócesis ................................................................................................................................. 41

Actividad desplegada en Maracaibo por el prelado .......................................................................... 44

Decretos varios ............................................................................................................................... 46

Reforma de las costumbres religiosas ............................................................................................... 48

Iniciación de la visita canónica en el obispado ................................................................................... 51

Maracaibo pretende para si la silla episcopal .................................................................................... 52

Reacción de otras ciudades ante las pretensiones de Maracaibo……………………………             54

Viaje de Maracaibo a Mérida……………………………………………………………….           56

Preocupación del Ilustrísimo Ramos de Lora por los enfermos……………………………            .   60

Preocupación del Ilustrísimo Ramos de Lora por los indios……………………………….                62

Preocupación por la atención a los sacerdotes y doctrineros ………………………………              64

La gran preocupación del Ilustrísimo Ramos de Lora: Fundación

del Colegio Seminario ................................................................................................................ 66

Actividades del Colegio ................................................................................................................... 73

Formalización del Colegio Seminario ................................................................................................ 75

Gestiones varias a favor del Colegio San Buenaventura .................................................................... 80

Aprobación real del Colegio Seminario de San Buenaventura………………………………             82

Gestiones realizadas en base a la Real Cedula .................................................................................. 84

Nuevos pasos para el proceso del Colegio…………………………………………………............ 90

Paso definitivo……………………………………………………………………………….......... 90

Informes y descripción del nuevo edificio del Colegio………………………………………............ 96

Continuan las gestiones………………………………………………………………………......... 100

Traslado de los estudiantes al nuevo edificio……………………………………………….............. 101

Donación de la biblioteca al colegio seminario………………………………………………........... 102

Inauguración del Colegio…………………………………………………………………….......... 104

Enfermedad del Ilustrisimo Ramos de Lora…………………………………………………........... 107

Muerte del Ilustrísmo Ramos de Lora………………………………………………………........... 108

Entierro en la capilla del Colegio……………………………………………………………........... 111

Estado del Colegio Seminario a la muerte de su fundador………………………………….............. 113

Materias que se estudiaba en el Colegio Seminario…………………………………………............ 116

Primeros frutos del colegio Seminario………………………………………………………............ 119

Punto final…………………………………………………………………………………............ 122

 

 

 

 

 

 

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